A México debería preocupar guerra comercial entre EU y China

CIUDAD DE MÉXICO.- Washington cumplió con la amenaza de Donald Trump, de aumentar los aranceles en productos que aún tenían una tasa de 10%, para dejarlos en 25%, los que representaban 200 mil millones de dólares.

Esta nueva alza en aranceles afectará a los productos que comenzaron a gravarse a partir de septiembre del 2018. Abarcan a los bienes de consumo, maquinaria, materiales de construcción, componentes electrónicos y textiles. Éstos se suman a los impuestos de 25% aplicados en julio del año pasado sobre autos, robótica y la industria aeroespacial, y a los de agosto sobre productos químicos y equipo agrícola.

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Trump también ordenó a Robert Lighthizer que inicie el proceso de aumentar los aranceles sobre todo lo que China vende a los Estados Unidos, lo cual tiene un valor aproximado de 325 mil millones de dólares.

También, sugirió que el gobierno reanudará el pago a los agricultores para ayudarles a aislarlos de la batalla comercial con China, lo que indica que se están preparando para lo peor. Este punto es sumamente importante, pues implica una competencia desleal para México.

Por ahora no hay fecha para reanudar las pláticas comerciales. Trump y Xi Jinping asistirán a la reunión del G-20 en Japón el próximo mes, lo que implica una buena oportunidad para reunirse. Aun así, las dos posturas están todavía muy distantes y no hay un camino claro hacia un arreglo.

China no ha tomado represalias inmediatas, aunque si quiere luchar duro cuenta con varias opciones, si bien ninguna está exenta de inconvenientes. Tal vez la medida más fuerte sería obstaculizar la cadena de suministro global.

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China hace una gran cantidad de componentes y productos intermedios que las compañías estadunidenses necesitan para producir sus bienes finales. De hecho, muchas compañías estadunidenses han solicitado a los funcionarios de comercio exenciones de los aranceles sobre los productos chinos, pues dependen en gran medida de estos insumos intermedios.

Esto representaría un golpe muy duro contra Estados Unidos y contra la economía global en general, pues afectaría a todos los productos que son elaborados en Estados Unidos con insumos chinos. El problema es que también podría dañar la reputación de China como proveedor, para prácticamente todas las grandes compañías occidentales.

Finalmente, China podría dejar que el valor de su moneda se deprecie fuertemente contra el dólar. Eso haría que las exportaciones de China sean menos costosas, y podría compensar en parte el costo de los aranceles más altos.

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Sin embargo, esto supone un mayor riesgo. Importaciones más caras impulsarían la inflación china en un momento en que los precios ya están empezando a subir. Una moneda en caída llevaría a las compañías chinas a sacar su dinero del país, lo que podría desestabilizar el sistema financiero chino.

Casi todos los gobiernos del mundo ven con mucha preocupación este fenómeno, pues implica un golpe al crecimiento de la economía mundial. Uno de los mercados que más ha sentido los efectos de esta guerra comercial ha sido el de divisas y ni hablar de la volatilidad de los mercados de dinero.

El riesgo de desaceleración económica global ha provocado que se demanden más dólares, yenes y francos suizos, y que se abandonen las divisas emergentes, como es el caso del peso mexicano, haciendo que se haya venido depreciando. Aun así, por la propia política estadunidense, no se espera que aumenten las exportaciones de México derivado de un peso más barato.

Al parecer todas estas circunstancias no las está con templando el gobierno actual, que ha ido dejando la política exterior en un segundo plano. En el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, la política comercial externa brilla por su ausencia, y no hay una ruta clara que marque una estrategia ante unas condiciones globales cada vez más inciertas.

*Autor: Ismael Valverde-Ambriz, analista de llamadinero.com

Jbf