David Páramo

Análisis superior

David Páramo

16 Dic, 2010

Los mejores bancos

Si bien es cierto que Bancomer y Banamex han logrado consolidar el liderazgo en la mayoría de las áreas de competencia bancaria, los dos bancos que más llaman la atención durante este año son HSBC y Banorte.

El primero de ellos, capitaneado por Luis Peña Kegel, ha venido realizando una consolidación de su forma de competir. No sólo tienen una racionalización de sus sucursales sino que, además, están concentrándose en aquellas áreas donde son altamente rentables.

Por su parte, Peña ha tomado una posición muchísimo más activa gremialmente. De hecho, lo más probable es que él sea el próximo presidente de la ABM, una vez que la mancuerna de Ignacio Deschamps y Luis Robles terminen con dos años de representación bancaria.

El caso de Banorte es muchísimo más llamativo. No sólo han venido tomando posiciones de mucha mayor competencia sino que la fusión con IXE les convierte en el tercer banco de mayor tamaño en el país.

Roberto González Barrera, presidente del único banco que se mantiene en las mismas manos que fue privatizados a principios de la década de los noventa, se ha caracterizado por ser un hombre que toma decisiones de muy largo plazo y por lo tanto quienes se la viven inventando historias sobre cambios de rumbo o de timón como el invento de que Alejandro Valenzuela podría dejar próximamente la dirección de este banco.

Vamos, nada más para que dar una idea de a qué tan largo plazo se toman las decisiones en Banorte, el Consejo de Administración de este grupo financiero anunció con seis meses de antelación que su próximo presidente del Consejo de Administración será Guillermo Ortiz Martínez.

RENOMBRADOS

No es banal detenerse a hacer una diferencia entre el sindicato de pilotos y el de sobrecargos. Mientras que el primero logró en las primeras horas del martes un acuerdo que no sólo garantiza la viabilidad de Aeroméxico sino que abre las puertas para que esta empresa lance una gran expansión nacional e internacional, los sobrecargos siguen teniendo graves problemas de liderazgo.

Ayer un grupo de sobrecargos tuvo un momento físicamente violento con Lizette Clavel y personal de la agrupación sindical, puesto que le reclaman por sus imposiciones y otros actos en contra del interés de los trabajadores.

A principios del sexenio Eduardo Sojo dio una lección de cómo usar las herramientas del mercado para evitar un ataque especulativo en el precio de la tortilla. Llegó a acuerdos con la ANTAD y los productores de tortilla de harina de maíz para que en las tiendas de autoservicio no sólo se mantuviera el precio sino que se hicieran ofertas.

El entonces secretario de Economía, ahora presidente del INEGI, logró matar la burbuja y paralelamente ofreció un programa de apoyo a los productores de maíz nixtamalizado, los cuales se quedaron un poquito más adelante de un derramamiento de saliva puesto que muy pocas tortillerías han logrado diversificar su oferta (vender sólo tortillas los hace muy ineficientes) y convertirse en misceláneas.

Bruno Ferrari demostró su poca capacidad como servidor público. El secretario de Economía se la ha pasado amenazando a los tortilleros con multas que van hasta los 80 millones de pesos, retirarlos del negocio y demás amenazas que son, en el menos malo de los casos, ridículas.

¿Realmente imagina que le impongan una multa de esa cantidad a una tortillería? ¿Le van a aplicar la multa a una organización gremial? Tampoco se la pueden imponer a la asociación gremial.

Más allá, está usando a un organismo autónomo como es la Comisión Federal de Competencia como si dependiera de él. Como le decíamos en esta columna si los tortilleros se ponen de acuerdo para subir los precios debe ser investigado por la comisión que preside Eduardo Pérez Motta.

Lo que tendría que estar haciendo el secretario de Economía, si realmente estuviera capacitado para el cargo, sería hacer un programa con los productores de tortilla de nixtamal para que se diversifiquen o, en el extremo, se dediquen a una actividad diferente.

Sin embargo, este hombre sigue tratando de hacer su trabajo “tomando cafecitos” y diciendo que quienes le critican lo hacen porque está pisando muchos callos porque ahora sí están cambiando las cosas al interior de la Secretaría de Economía.

Y en otros lugares comunes, sigue insistiendo en firmar un tratado comercial con Brasil aun cuando los empresarios no están de acuerdo con él.

José Manuel Agudo y los accionistas de Su Casita dejaron de ser serios hace muchísimo tiempo. Viven en una suerte de fantasía sobre el valor de sus activos, el tamaño de sus problemas financieros y, peor aún, sobre sus posibilidades de salir adelante.

Prácticamente no hay semana en que no inventen una fantasía nueva, mientras dejan pasar las verdaderas oportunidades de negocio como la que en su momento planteó una venta a Bancomer.