Pese a los esfuerzos de EU, Arabia Saudita sigue mandando en el mercado del petróleo

Los mercados petroleros mundiales dependen de Saudi Arabian Oil Co., la gigante petrolera estatal de Arabia Saudita.
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Pese a los esfuerzos de EU, Arabia Saudita sigue mandando en el mercado del petróleo. Foto: Pixabay
Pese a los esfuerzos de EU, Arabia Saudita sigue mandando en el mercado del petróleo. Foto: Pixabay

CIUDAD DE MÉXICO.- Los mercados petroleros mundiales dependen de Saudi Arabian Oil Co., la gigante petrolera estatal de Arabia Saudita.

A su vez, Aramco depende de Abqaiq. El petróleo crudo de los legendarios campos petroleros de Arabia Saudita (Ghawar, Khurais, Shaybah) se traslada a Abqaiq para su procesamiento; ahí, recorre la amplia red de ductos, esferoides y torres de estabilización del complejo antes de despacharse a distintos clientes por todo el mundo.

El año pasado, alrededor de la mitad de la producción de Arabia Saudita atravesó estas instalaciones. Por todo lo anterior, no es de sorprender que desde hace tiempo los enemigos del reino hayan intentado debilitar sus instalaciones.

Por fin lo lograron el 14 de septiembre. En esa fecha, Abqaiq y el campo petrolero de Khurais fueron blancos de ataques con drones, a consecuencia de los cuales la empresa debió reducir su producción en 5.7 millones de barriles al día, un preocupante 60 por ciento de la producción total del reino y el seis por ciento del suministro global. Sin embargo, para el 17 de septiembre Abqaiq ya procesaba de nuevo dos millones de barriles de petróleo.

Amin Nasser, director ejecutivo de Aramco, declaró que la capacidad se restauraría por completo para finales de este mes y que el ataque no afecta los planes de la empresa de cotizar en bolsa algunas acciones de Aramco como parte de su oferta pública inicial (OPI), que se espera sea una de las mayores de la historia.

El precio del petróleo Brent, que aumentó momentáneamente hasta un 20 por ciento tras el ataque, bajó de nuevo a 64 dólares, solo un dólar por encima del precio registrado la semana anterior. Aunque las exportaciones de Aramco no se han visto afectadas hasta ahora gracias a sus reservas, estas ya se encontraban a su nivel más bajo en doce años.

Para la petrolera, mucho depende de que pueda cumplir el plazo que se ha fijado para reanudar la producción. No obstante, los veteranos de la industria se mostraron un tanto escépticos respecto de sus declaraciones.

“¿Alguien de verdad les cree después de ver las imágenes de satélite?”, preguntó un petrolero. Lo que es peor, incluso si Aramco logra reanudar sus operaciones pronto, tanto la empresa como el mercado del petróleo enfrentan otros grandes retos.

A lo largo del año pasado, los precios del petróleo subieron y bajaron varias veces, impulsadas al alza por las inquietudes sobre la posibilidad de que las sanciones estadounidenses a Irán y Venezuela afectaran el suministro, y a la baja por el temor que genera la ralentización del crecimiento económico.

En diciembre, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Rusia y otros productores de petróleo convinieron en reducir la producción 1,2 millones de barriles al día. Arabia Saudita la redujo incluso más de lo convenido, gracias a lo cual evitó el desplome de los precios. De cualquier forma, el precio del petróleo Brent el 13 de septiembre, un día antes de los ataques, estaba casi un 20 por ciento por debajo del nivel que tenía a finales de abril.

En respuesta a estos retos, Arabia Saudita decidió sacudir la jerarquía petrolera con nuevos nombramientos. En el periodo de un mes tomaron posesión dos funcionarios: el príncipe Abdulaziz bin Salman, como ministro encargado del petróleo, y Yasir Othman al Rumayyan, como nuevo presidente de Aramco. Por desgracia, ahora parece más difícil que nunca estabilizar los precios del petróleo y agilizar la OPI de Aramco.

En cuanto a la OPI de Aramco, que causó gran interés entre los inversionistas desde su anuncio en 2016 pero se ha postergado, los posibles inversionistas tuvieron acceso a las cifras correspondientes en abril. El primer prospecto de bonos en la historia de Aramco ubica sus ingresos netos en 111.000 millones de dólares, equivalentes a casi el doble de los de Apple, la empresa pública más redituable del mundo, y por encima de las ganancias combinadas de ExxonMobil, Royal Dutch Shell, Chevron, Total y BP. Algunos expresaron inquietud porque la producción de Aramco depende mucho más de un solo país que la de sus principales competidores.

Nasser ha intentado restarles importancia a esas inquietudes con el argumento de que su producción es confiable. Por desgracia, las vulnerabilidades de Aramco han quedado expuestas, lo que bien podría reflejarse en su valuación.

Según Michael Tran, del banco RBC Capital Markets, quienes negocian con petróleo ahora buscan cualquier señal de que los clientes de Aramco estén buscando otro proveedor. La mayor incertidumbre es a causa del conflicto del golfo, pues los inversionistas temen que escale y elimine del mercado millones de barriles de la producción saudita. En ese caso, no se sabe con claridad cómo podrían remplazarse.

En cuanto a Estados Unidos, si bien es cierto que el esquisto lo ha convertido en el mayor productor de petróleo del mundo, también lo es que el presidente Donald Trump no puede aumentar o disminuir la producción a voluntad, pues no tiene ningún control sobre las empresas que explotan el esquisto.

En opinión de Chris Midgley, de la empresa de análisis energético S&P Global Platts, si aumentan los precios del petróleo, es probable que muchas de esas empresas prefieran devolver efectivo a sus accionistas en vez de impulsar la producción.

En vista de lo anterior, las dos superpotencias energéticas del mundo enfrentan realidades incómodas. A pesar de que se dice que Estados Unidos es un nuevo productor regulador, Arabia Saudita sigue siendo el banquero central del mercado petrolero, pues tiene flexibilidad para aumentar o reducir la producción rápidamente y así ayudar a mantener estables los precios. Sin embargo, los mercados ya no pueden ignorar las amenazas que enfrenta para suministrar el crudo.

En cuanto a Estados Unidos, hablar de su independencia energética ahora suena a discurso hueco. Aunque ese país está a punto de convertirse en un exportador neto de petróleo, el año pasado todavía importó diez millones de barriles por día, en especial porque el esquisto produce petróleo ligero y dulce, mientras que muchas de sus refinerías necesitan el crudo pesado y agrio. Además, si los precios del petróleo aumentan en otras regiones, también lo hacen en Estados Unidos.

Trump dice que el “dominio energético” estadounidense reduce las probabilidades de que el país se vea afectado por los conflictos del extranjero. No parece que sea así.

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