Petróleo y trigo dan mucho poder a Rusia, ¿por qué?

Rusia es el mayor productor de materias primas del mundo, Putin ha sabido sacar provecho.
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Rusia es el mayor productor de materias primas del mundo, Putin ha sabido sacar provecho. Foto: iStock
Rusia es el mayor productor de materias primas del mundo, Putin ha sabido sacar provecho. Foto: iStock

Eso reza el famoso adagio de Winston Churchill sobre esa nación que a lo largo de los siglos se convirtió en la mayor potencia militar de Europa y de Asia, amasando el territorio que la convirtió en el país más vasto del mundo. Pero dicho territorio es engañoso. La economía rusa es un poco mayor a la mexicana, y es un poco menor que la coreana. Y sí, es un misterio cómo una economía de mediano tamaño es capaz de sacudir al mundo de la forma en que está ocurriendo. El secreto es que de su territorio salen, literalmente, oro y diamantes.

Rusia es el segundo mayor productor de oro del mundo, sólo detrás de China, y es con mucho, el mayor productor de diamantes del planeta. Estos dos productos, asociados a la riqueza y al poder, palidecen en importancia ante la capacidad de Rusia para producir dos de las materias primas cruciales para el funcionamiento de las economías modernas: el petróleo y el trigo.

El trigo es el grano más importante para la alimentación de las economías más avanzadas, en Europa, Estados Unidos y Canadá, la mayor parte de Asia y África. De su abasto dependen la tranquilidad social y el humor de la gente. El petróleo, a pesar de los esfuerzos para descarbonizar las economías, sigue siendo la sangre que mueve la industria y el transporte.

Rusia es el mayor exportador mundial de trigo del mundo. Durante la era soviética el esquema colectivo de producción llevó a la URSS a padecer grave escasez del cereal que debilitaron su posición negociadora ante su rival de la Guerra Fría. Pero en las últimas dos décadas los agricultores rusos se convirtieron en los más productivos del planeta, catapultando a su país a la cima de los productores y exportadores de trigo y otros granos críticos para la dieta occidental.

Rusia es el mayor exportador de gas del mundo; y es el segundo mayor exportador de petróleo, detrás de Arabia Saudita, y es el segundo mayor productor, después de los Estados Unidos. La empresa rusa Norils Nickel es el mayor productor de níquel del mundo, un metal crítico para la producción de los semiconductores, tan escasos hoy en día. Rusia es el segundo mayor productor de aluminio y de platino.

Podemos continuar la lista, pero el punto queda claro: Rusia es el mayor productor de materias primas del mundo. Su vastísimo territorio, conquistado a lo largo de los siglos, le provee de metales, minerales, hidrocarburos, piedras preciosas, madera, gas natural, para exportarlo al resto del mundo y poder financiar su estrategia territorial. Así ha ocurrido desde la época de Iván el terrible hasta hoy. Rusia es el granero, y el proveedor de energía y calor del mundo.

Putin ha sabido sacar provecho de la adicción europea por el gas ruso. En el estilo de los viejos zares ha usado todos los recursos posibles para lograr sus objetivos diplomáticos y militares: a la amenaza de cercarlo con la OTAN respondía cerrando la llave del gas en medio del invierno.

Por eso es tan difícil aislar a Rusia. Extirpar a ese país de los mercados internacionales es quedarse sin el mayor proveedor de alimentos, energía y materias primas que son absolutamente necesarias para el funcionamiento de la economía moderna. Cortarla de tajo no es fácil, no existe la capacidad de suplirla en mercados tan estratégicos como el petróleo, el gas, el níquel y el platino.

O más bien, si se puede, pero entonces el mundo sufriría una escasez de granos y de energía que dispararía los precios ante la menor oferta en los mercados de materias primas. Que es justo lo que ha ocurrido en las últimas dos semanas, cuando el mundo respondió con un bloqueo económico a la invasión rusa de Ucrania.

El arma secreta de la Rusia de Putin contra el mundo es la inflación. Como si hiciera falta, a la dinámica inflacionaria ya de por si compleja que se presentaba en el mundo tras dos años de pandemia de covid, en donde la logística de muchos productos fue dislocada, y sus precios se dispararon, la exclusión de Rusia y Ucrania de los mercados globales de materias primas están haciendo que llueva sobre mojado, que a un panorama inflacionario de por sí difícil, se le sume un nudo difícil de resolver. Seguro que a Rusia y a Putin les duele el sincronizado embargo económico de occidente, desde la Coca Cola hasta American Express, pasando por la exclusión de Netflix y Amazon. Pero la venganza rusa no es inane, sacarla de los mercados de materias primas tiene un costo, que el resto del mundo está pagando ya, en el corto plazo, con mayor inflación.

Por: Édgar Amador

*amm 

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