Trabajé en un call center y no me fue tan mal como dicen

Lo primero que me di cuenta, era que la labor del call center era muy monótona, a un grado muy aburrido
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Lo primero que me di cuenta, era que la labor del call center era muy monótona, a un grado muy aburrido. Foto: Pixabay.
Lo primero que me di cuenta, era que la labor del call center era muy monótona, a un grado muy aburrido. Foto: Pixabay.

CIUDAD DE MÉXICO.- Uno de mis primeros trabajos fue en un call center. Entré ahí a aprender, porque no tenía experiencia alguna en algo relacionado con el telemarketing y demás.

Sin embargo, creo que corrí con suerte, porque al lugar en el que entré a trabajar, las condiciones eran bastante buenas, en comparación con lo que escuchas de otras oficinas.

La empresa en la que laboré, su negocio principal no eran el telemarketing. El call center era una pequeña parte de toda la estructura.

Para esta empresa, el call center servía para dar atención a sus clientes, entre otras cosas.

Las condiciones laborales eran buenas: trabajo de lunes a viernes, horario de 9 am a 6 pm, con una hora de comida diaria y días festivos para descansar. Además, mi sueldo base, más bonos por metas, bono por puntualidad y vales de despensa.

Esa, era la parte buena del trabajo.

Pero no todo fue “miel sobre hojuelas”

Como todo, al inicio, la novedad del trabajo me hizo parecer las cosas muy interesantes, y sí, no lo niego, aprendí mucho. Sin embargo, al año, comencé a cansarme y a no sentirme a gusto con lo que hacía.

Lo primero que me di cuenta, era que la labor del call center era muy monótona, a un grado muy aburrido.

El trabajo pesado era en épocas de campañas, cuando había que hacer más de 100 llamadas diarias. Algunos días, el máximo era de 130.

No en todas llamadas contestaban, pero levantar el teléfono, marcar y decir el mismo discurso hasta 80 veces en un día, se convierte en una labor muy mecánica y aburrida.

Todo esto, hacerlo los cinco días de la semana, las ocho horas de trabajo y durante meses.

Afortunadamente, las campañas no duraban mucho tiempo, a lo mucho, un mes o dos. Lo que compensaba todo, era alcanzar las metas y con ello llegaban los bonos.

Sin embargo, no todo el tiempo había campañas. Cuando esto pasaba, el trabajo sólo era para contestar llamadas de clientes con dudas, o buscar a algunos clientes para que actualizaran sus datos.

Esa parte, se tornaba muy aburrida, porque básicamente era ir a la oficina a contestar y hacer algunas llamadas. Era un acto de presencia.

¿Qué fue lo que aprendí?

Creo que nunca volvería a trabajar en un call center, sin embargo, ahora que sé cómo es la labor, entiendo que hay una persona detrás del teléfono, cada que me marcan de un banco o para ofrecerme un servicio.

Entre los consejos que nos daban, era que, si alguien nos contestaba mal o era una persona grosera, que no debíamos tomarlo personal.

Y esto es verdad. Uno hace las llamadas a cierta hora y en un día determinado. Mucha gente contesta, aunque en ese momento esté enojada, y todo puede resultar mal.

El telemarketer no tiene que tomarlo personal y lo que debe evitar es hacerse de palabras con el cliente. Pelearse por teléfono con un desconocido no tiene sentido.

Por otra parte, me sorprendió la cantidad de personas que acepta productos y servicios. Me tocó recibir llamadas de personas que reclamaban, porque no se acordaban haber contratado determinados servicios.

Y no es que se les haya hecho el cargo a la mala, existen los registros de que se hizo el contacto con el cliente y que aceptó el servicio.

Muchas veces pasa que las personas contestan distraídas, ocupadas o no ponen atención, y aceptan. Luego se arrepienten y vienen los reclamos.

También, están las personas que no revisan los estados de cuenta de sus tarjetas. Pasan meses o años, y es cuando checan sus cuentas, que notan o se acuerdan, que tienen contratados algunos servicios.

Por eso, lo aconsejable es poner atención a cada llamada que contestamos de call center. En caso de que no se pueda, lo mejor es decir que nos marquen otro día.

El seguimiento de las llamadas es muy importante, porque eso da confianza a los clientes, y demuestra interés y formalidad.

Por último, nos enseñaron a no contestar un teléfono ni un minuto antes ni después del horario de servicio. Porque precisamente es eso, que los clientes sepan que hay horas y días de atención.

Como lo mencioné al inicio, no renuncié por el trato laboral o las condiciones. Decidí dejar el trabajo, porque me resultaba pesado, aburrido y monótono.

Después de año y medio, y de pensarlo varias veces, me di cuenta que no era lo que quería y tampoco le veía futuro.

Creo que este tipo de trabajos son temporales, tienen esa utilidad. Funcionan para incorporarse al mercado laboral, ganar dinero y obtener experiencia. 

Para dedicarse de lleno al call center, se necesita un perfil orientado al servicio, y eso es algo que no todos tenemos. Lidiar con clientes es difícil.

Trabajé en un call center y no me fue tan mal.

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