José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

9 Ago, 2019

Neosocialismo vs. el de antaño

Me llama mucho la atención cómo teorías económicas y políticas que han fracasado una y otra vez al aplicarse, se pongan de moda de nuevo con algún nimio disfraz que las transforma en ideas frescas e increíblemente populares con segmentos de la población que ignoran casi todo.

Es el caso del populismo, del nacionalismo y del proteccionismo que han resurgido en muchos países y que se venden como la panacea universal para sus problemas económicos y sociales, y lo es también del llamado “socialismo democrático” que ofrecen una docena de aspirantes presidenciales en EU, y es la doctrina del líder de la oposición en el Reino Unido y posible primer ministro.

La diferencia básica entre la economía de mercado y una socialista es que, en la primera, la prioridad es la efectiva aplicación del Estado de derecho por encima de la política y el gobierno, y los derechos individuales sobre los de la comunidad, mientras que el socialismo prioriza el gobierno y la política arriba del derecho, y el “bien común” —definido por sus líderes— sobre los derechos individuales.

Quienes proponen el socialismo le agregan lo de “democrático”, pues para llegar deben ganar elecciones, pero, una vez alcanzado el poder, su agenda pone, antes que nada, constreñir los derechos de propiedad privados y ponerlos bajo el control del gobierno, lo que mata los incentivos que genera un mercado libre.

Para ganar elecciones, los neosocialistas deben hacer propuestas atractivas para el electorado, como combatir la desigual distribución del ingreso y la riqueza, acceso gratuito a atención médica y educación en todos sus niveles, además de trabajo asegurado por el gobierno, y un ambicioso plan para impulsar infraestructura, la “economía verde” y el combate al calentamiento global.

Para fortuna de los socialistas de EU, asociados con el Partido Demócrata, sus rivales republicanos, que solían defender la economía de mercado y un gobierno austero y acotado, tiraron sus principios por la borda en la era de Trump y adoptaron un populismo manirroto, proteccionista y del todo irresponsable.

¿Cómo ofrecen los neosocialistas financiar el gigantesco gasto inherente a sus propuestas? Muy sencillo, gravando a los ricos no sólo en sus ingresos, sino también en su patrimonio, y mediante el camelo de la mal llamada “teoría monetaria moderna”, que permite incurrir en un gasto ilimitado financiado con deuda sin ningún problema, pues la Fed mantendría las tasas de interés en cero.

Lo que los nuevos proponentes del socialismo no se plantean ni por asomo es el efecto que tendrían sus propuestas sobre el crecimiento económico, la inversión y el indispensable aumento en la productividad que se requieren para generar empleos permanentes y bien remunerados.

Varios amigos que siguen con interés el proceso preelectoral en EU se debaten en decidir qué sería peor, si reelegir a Trump para un segundo término o a cualquiera de los socialistas que compiten por la postulación demócrata.

¡Peliaguda alternativa! Y México, ¿hacia dónde va hoy?

 

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