Aunque no lo creas, las deudas sí sirven para algo

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Seguro has escuchado a más de una persona decir que las deudas son malas; sin embargo, no son del todo malas. Foto: Pixabay
Seguro has escuchado a más de una persona decir que las deudas son malas; sin embargo, no son del todo malas. Foto: Pixabay

CIUDAD DE MÉXICO.- Seguro has escuchado a más de una persona decir que las deudas son malas, que te atan, que son un desembolso de dinero, o bien, que son asuntos que te quitan el sueño y la tranquilidad. Sin embargo, las deudas no son del todo malas. Si las aprovechas pueden traerte buenos y nuevos hábitos, que con el paso del tiempo te ayudarán a cumplir objetivos tanto financieros como de vida.

Tener una deuda conlleva implica ventajas y te ayuda de diversas formas:

Construir tu historial crediticio

Si tu historial crediticio no está activo, lo puedes iniciar al adquirir un préstamo por una pequeña cantidad; si lo pagas en tiempo y forma, te ayudará a crear un comportamiento de pago que te respalde ante las instituciones financieras. Lo ideal es que nunca te atrases con ningún pago, ya que así tu calificación siempre será buena, y luego podrás solicitar cualquier crédito o tarjeta de crédito que busques, siempre y cuando cumplas con los requisitos que se solicitan.

Ordenar tus finanzas

Al tener la responsabilidad de pagar a una tercera persona (que no es allegada a ti) o a una institución financiera, te hace replantearte cómo administras tu dinero, es decir, qué gastos tienes y cómo puedes economizarlo de forma que te alcance para pagar deudas y vivir cómodamente. Al ajustar tus prioridades, creas el hábito de ahorrar y formar un criterio para saber con certeza lo que realmente necesitas.

Respetar presupuestos

Al adquirir una deuda, una de las primeras tareas es saber si podrás pagarla (conocer tu capacidad de pago), y, por ende, realizar un presupuesto. Con la deuda aprenderás a separar aquellos gastos esenciales de los que puedes prescindir. Recuerda que una forma tradicional en la que puedes distribuir tu ingreso es: 50% al pago de tus necesidades básicas (alimentación, renta, pago de servicios y deudas), 20% destinado al ahorro y el 30% restante para gastos personales (como salidas, ropa, caprichos o gustos que quieras).

No olvides que nunca debes otorgarle una carga emocional a tu deuda, es decir, hacerla “culpable” por tener que pagarla cada cierto tiempo o bien que te genere estrés y enojo cada que se acerque el día de pago. Si vas por este camino, las deudas serán parte de tu vida y jamás encontrarás soluciones prácticas que te ayuden a hacerles frente. Lo ideal para liquidar una deuda, es ver el dinero como una herramienta neutral que te ayuda cumplir tus propósitos y liberarte de obligaciones.

En otras palabras, pensar que el dinero que destinas a pagar tus deudas no es tuyo y jamás lo fue. Así, será más fácil controlar tus gastos pues te ajustarás únicamente al capital real y evitarás excederte en gastos.

No todas las deudas son malas, lo malo es no saber con qué te endeudas.

*LIVM

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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