Cumbre de la OTAN, ¿Será que Trump busca trastocar el orden mundial?

Pareciera que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene claras intenciones de cambiar el orden económico y político mundial. Lo que no se sabe bien es si quiere transformarlo o, directamente, destruirlo.
Economía -
Foto: AP
Cumbre de la OTAN, ¿Será que Trump busca trastocar el orden mundial?

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Su desdén por Europa y por las instituciones multilaterales es de antología desde que llegó a la Presidencia. No ha dudado en despreciar a la Organización Mundial de Comercio, vulnerando los principios de libertad comercial con su indiscriminada imposición de aranceles apelando a razones de seguridad nacional; ha renegado de los Acuerdos de París destinados a combatir el cambio climático; ha sacado a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU; rompió el Acuerdo Nuclear con Irán pese a la oposición de sus aliados europeos; apoyó el Brexit, y así.

Entre tanto, se ha inmiscuido y parece muy cercano a la OPEP, aunque no pertenece al organismo petrolero, de la mano de su aliado en Oriente Próximo, Arabia Saudí, y de Rusia, el nuevo socio externo de la OPEP. Y una vez que se ha enfriado el tema de la interferencia de Rusia en las elecciones estadunidenses, cada vez se muestra más cercano al presidente ruso Vladimir Putin.

 Ahora parece dispuesto a pegar un zarpazo a otra de las instituciones multilaterales más emblemáticas, la OTAN, lo que minaría aún más el orden internacional que ha imperado desde la Segunda Guerra Mundial. Tendrá esa ocasión en la cumbre de la OTAN que comenzó ayer y que concluirá hoy en Bruselas. Dos cosas levantan sospechas: uno, el ánimo beligerante que ha mostrado con sus aliados históricos; y dos, el itinerario que seguirá en Europa.

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Respecto a lo primero, Donald Trump ha llegado con el discurso de siempre: que Estados Unidos paga demasiado por la seguridad mundial, y el resto demasiado poco, lo que no es justo. Y como siempre lo entremezcló con las quejas comerciales. Así tuiteó que mientras la Unión Europea, con sus políticas proteccionistas, hace la vida imposible a los granjeros americanos, todavía quieren que los Estados Unidos alegremente los defienda a través de la OTAN y encima paguen por ello. Alemania, en sus críticas, fue uno de sus blancos favoritos.

Respecto al itinerario, se ve su ruta con recelo. Tras la cumbre de la OTAN, en la que sólo mantendrá una reunión bilateral y será con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo que denota la poca sintonía entre los líderes europeos y el presidente estadounidense, partirá el jueves por la tarde a Londres, donde se reunirá con la primera ministra británica Theresa May en medio de una gran tormenta política por el Brexit (en 24 horas han dimitido dos ministros), y tendrá audiencia con la reina Isabel II. Lo preocupante es que el recorrido, tras pasar por Escocia, lo culminará el lunes en Helsinki, donde tendrá un encuentro con el presidente ruso Vladimir Putin, que parece ser el verdadero objetivo del viaje: en Europa e Inglaterra encontraré problemas, tuiteó Trump recientemente; luego tengo a Putin, quien será “el más fácil de todos”.

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Los más recientes antecedentes no auguran buenos presagios. Ahí queda el fracaso en las negociaciones del Acuerdo Nuclear de Irán, o el del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas. Y sobre todo el pésimo sabor de boca de la última cumbre del G7, donde después de pelearse con todos sus aliados por el arancel sobre el acero y aluminio se le ocurrió proponer la reincorporación de Rusia al G-7, para generar más escozor en las heridas abiertas, antes de partir a Singapur para hacer su show con el líder norcoreano Kim Jong-Un. Ahora, como es natural, se teme un nuevo fiasco.  

Se sospecha que Trump viene con intención de torpedear la OTAN: que se quejará de lo mal distribuidas que están las cargas del gasto en defensa, que se enfurecerá con sus aliados, que los desestabilizará y dividirá. Y después acudirá gustoso a reunirse con Putin, para estrechar los lazos entre Washington y Moscú, quien se estará carcajeando con los movimientos de su homólogo estadunidense. También la cancelación del Acuerdo Nuclear con Irán, o la floja negociación con el presidente norcoreano Kim Jong sobre su programa de desnuclearización, sin calendario ni mecanismos de verificación, Trump pareció moverse teniendo un ojo en Moscú. 

Lo peor es que se sospecha que en la reunión bilateral que mantendrán Trump y Putin el próximo lunes, con la información fresca de la OTAN, ambos mandatarios podrían estar planteando su propia estrategia y agenda a espaldas de sus aliados tradicionales, sobre todo en un tema tan delicado como la seguridad.

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Extrañamente, Donald Trump busca debilitar a Europa. Su percepción, sea por ideología, oportunismo o ignorancia, es que la Unión Europea fue fundada con el fin de rivalizar con Estados Unidos. La realidad es que los objetivos de la integración de la Unión Europea, desde el mismo Plan Marshall que alentó Estados Unidos, y los organismos multilaterales eran crear intereses y objetivos comunes que evitaran nuevos conflictos bélicos. De hecho, su conformación ha traído la época más larga de paz y prosperidad en Europa. Pero también Putin pretende desestabilizar a Europa: sólo de esta manera, Rusia puede emerger como un competente polo de poder que haga que Moscú recupere su influencia y control sobre las exrepúblicas soviéticas, como Ucrania, que en las últimas décadas han mirado más hacia Bruselas que a Moscú. En ese sentido, no es sólo crucial que Estados Unidos mantenga su rechazo a la anexión de Crimea o a los escarceos rusos en Ucrania, sino que sobre todo mantenga la ayuda militar que Ucrania recibe de Estados Unidos para combatir a las milicias. Sin embargo, con Trump, todo pende en el aire.

Los históricos vínculos transatlánticos entre Estados Unidos y Europa se han debilitado ya en lo que se refiere a las políticas comerciales. Pero ahora se corre el riesgo de que las alianzas de siempre en materia de seguridad también corran peligro, con la excusa que suele exponer Trump de que los costos de defensa no están bien distribuidos.

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Alemania es ahora el país más agraviado por no poner suficiente dinero en gasto militar, y si bien eso ha podido ser cierto en el pasado, el gobierno actual planea incrementar el gasto en defensa hasta representar 1.5% del PIB para el 2024, lo que le convertiría en el segundo país que más gasta dentro de la OTAN. Por otro lado, y ante la amenaza de un arancel sobre los vehículos y las autopartes por Estados Unidos, Berlín ha planteado un pacto plurilateral que aglutine a los principales países fabricantes de autos con el fin de llegar a un acuerdo que elimine los aranceles en el sector.

La fe en un orden mundial global basado en reglas consensuadas a través de organismos multilaterales ha funcionado muy bien. Pero sin la participación de Estados Unidos, el sistema se caería.  La realidad es que China apoya el multilateralismo sólo cuando le interesa, y Rusia lo viola consistentemente. Y sostener el sistema es fundamental: regresar a un mundo fragmentado y dividido, sin intereses comunes y con los nacionalismos aflorando en todos los rincones ante el desencanto de la ciudadanía por la crisis de 2008-2009 y el desigual reparto de la globalización, luce ciertamente como un escenario muy peligroso.

*Director de llamadinero.com y profesor
de la Facultad de Economía de la UNAM.

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