Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

5 Ene, 2017

Ya perdieron las elecciones; ahora, por favor, no pierda el país

Espero no estar equivocado, pero a como veo las cosas hoy, podría afirmar que las elecciones de este año, y de buena parte de las que celebraremos el próximo, podrían considerarse –sus resultados–, derrotas anunciadas para el PRI.

No es que yo posea capacidades adivinatorias, ni que me considere un síquico altamente calificado; no, simplemente es cuestión de sentido común. No faltaría mucho para que la realidad me llevare a aceptar mi error o, simplemente, que viniere a ratificar mi opinión. Por lo demás, acepto de entrada, que la decisión al respecto la tendrán los electores de los estados y municipios donde se llevarán a cabo esos procesos, y nulo papel jugarían afirmaciones –quizás peregrinas–, como la que hago aquí. 

Pero dejemos de lado la justeza o error de mi pronóstico –o juicio adelantado–, y vayamos a la segunda parte del título de esta colaboración.

Si aceptáremos como válida mi afirmación, en el sentido de que los resultados serían derrotas anunciadas para el PRI, ¿le estaría permitido al presidente Peña seguir como a la fecha, y con ello, perder el país? ¿Qué tanta libertad le otorga la realidad al gobernante, para dejar de lado su responsabilidad como jefe de Estado, y concentrarse en el otro papel, de dirigente máximo de su partido?

Algunos, no pocos, dirán que me equivoco, que es imposible —al menos en México—, separar de manera absoluta dichas tareas. Difiero de ellos y su posición; por el contrario, soy de los que piensa que, la responsabilidad de jefe de Estado puede estar –y debe siempre–, por encima de la partidaria.

No es difícil determinar, cuándo debería darse esa distinción y conducta; por el contrario, para un político, es evidente el momento o el punto de dicha disyuntiva. Hoy, para no ir más lejos, el presidente Peña se encuentra en dicho punto: O es jefe del Estado mexicano, o decide asumir el puesto de líder máximo de un partido agónico.

¿Qué hará el Presidente? (Aclaro, que escribo esta colaboración, antes del Mensaje de ayer miércoles). ¿Qué camino seguirá en esta bifurcación? Su respuesta podría significar mucho, tanto para el país y su economía, como para el futuro de los mexicanos sin distingo alguno.

¿Decidirá en favor de la mezquindad electoral, en detrimento de los intereses generales del país? De hacerlo así, no me sorprendería; su conducta y grandes decisiones, tanto al frente de la Presidencia de la República como del gobierno del Estado de México, estuvieron a favor de su partido y futuro político de éste, y del suyo en lo personal.

¿Cómo le gustaría que lo recordáremos? ¿Cómo aquél que decidió sacrificar el país y el futuro de éste, en aras de alimentar la ilusión de que aún puede revertir los pronósticos de las derrotas anunciadas de su partido?

Por favor, no haga caso de las recomendaciones de los mezquinos que lo rodean, pues defienden su pellejo político. El país y sus intereses generales, es lo que usted protestó defender, no los resultados electorales de una o varias elecciones. De ahí el título de esta colaboración: Si ya perdió las elecciones, por ningún motivo –por favor–, pierda el país.

Tenga para México, un gesto de grandeza.

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