¿Sabías que tu letra también refleja tus emociones?

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El acto de escribir es una actividad neuro-psico-bológica. Foto: Pixabay
El acto de escribir es una actividad neuro-psico-bológica. Foto: Pixabay

Del cerebro, a la mano, al sentimiento, con la forma en que escribimos transmitimos nuestra personalidad, nuestras emociones y nuestra forma de ser. Nuestra letra es como una fotografía de cómo nos sentimos hoy y de las circunstancias que nos han llevado a ser como somos, nuestros sueños o ideales y conforme vamos cambiando y nos afectan diferentes eventos, nuestra letra también va cambiando con el tiempo.

A través de la grafología es posible identificar rasgos de la personalidad de cada individuo, nos da la posibilidad de obtener información de cómo es una persona, su capacidad, aptitudes para el trabajo, su forma de reaccionar ante ciertos impulsos, su sinceridad e inclusive cuestiones más íntimas como el desarrollo de la sexualidad.

El acto de escribir es una actividad neuro-psico-bológica, es decir, el cerebro envía la información a través de vías nerviosas a los músculos de la mano para que ésta pueda ejecutar los movimientos gráficos y cualquier alteración o variación en el pensamiento afecta o se ve reflejada en la letra y en el escrito en general.

Curt August Honrot y su famosa frase “Duda la mente, tiembla la mano” define claramente la sincronía que hay entre el cerebro y la escritura, y describe el paralelismo con aquello que Freud llama lapsus linguae sobre los tropiezos que tenemos al hablar, y llama a aquellos actos fallidos en la escritura como lapsus calami. Como actos fallidos se refiere a las alteraciones del trazo, cambios de presión y cualquier variación gráfica que hay al momento de escribir.

En nuestra forma de escribir podemos encontrar tres zonas principales con un significado particular para cada una, cuando existe un balance entre ellas y ninguna predomina de forma marcada, será un indicativo de una personalidad armónica, controlada en sus estados de ánimo, disciplinada y en general con estabilidad emocional.

  • Zona Superior: es el punto más alto de las letras, también llamado hampas y comprende los puntos, acentos, barras de la t y la parte alta de las mayúsculas. Aquí abarcamos las letras que tienen un trazo hacia arriba como la b, d, h, k, l, t, f. Esta zona se relaciona con la actividad intelectual, la imaginación y creatividad, la espiritualidad e ideales, la fantasía e incluso la religiosidad.
  • Zona Inferior: se refiere a la parte más baja de la letra tanto en mayúsculas como minúsculas, o jambas. Abarcan las letras g, j, p, q, y, z, f. Estas se asocian con las necesidades instintivas, biológicas, corporales, tendencias materiales y motoras, habla de nuestras emociones primarias.
  • Zona Media: es la parte central de la letra, está ocupada por todas las vocales y letras m, n, r c, ñ, s, v, w, x y representa nuestro sentido de la realidad, nuestros afectos, emociones y nuestra sensibilidad. Es nuestra forma de ver el presente y como equilibramos nuestros ideales y nuestros instintos. Es el balance entre el deber ser y lo que quiero hacer.

Además de muchos otros elementos y rasgos, nuestra forma de escribir es un rompecabezas que se va armando con diferentes elementos que arrojan indicadores sobre nuestra forma de ser y podemos conocer cuál podría ser la actitud de alguien ante determinadas circunstancias o impulsos. Y puede ser una gran herramienta a utilizar como parte de un proceso de selección de personal, para terapias psicológicas individuales, de pareja o infantil e incluso como autoconocimiento.

 

Nos leemos la próxima vez…

Aclaración:
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