Resiliencia no alcanza

Hace unos días, el Padre del Análisis Superior conversó con Seyed Rezvani, director general de Mundo Imperial, quien le dijo que una manera de ver al huracán Otis era como oportunidad. Algo muy similar opinó días después José Medina Mora, presidente de Coparmex, cuando afirmó que Acapulco deberá renacer de una manera más sustentable.

El PAS está convencido de que la resiliencia no es suficiente: que el puerto de Acapulco regrese al punto en el que estaba no es suficiente. La costera estaba convertida en un peligroso muladar. Las colonias cercanas a la simbólica quebrada no envidian nada a las peligrosas favelas de Río de Janeiro. Punta Diamante era un referente del crecimiento desordenado y, según parece, corrupto. Los intereses comerciales, muy por encima de las mínimas normas de construcción, como lo demuestran propiedades que quedaron totalmente devastadas.

Todo esto rodeado de un cinturón de pobreza que ha sido el caldo de cultivo para una gran violencia justificada por la alcaldesa Abelina López Rodríguez, quien cree que la delincuencia crece “por la calor” o que los actos de rapiña son “cohesión social”. Acapulco, por mucho, es la principal fuente de ingresos de Guerrero, ha sido víctima de pésimos gobiernos municipales y peores estatales, como lo demuestra Evelyn Salgado, cuya principal virtud política es ser hija de Félix Salgado, que resultó insostenible para Morena ante las fundadas acusaciones de abuso sexual.

La solidaridad de la sociedad civil y esfuerzos de algunos funcionarios como Jorge Nuño, titular de la SICT (que contrastan con la burocrática lejanía de Luisa María Alcalde o Raquel Buenrostro), en el mejor de los mundos lograrán que más o menos pronto Acapulco se parezca a lo que fue, pero no es suficiente. Es ridículo que Miguel Torruco, secretario de Turismo, festeje que se decidió mantener al Tianguis Turístico en ese puerto, como señal de que ya todo está bien. Creer que esa es la solución al problema o por lo menos algo que definen como una poderosa señal es ingenuo, por decir lo menos.

Nassim Taleb generó un concepto que es superior a la resiliencia: antifragilidad. Mientras que el primero se refiere a la capacidad de un cuerpo a volver a su estado natural después de un choque externo, el segundo representa la capacidad de generar nuevas habilidades y competencias después de un choque externo. La resiliencia no le sirve a Acapulco.

Se requiere que este puerto vuelva a la gloria que tomó en la década de los 40 que llegó a ser considerado uno de los mejores destinos turísticos del mundo. Antes de Otis ya era una mezcla entre turismo nacional de bajos ingresos y vivienda de playa. El número de turistas extranjeros que fueron afectados por Otis muestra su pérdida de relevancia turística.

Se requiere que se aproveche la oportunidad de crear un eficiente sistema de aguas, drenaje y vialidad. Mucho se ha documentado que hay descargas de aguas negras al mar o los problemas de vialidad entre la zona tradicional y diamante. Pero también hay la oportunidad de que se construya un hospital privado, puesto que hoy la mejor instalación de este tipo es la de Semar.

Debería esperarse que de los escombros surgiera una nueva cultura de protección civil con normas ASG de primer nivel, que en sus inicios tuviera una nueva cultura del seguro. Una que no sólo hiciera que los clientes apreciaran su importancia, sino que el sector dejara el paupérrimo papel que han tenido en la actividad económica mexicana. El gremio que preside Juan Patricio Riveroll ha tenido un papel muy triste en la historia de México. En más de tres décadas del PAS en el sistema financiero puede constatar que el sector asegurador es el más retrasado de todo el sistema financiero. Las cosas siguen haciéndose básicamente como en la década de los 80.

Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones. Unos están metidos en culpar a los periodistas y otros en no perder sus áreas de comodidad.