Conoce la propuesta de Islandia para cambiar el sistema monetario

Economía Real -
No habrá actividad en el sistema de pagos que no sea contenida ni administrada por el banco central. Foto: Flickr de eskimo_jo [CC BY-NC-SA 2.0]
No habrá actividad en el sistema de pagos que no sea contenida ni administrada por el banco central. Foto: Flickr de eskimo_jo [CC BY-NC-SA 2.0]

En años recientes Islandia se volvió el centro de atención de los países en crisis, ya que emprendió una persecución en contra de los banqueros, políticos y empresarios islandeses responsables de fraudes multimillonarios que salieron a la luz pública durante el crack de 2008. Vale recordar que en el caso de Islandia, a diferencia de otros países en el mundo, ante el estallido de la burbuja de los créditos subprime se dejó quebrar a los tres bancos más grandes (Landsbanki, Kaupthing y Glitnir) en lugar de rescatarles con dinero público.

Tras la quiebra de los bancos se optó por nacionalizarlos, convirtiéndose entonces la deuda privada en deuda pública. Así, Islandia, una economía pequeña con apenas 300,000 habitantes y un Producto Interno Bruto de unos 8,500 millones de euros, con uno de los estados de bienestar más avanzados en Europa y con moneda propia (no está indexada al euro), tenía que afrontar ahora una deuda cercana a casi ocho veces su PIB.

La respuesta islandesa fue comprometerse a devolver los fondos perdidos a los ahorradores nacionales, pero no los fondos extranjeros. En el mismo 2008, el gobierno del país sometió a referéndum la decisión del pago de la deuda, obteniendo una respuesta negativa respaldada por 60% de la población.  En 2009 en un nuevo referéndum se volvió a poner a  discusión el pago de la deuda a sus dos principales acreedores, Inglaterra y Holanda. La respuesta de la población fue contundente, con un 93% de respaldo se decidió que la deuda no iba a pagarse, a pesar de las demandas que se interpusieron en contra del país.

Este año se ha propuesto una polémica reforma al sistema monetario y financiero islandés, la cual, hasta la fecha, representa una de las propuestas más radicales de política monetaria que un país esté cerca de implementar. El 20 de marzo se publicó un informe parlamentario, en el cual se especificaron varias iniciativas, una de las cuales abogaba por la transformación del sistema monetario actual, hacia un sistema de dinero soberano.

Este nuevo sistema podría no sólo representar un cambio de paradigma en la forma de mirar la política monetaria en tiempos de crisis, sino que también representaría una base sólida para la economía islandesa, la cual ha logrado reducir su tasa de desempleo de un 15% para 2010, a un 4.2% para marzo de este año. En comparación, países como Irlanda, cuyo tamaño del PIB es similar al islandés, no han podido sortear de buena manera la crisis en términos de crecimiento y desempleo.

 

¿Qué dice la reforma?

El sistema de dinero soberano pretende ser una alternativa al actual modelo de reservas fraccionadas, el cual trata de que los bancos crean créditos en un monto superior a sus reservas. Bajo este sistema, los bancos multiplican (en teoría) sus reservas cierto número de veces a través del multiplicador monetario. En este sentido, es reconocido que los bancos comerciales privados tienen la capacidad de crear dinero a través de préstamos y líneas de crédito, lo cual (al menos para el parlamento) ha llevado al sistema bancario a caer en excesos y actividades riesgosas por el incremento de la liquidez. La principal preocupación del gobierno islandés ha sido que la oferta monetaria se ha incrementado en una proporción mucho mayor al crecimiento económico (aproximadamente 6 veces más). Esto, de acuerdo al Congreso, ha llevado a altos niveles de inflación el cual no ha logrado contrarrestarse mediante las políticas usuales de incremento en la tasa de interés.

Según Frosti Sigurjonsson (el autor), las propuestas de la reforma están basadas en dos trabajos cruciales, el primero es Modernizing Money  Why our Monetary System is Broken and How it can be Fixed (2013) de Ben Dyson y Andrew Jackson, y el segundo es Creating New Money (2000) de Joseph Huber y James Robertson. La reforma contempla que los bancos comerciales privados basarán sus funciones en administrar los servicios de pago a los clientes, actuando sólo como intermediarios entre los ahorradores y los inversionistas, tal como el mainstream económico seguía reconociendo hasta antes de la crisis. El servicio de pagos que administrarán los bancos contará con dos tipos de cuentas, respaldadas, desde luego, por el banco central islandés: cuentas de transacción y cuentas de inversión.

Por un lado, los fondos de las cuentas de transacción consistirán en dinero soberano electrónico creado por el banco central. Éstas cuentas estarán libres de riesgo, ya que serán resguardadas en el banco central, y además, estarán libres de interés (el banco no pagará a los ahorradores la tasa pasiva) y el cliente dispondrá de sus ahorros en todo momento. De esta manera, la reforma contempla que los ahorradores no perderían su dinero en caso de una quiebra bancaria, además minimizar el riesgo de una corrida bancaria.

Los bancos comerciales serán los responsables del servicio de intermediación, que consistirá en ofrecer cuentas de inversión, cuyos clientes serán las empresas e individuos. Este tipo de cuentas se podrán crear a elección del cliente, ya que los fondos pueden ser transferidos de una cuenta de transacción a una cuenta de inversión. La peculiaridad en este caso reside en que los fondos de esas cuentas de inversión serán contenidos y manejados directamente por el banco central, será esta entidad quien decida qué proyectos financiar y a qué plazos. Los fondos de este tipo de cuentas no estarán a disposición del ahorrador sino hasta que haya culminado el plazo de maduración del proyecto.

Los bancos comerciales sólo tendrán la función de ofrecer este tipo de cuenta a los clientes, mostrándoles diferentes perfiles de riesgo, maduración y tasa de interés (rendimiento). Así, no habrá actividad en el sistema de pagos que no sea contenida ni administrada por el banco central.

 

¿Qué ofrece y a qué obstáculos podría enfrentarse?

La propuesta de reforma enumera una serie de beneficios de cambiar a un sistema de dinero soberano. En primer lugar, la estabilidad del sistema bancario. Dado que Islandia es un país donde predomina una estructura de banca comercial (con participación mínima del mercado de valores) la reforma tendría un alcance mayor sobre el sistema financiero en su conjunto. Dada la debilidad política de los banqueros para negociar con el gobierno en las condiciones actuales, es posible que la transición a un sistema de este tipo no sea turbulenta y  los depósitos de los ahorradores estén asegurados por el banco central.

En segundo lugar, la reforma contempla que el gobierno recibirá grandes dividendos del control de la oferta monetaria, ya que toda actividad bancaria (y de inversión productiva) tendría que pasar por las manos del banco central. El reporte apunta que los fondos se emplearían de la manera más democrática posible. En tercer lugar, este sistema promete un nivel de corrupción mínimo y un sistema transparencia en las operaciones realizadas, donde los ahorradores sabrán en todo momento en qué se invierten sus fondos (en caso de querer hacerlo).

Islandia es uno de los pocos países que muestra signos de recuperación, el producto crece muy modestamente (pero crece) y la tasa de desempleo va a la baja. No obstante, no se sabe a ciencia cierta cómo va a ser el proceso de transición a un modelo de dinero soberano ni cómo se va a retirar de circulación todo el dinero bancario aún existente. Islandia ha optado por implementar medidas contrarias a la mayoría de los países. Ha sido uno de los países más renuentes a tomar políticas de austeridad, estableciendo en su lugar medidas de fomento a las actividades productivas así como programas sociales y es el primer país en proponer una reforma a su sistema monetario de tal magnitud.

Islandia no optó por una política de regulación hacia el sector bancario, sino que prefirió separarlo de sus funciones vitales (crear dinero), las cuales, en algún momento, John Maynard Keynes miró como vitales para el crecimiento económico.  Keynes en su Treatise on money profundizó en su estudio de las funciones de la banca, dejándola como una máquina que manufactura dinero. Vale la pena preguntarse qué pensaría Keynes de la actual iniciativa de reforma Islandesa.

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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