Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

3 Abr, 2024

El poder de las encuestas

En el juego político, las encuestas presidenciales son herramientas para medir el éxito de una campaña. No sólo reflejan el pulso de la opinión pública, sino que moldean la narrativa política e influyen en decisiones estratégicas. Lamentablemente, en muchos casos, estas encuestas son manipuladas y utilizadas como herramientas de propaganda. En México, el bombardeo de encuestas falsas tiene estos fines.

En este gobierno, hemos sido testigos de la manipulación de una herramienta de decisión para convertirla en un arma de narrativas políticas. La divulgación pública de encuestas falsas e infladas pretende influir en la percepción de la opinión pública, generando legitimación o deslegitimación del gobierno.

Por eso, el gobierno de López Obrador ha dicho incontablemente, y sin evidencia, que es “de los mejores calificados del mundo”, y se publican constantemente sondeos en internet con altas calificaciones para el Presidente y hasta se pagan encuestas en periódicos afines (y no afines).

Ahora, con las campañas presidenciales, esa misma práctica se ha multiplicado con la candidata oficialista. En redes sociales, discursos, artículos de opinión (con columnistas afines y/o patrocinados) y medios se hace alusión a que la candidata oficial está tan adelante de la candidata de oposición que es ya virtualmente un hecho su triunfo. Sin embargo, lo que no toman en cuenta son varios factores.

Primero, las elecciones se ganan el día de la elección. El mejor ejemplo que viene a la mente son las elecciones presidenciales en España en 2004. Las encuestas y los pronósticos decían que el Partido Popular, en el gobierno, ganaría las elecciones. Sin embargo, tres días antes se produjeron unos atentados terroristas, y las subsecuentes mentiras del gobierno causaron una gran sorpresa con el triunfo de José Luis Zapatero, del PSOE (de izquierda).

Segundo, la práctica de encuestas falsas o manipuladas no es ajena a la realidad política mundial. Rusia es un ejemplo, donde se denunciaron irregularidades en las encuestas durante las elecciones de 2018 y este año, favoreciendo al presidente Putin para controlar la narrativa política y desalentar la oposición de participar. Otro caso es Venezuela, donde el gobierno de Maduro ha sido acusado de manipular encuestas para perpetuar su poder. A través de encuestas fabricadas, busca proyectar apoyo popular inexistente y silenciar a la oposición.

En México, el gobierno parece estar cayendo en esta práctica. Con la participación de los instrumentos de comunicación del gobierno se alienta la narrativa de que ya no hay mucho que hacer. La candidata oficial “ya ganó” y es infructuoso incluso ir a votar. El propósito es desalentar a los votantes indecisos, a los de oposición y en la percepción generalizada. Entre menos participación se den en las elecciones, más probabilidad de ganar para Morena.

Lo cierto es que detrás de ello está el miedo de las encuestas reales. Aquellas que circulan en Palacio Nacional y Morena, en las que se habla de que la distancia entre las dos candidatas es mínima y el partido del Presidente perderá varios estados.

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Por eso se preparan, desde las mañaneras, la carta de un “fraude” electoral de la oposición, la manipulación de éstas por de los “potentados” y otros enemigos imaginarios, e incluso evitar un “golpe de estado técnico” desde el Poder Judicial, como lo ha mencionado recientemente el Presidente en su conferencia en varias ocasiones.

 

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