Gringos en México ganan hasta 90 mil pesos al mes, ¿por qué?

Nuestros ancestros, hace cientos de miles de años, se movían periódicamente de lugar en busca de recursos. Eventualmente, el nómada se volvió sedentario. Cientos de siglos después, con una pandemia de por medio y la tecnología permitiéndonos interactuar con nuestra realidad de nuevas maneras, regresamos a ser nómadas, pero ahora somos digitales, y chilangos.

En el 2020 las economías se paralizaron, se impuso la cuarentena y ciertos segmentos tuvieron la posibilidad de desempeñar sus quehaceres educativos y laborales desde su hogar. En ese momento las empresas, escuelas y personas entendieron que la presencia física podía ser sustituida por la presencia virtual con facilidad. Posteriormente, la economía global se reactivó, pero lo aprendido se quedó.

Empresas e instituciones adoptaron modalidades virtuales, donde el trabajo remoto generó una pequeña y creciente población de nómadas digitales que han abandonado su estilo de vida sedentario para recorrer el mundo, cargando solamente lo necesario para cumplir con sus tareas de manera virtual: una computadora y un teléfono inteligente.

Se estima que hay poco más de 30 millones de nómadas digitales, donde la edad promedio es de 32 años, es decir, principalmente millennials. De esta población andante, cerca de 15.5 millones son de nacionalidad estadounidense y varios han terminado en nuestro país.

Esto no es sorpresa, contamos con una riqueza cultural, gastronómica y natural de envidiar, además, también somos un país barato para un nómada digital que gane en dólares o euros, lo que nos convierte en un destino idóneo para este segmento de la población mundial. 

Para tener un punto de comparación, el ingreso promedio del estadounidense es de 90,000 pesos mensuales y el mexicano es de 4,658 pesos mensuales (siguiendo la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de Hogares 2020), por lo que el poder adquisitivo de un estadounidense en México puede ser hasta 19 veces mayor al de un mexicano promedio, lo que resulta muy atractivo para el nómada digital.

El problema es que las ciudades se han construido en torno al sedentario cuyo ingreso es el generado en su ciudad y no en otro país. Los propietarios y comerciantes en las zonas donde transitan los nómadas digitales han optado por incrementar los precios, buscando generar un mayor ingreso, lo cual ha desatado gran polémica.

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Este incremento en precios en zonas con nómadas digitales vuelve la vivienda y el consumo inasequible al mexicano residente en la zona, lo que termina por generar un éxodo de los habitantes hacia zonas más alejadas, proceso urbano denominado como gentrificación. Esta polémica ha generado descontento. Con abrir Twitter o dar un paseo por las zonas concurridas por nómadas se puede apreciar el cambio del paisaje y a los afectados.

Por ejemplo, el barrio popular Tepito, famoso por su inseguridad e informalidad, ha sido renombrado como Reforma Norte por parte de una constructora con el afán de cobrar rentas más caras en los inmuebles y atraer nómadas digitales. Al igual que esto, hay otros ejemplos de cambios en la configuración urbana tras la llegada y popularización del nómada digital.

El Presidente se ha pronunciado al respecto, comentando que “nosotros no podemos cerrar la frontera a quienes quieren venir a trabajar a nuestro país. Es un reconocimiento de que la Ciudad de México es de las más importantes del mundo…”

Lo cual es cierto, cerrar las fronteras sería una medida radical para México, una de las economías más abiertas del mundo. En su defecto se podrían implementar otras políticas que aseguren el derecho a la vivienda a las personas afectadas. En el caso de CDMX, la jefa de gobierno Sheinbaum ha iniciado diálogo con Airbnb (la principal plataforma mediante la cual los nómadas rentan vivienda) y la UNESCO, para sacarle provecho a los ingresos económicos que llegan a partir de los turistas, sin embargo, queda por ver las soluciones que se establezcan con estos diálogos.

Lo cierto es que la plataforma ha tenido un crecimiento fuera de serie en CDMX, de 2000 a 2020 el número de alojamientos ofrecidos incrementó 224%, pasando de 22 mil a 72 mil alojamientos. Será responsabilidad de los gobiernos elaborar políticas y estrategias que trastoquen temas de desarrollo urbano, tributarios y de bienestar social con el fin de adaptarse a las nuevas realidades.

En Barcelona, por ejemplo, se han establecido ciertas zonas de la ciudad donde no se pueden hospedar extranjeros, lo cual protege la vivienda para residentes.

Lo cierto es que la población de nómadas digitales seguirá creciendo conforme la tecnología vuelva menos necesaria la presencia física sobre la virtual, le corresponde a las autoridades encaminar el desarrollo de las ciudades buscando proteger el derecho a la vivienda y vida digna de sus habitantes a la par que se absorbe a la población entrante y se saca provecho de este cambio. 

Por Rodrigo Chávez de la Vega