Ríete de la muerte siguiendo estos 5 pasos

De finanzas y otros demonios -
Aparte de ese breve ritual de Día de Muertos, la mayoría evitamos ocuparnos de la muerte lo más que podemos. Foto: Jenny Huey
Aparte de ese breve ritual de Día de Muertos, la mayoría evitamos ocuparnos de la muerte lo más que podemos. Foto: Jenny Huey

Día de Muertos es una costumbre muy mexicana. Los panteones y las casas se llenan de adornos, calaveritas de azúcar, y veladoras.

Algunos recuerdan a sus muertos y les dejan comida en un altar decorado, se come pan de muerto, y se inventan rimas chistosas, donde alguien al final siempre se muere.

Con todo el jolgorio se diría que los mexicanos nos reímos de la muerte. Pero yo he observado que no es así.

Aparte de ese breve ritual de Día de Muertos, la mayoría evitamos ocuparnos de la muerte lo más que podemos.

Durante el temblor de septiembre de este año, creí que era mi fin, y lo primero que me pasó por la cabeza fue que me faltaba todavía terminar mi carpeta que llamo “Seguro contra mentadas post-mortem”, que llevo más de un año queriendo completar.

Y es que no preparar todo en caso de enfermar gravemente o morir inesperadamente tiene sus consecuencias.

Los últimos momentos de vida pueden volverse más incómodos de lo necesario, por ejemplo, al pensar que has condenado a tu familia a pasar una o dos décadas en litigio porque no se te dio la gana hacer un simple testamento; u obligar a tus hijos a cargar la decisión de si te desconectan o no del respirador porque no se te ocurrió dejar tu voluntad por escrito.

¿Y qué tal la idea de que el gobierno o el banco se queden con tus cuentas bancarias, seguros de vida y ahorros porque nadie sabe que existen?

Para que a tus seres queridos les queden ganas de ponerte algún día, aunque sea un molito y un tequilita en Día de Muertos, además de las veladoras; el chocolate y el pan de muerto: conforma tú también la carpeta que yo estoy terminando, el “Seguro contra mentadas post-mortem” con los elementos a continuación:

1. Para adultos, niños y mascotas: el clásico testamento notarial

Los testamentos son la onda. Pueden ser muy generales y designar a un heredero universal, o superespecíficos: quién se quedará con tu colección de peluches, ese rascador de espalda que amas con devoción, o la receta que la abuela te pasó a ti y nada más que a ti.

Es confidencial durante tu vida, así que nadie te va a dejar de hablar por dejarle todo a tu perro (cuántos no lo harían si fuera posible).  

Es suficiente con hacerle saber a tu familia que el testamento existe, y no es necesario que reveles su contenido. A menos que debas designar un tutor para tus hijos menores de edad, en cuyo caso sí deberás hablar con la persona que tengas pensada para fungir este papel.

Tampoco olvides elegir a un responsable por tus mascotas en caso de que faltes y, de preferencia, asígnale un dinero para asegurarte de que pueda mantenerlas.

2. Antes muerta que sencilla

Quizás sea superficial preocuparse por el vestido blanco antes de un matrimonio, pero casi toda novia disfruta impregnar con su personalidad ese ritual importante en la vida.

El último adiós no debe ser la excepción: en lugar de poner en aprietos a tus familiares, dejándoles la tarea de elegir una fotografía y tu atuendo para esa gran ocasión, decidir si cremación o entierro, si flores y música, si piquete en el café durante el velorio ¿por qué no dejar las decisiones hechas para el gran día?

Yo ya elegí mi foto y sólo me falta imprimirla e integrarla en mi carpeta. En cuanto a ropa, escogeré algo fácil de poner para que no me tuerzan tanto los de la funeraria.

Para lo demás, lo más baratito y sencillo, por favor. Nada más faltaba que todo lo que no me gasté en vida se lo gasten mis parientes en un muerto, en lugar de su seguridad financiera.

Si puedes incluir algunas cartas para tus seres queridos, o el epitafio que te gustaría en tu lápida, qué mejor.

3. Define tu voluntad anticipada

Si has vivido lo suficiente, lo has visto. Gente que sufre una larga agonía, con tubos hasta en las orejas, porque sus familiares no pueden o quieren dejarlos ir.

La voluntad anticipada es la decisión que toma una persona de ser sometida o no a medios, tratamientos o procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida cuando se encuentre en etapa terminal y, por razones médicas, sea imposible mantenerla de forma natural.

Decirles a tus hijos que no quieres vivir como vegetal no cuenta como voluntad anticipada, porque nada te garantiza que tendrán la fuerza de seguir tu deseo y, aunque quisieran hacerlo, la instrucción es demasiado general para darles certeza.

Si vives en la Ciudad de México o en el Estado de México, te ampara una Ley de Voluntad Anticipada y, al cumplir con el sencillo trámite, tendrás el respaldo legal para garantizarte una muerte más digna. 

Si no vives en estos lugares, puedes investigar si existe alguna forma legal equivalente, o al menos puedes llenar el formato (las ligas están aquí) y dárselo a tus seres queridos para que sepan con exactitud qué tipos de intervenciones sí deseas y cuáles no.

Además de ahorrarte dolor y sufrimiento, podrás ahorrarles también gastos médicos innecesarios y culpas.

4. Gastos funerarios

Algunas personas quieren evitarle a sus familiares los gastos funerarios, y cometen el garrafal error de contratar un servicio anticipadamente con una funeraria.

El problema es que nada te asegura que te vayas a morir en un lugar donde la funeraria tenga cobertura. Si cambias de domicilio o te vas de vacaciones, ¿qué pasará?

Ya distinto es contratar un seguro de gastos funerarios, aunque para ser sincera, si estás dispuesto a tener un servicio sencillo, yo creo que tener una cantidad guardada en una cuenta a la que varios familiares tengan acceso en caso de tu fallecimiento es otra opción excelente, y más rápida que esperar las 24 o 48 horas para tramitar el seguro. Pero va en gustos.

5. Integra tu carpeta “Seguro contra mentadas de madre post-mortem”

Ahora sí, además de tu testamento, tus instrucciones para el velorio, tu voluntad anticipada, y tu previsión para gastos funerarios; no olvides integrar en la carpeta otros detalles igual de importantes, como una lista de bienes, títulos, actas, seguros, inversiones y cuentas, documentos que faciliten los trámites de defunción; tu voluntad para artículos personales o sentimentales, e instrucciones para el cuidado de tus dependientes; en caso de que tengas niños pequeños o mascotas.

Ahora bien, todos estos son documentos muy privados, que quizás no quieres que nadie vea antes de que cuelgues los tenis.

Para mantenerlos de manera confidencial hay muchas estrategias que puedes tomar: dejarlos sellados a resguardo de tu abogado o contador, tenerlos digitalizados en un archivo con contraseña, y dejarle copias del archivo a tus parientes y la contraseña a un par de amigos que no los conozcan y que sólo les den la contraseña cuando fallezcas... o todas las anteriores, en caso de que algo salga mal.

En cualquiera de los casos, asegúrate de que todos los involucrados sepan de su existencia y de que puedan tener acceso a la información cuando sea necesario.

Ahora sí, que el próximo susto que te dé la vida, te agarre bien preparado... para que en tu último suspiro sepas que no te van a zumbar los oídos en el más allá, y al menos cada año te van a poner tu molito.

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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