Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

28 Feb, 2024

Cortoplacismo del bienestar

                Bienaventurados los jóvenes
                porque ellos heredarán la deuda nacional.

 

                Herbert Hoover,
                expresidente de Estados Unidos

Los economistas le llaman política fiscal expansiva. Los consumidores, gasto. Los acreedores, ganancias. Lo cierto es que, mientras un gobierno o un consumidor gasta, ese egreso debe ser financiado de alguna forma. Al final, en finanzas y en la vida, siempre alguien paga, ya sea ahora o en el futuro. En el caso del gobierno de López Obrador, los contribuyentes pagaremos por décadas el gasto desmedido en proyectos con poca utilidad o rentabilidad financiados con deuda pública. Deberíamos de hablar más sobre ello.

En el Estudio Económico de México 2024, publicado ayer por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), un organismo multilateral “neoliberal”, de acuerdo con AMLO, se reconoce el problema fiscal de esta administración. El organismo, basado en París, dice que “se necesitan mayores ingresos tributarios para mantener la prudencia fiscal y abordar necesidades de gasto en ámbitos que mejoren la productividad, como educación…”.

El problema es que, desde que asumió el gobierno en 2018, la administración de López Obrador ha demostrado que, pese a la prudencia fiscal inicial, las necesidades de gasto en elefantes blancos han sido cada vez mayores. Desde el 2019 al 2021, la deuda pública se ha incrementado en un 49 por ciento. Es un síntoma de las políticas de “expansión fiscal” (o sea, gasto) que proponen muchos gobiernos de izquierda latinoamericana.

En el caso de México, la refinería en Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la compra de plantas de Iberdrola, la inmensa deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) y muchos otros son ejemplos de gasto desmedido en proyectos que no incrementan la productividad del país y sólo sirven para presumir en el corto plazo.

Desde la Segunda Guerra Mundial, muchos políticos de izquierda populista en América Latina han llevado al extremo la sugerencia del filósofo-economista John Maynard Keynes de expandir el gasto fiscal, pensando que ese gasto desmedido sin consecuencias es generador de riqueza. El tema es que alguien siempre acaba pagando. Bajo esa escuela, combinada con el estatismo socialista soviético, se formaron muchos políticos emanados de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM; entre ellos, López Obrador.

El estudio de la OCDE, que es generalmente hecho en consulta con la Secretaría de Hacienda —al ser México un miembro de ese organismo—, intenta no ofender a un gobierno hipersensible. Por ello, hace recomendaciones específicas bajo un lenguaje muy diplomático, como “seguir reforzando las políticas macroeconómicas”. Sin embargo, detrás de ello están recomendaciones sólidas para disminuir el gasto no productivo, como “condicionar cualquier apoyo adicional a Pemex”.

Lo cierto es que la próxima administración no podrá sostener este nivel de gasto. En ese sentido, analistas como Ramses Pech, activo en la red social X, dice que si no se implementa un plan estratégico a largo plazo para reducir el déficit y controlar el gasto, será necesario endeudarse aún más en el futuro. Es la receta que usaron, con resultados desastrosos, los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo.

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Es el sentido cortoplacista de emborracharse ahora para pagar las consecuencias de la fiesta después.

 

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