Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

20 Abr, 2024

Convencer... no vencer

Esta frase la uso frecuentemente al tratar la dinámica de las familias en sus relaciones, tanto personales como dentro de los negocios de su propiedad. Esto es válido para todos, líderes políticos, familias y especialmente en épocas electorales, para quitar paja y populismos. Aquí, algunas reflexiones.

a.- Sistema patriarcal. Sabemos que somos un país donde predominan las familias de tres generaciones, con un sistema patriarcal muy definido, aunque a veces el patriarca sea una matriarca. El hecho es que esta persona es, a su vez, guía moral y jefe máximo, dueño del patrimonio, tanto de las empresas como de las casas y el dinero, así como el líder de opinión en sus familiares, subordinados y a nivel comunitario.

A últimas fechas, esta estructura patriarcal se ha venido deteriorando notablemente. Las causas son variadas, pero principalmente es la modernidad y comunicaciones, las continuas crisis económicas, distanciamiento geográfico, incluso la urbanización del país con el consecuente cambio de giro, al comercio, industria y servicios de lo que antes era el campo.

La educación ha tenido un papel primordial en cuanto asegura a los hijos y nietos(as) de ese patriarca la posibilidad de obtener trabajo, crecer, incluso de ser independientes sin recurrir necesariamente al apoyo patriarcal o familiar.

b.- Ser patriarca no es bueno o malo. Se dan muchos casos donde esa persona es un líder que sirve para mantener a la familia y al negocio unidos, con cariño y visión empresarial. Otros se vuelven dictadores, incluso con la edad adquieren una rigidez (y, por lo tanto, una parálisis) que puede crear un conflicto familiar y arruinar a la empresa. Entonces, lo importante es ser líder con sabiduría, sentido común y, repito, mucho cariño y deseos de continuidad.

c.- A fuerza ni los zapatos entran. Hay gente que piensa que en una empresa familiar no hay de otra que obligar a los miembros de ésta a que se plieguen a los sueños y decisiones del fundador-patriarca y que estamos viviendo en esta etapa de cambio generacional. Esta idea se amplifica con los procesos de sucesión dentro del negocio y demuestra un deseo  lógico  y profundo del emprendedor por asegurar la continuidad y crecimiento de su obra con sus herederos (as) como sucesores. Sin embargo, como todos lo sabemos, los planes y sueños son una cosa y la realidad puede ser otra. Si el patriarca trata de forzar la situación los resultados pueden ser fatales, tanto en vida de él como posterior a su fallecimiento cuando los conflictos pueden florecer ya sin el dueño como árbitro. Créanme que a fuerza no se obtienen resultados confiables, sino tal vez el sometimiento de los hijos por amor, miedo o respeto, pero sin la convicción necesaria.

d.- Convencer es esencial.   El dueño-fundador tiene metido un gran capital emocional en su bebé-negocio, además de su patrimonio y muchos años de esfuerzo y crisis. Es lógico que no quiera perderlo, además de que busque, con su obsesividad de emprendedor el que su sueño continúe. Todo está bien, pero su labor junto con la de su cónyuge, amigos y asesores es la de convencer con argumentos válidos a aquellos herederos capaces y motivarlos  a enfrentar el reto.

Decirles “algún día todo esto va a ser tuyo” no es un argumento suficiente, ya que, al ser de ellos, sin  tener el deseo y el orgullo de tomar la estafeta, además de la capacidad y liderazgo necesarios, la nave se puede estancar, ir a pique o ser vendida.

Los indios comanches definían a un “líder” como alguien que nos convence.

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