Se extingue magia económica del grupo de los países BRIC

De Brasil, Rusia, India y China, los cuatro países cuyas iniciales juntas fueron sinónimo de milagro económico, los dos primeros son los que enfrentan el panorama más sombrío en 2015 debido a una combinación de depreciación de sus monedas, alta inflación y crecimiento lento
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El daño económico hacia Rusia es en parte autoinflingido debido a las sanciones de occidente por anexarse Crimea.
El daño económico hacia Rusia es en parte autoinflingido debido a las sanciones de occidente por anexarse Crimea.

Los inversionistas en mercados emergentes saben lo rápidamente que pueden deteriorarse las cosas. A mediados de los años 90, los rápidamente crecientes Tailandia e Indonesia llegaron a ser conocidos como los “Tigres asiáticos”, pero para 1997 estaban sufriendo crisis monetarias y tuvieron que ser rescatadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ahora, casi 20 años después, dos miembros de los llamados BRIC –Brasil, Rusia, India y China– idolatrados por apuntalar el crecimiento mundial en 2010 están cerca de la recesión. La mezcla enfrentada por Brasil y Rusia, que incluye monedas en declinación, alta inflación y lento crecimiento, pudiera hacer de 2015 un mal año para ambos.

Los problemas han estado fraguándose por un tiempo. Hace más de un año, James Lord de Morgan Stanley llamó a Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica y Turquía los “cinco frágiles” de los mercados emergentes. Su preocupación era que la combinación de alta inflación y grandes déficits de cuenta corriente significara que las exportaciones eran demasiado costosas, y sus divisas encabezaban su lista de aquellas con probabilidad de caer.

Desde entonces, cuatro de los cinco han encallado frente al dólar, pero una sexta moneda de mercado emergente, el rublo ruso, ha caído mucho más. El 5 de noviembre, el banco central redujo sus costosos e inútiles esfuerzos por apuntalar a la moneda, dejando que flotara casi libremente.

Estos “seis sospechosos” tienen problemas comunes, particularmente una inflación alta. Cada uno de los cinco frágiles tiene un “déficit gemelo”, déficit presupuestarios que significan que la deuda se está acumulando y brechas en la cuenta corriente que les hacen depender de las afluencias de capital extranjero.

Sin embargo, sus perspectivas divergen. India e Indonesia parecen seguros: La rupia ha subido frente al dólar desde agosto de 2013 y el déficit del sector público está declinando y, aunque la rupia indonesia ha sido menos sólida, perdiendo 10 por ciento desde fines de agosto, la inflación se ha moderado y el crecimiento es fuerte.

Los cuatro restantes están teniendo resultados menos buenos. Parece probable que el rand sudafricano y la lira turca caerán más, ya que ambas aún combinan grandes déficits de cuenta corriente con inflación alta. No obstante, para los economistas en Pretoria y Ankara hay rayitos de luz. Los precios de la energía han caído, lo cual es una gran noticia para Turquía, ya que más del 90 por ciento de petróleo y gas natural del 60 por ciento de su suministro energético es importado. En Sudáfrica, las huelgas que han afectado a las exportaciones de minerales han amainado, y la economía podría crecer en 2.5 por ciento el año próximo.

BRASIL Y RUSIA, EN URGENCIAS

En comparación, Brasil y Rusia están realmente en mal estado. Siendo las economías emergentes más grandes después de China, juntas tienen el peso de Alemania, y en ambos países la moneda se está deslizando. El real brasileño alcanzó nuevos niveles bajos en noviembre, después de que datos revelaron que el déficit presupuestario alcanzó un récord en septiembre. El rublo está cayendo más rápidamente aún, deslizándose 27 por ciento en un año y 10 por ciento en el último mes. Ambos enfrentan la estanflación, ya que los precios al alza aunados a las tasas de crecimiento probablemente quedarán por debajo de uno por ciento este año.

Parte de sus penurias provienen del exterior. Los principales socios comerciales de Brasil son China, que está desacelerándose, la zona del euro, que está estancada, y Argentina, que está desplomándose. No sólo los volúmenes de exportaciones han bajado, también los precios de las cosas que Brasil vende, como mineral de hierro, petróleo, soya y azúcar, están descendiendo conforme la demanda mundial se debilita.

Rusia también está sintiendo la desaceleración, conforme caen los precios de la energía. Es uno de los mayores productores de petróleo y gas natural del mundo, y sus cinco grandes empresas energéticas emplean a cerca de un millón de trabajadores. Exportaciones con valor de 350 mil millones de dólares fluyeron a través de ductos hacia Europa en 2013. Conforme los precios bajan, la ganancia de Turquía es la pérdida de Rusia.

Sin embargo, los problemas de Brasil y Rusia también tienen raíces internas. Desde los 90, Brasil ha tendido a apuntar a un superávit primario –antes de pagos de intereses– de cerca de 3 por ciento del PIB, suficiente para empezar a reducir sus deudas. Sin embargo, la recientemente reelegida presidenta Dilma Rousseff ha dado al traste con las finanzas públicas de Brasil. En 2014, el gasto creció al doble de la tasa de ingresos, incluso contabilizando las ganancias extraordinarias por la venta de Libra, un campo petrolífero, y el espectro de las telecomunicaciones 4G. La relación entre deuda y PIB de Brasil está creciendo rápidamente.

Las heridas autoinfligidas de Rusia son aún más graves. La invasión de Ucrania decidida por el presidente Vladimir Putin llevó a sanciones estadunidenses y europeas que gradualmente se han vuelto más severas desde que fueron impuestas en julio. Las reglas limitan el acceso de las empresas rusas a los mercados de deuda estadunidenses. También prohíben a empresas norteamericanas vender equipo o asesoría a los gigantes energéticos de Rusia. Esto evita que empresas petroleras occidentales ayuden a las rusas a desarrollar campos petrolíferos y gaseros. La represalia de Putin –aranceles a las importaciones de productos occidentales– han elevado aún más los precios internos.

Sosteniendo la respiración

Lo peor pudiera estar por venir. Parece probable que el descenso en los precios de las materias primas se prolongue. Mientras tanto, para frenar la inflación y el deslizamiento de sus monedas, los bancos centrales en ambos países elevaron sus tasas de interés el mes pasado: Se sitúan en 11.25 por ciento en Brasil y 9.5 por ciento en Rusia. Al mismo tiempo, los preocupados ministros de finanzas están ansiosos por apuntalar sus libros. En Brasil, se están discutiendo aumentos al impuesto al combustible, y pudieran eliminarse las exenciones fiscales a las compras de autos. En Rusia, una regla que pone un tope al déficit presupuestario en uno por ciento del PIB podría requerir una política fiscal austera.

Está frugalidad dolerá. Los bancos pudieran resultar vulnerables conforme los recortes de gasto del sector público afecten a los ingresos y las altas tasas de interés hagan difícil pagar el servicio de los préstamos. En Rusia, las cosas están particularmente mal, ya que los préstamos sin desempeño están aumentando y los ahorradores están drenando de rublos a los bancos.

Los mercados de bonos pudieran ser otro detonante. Ambos países tienen grandes reservas cambiarias: Pese a perder alrededor de 100 mil millones de dólares en el último año, Rusia tiene cerca de 370 mil millones de dólares. Sin embargo, también tienen grandes deudas en dólares cuyo servicio se vuelve más difícil de pagar conforme sus monedas caen. Rusia enfrenta unos 90 mil millones de dólares de pagos de deuda en los próximos seis meses. Los optimistas creen que el par será afortunado si crece en 2015.

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