Armando Villaseñor

Brifeando

Armando Villaseñor

10 Ene, 2011

¿Cuándo empezarán a hablar de los problemas que vamos a enfrentar este año?

Una de las aficiones que más seducen —cada principio de año— a los émulos de Shanti Ananda —antes Walter Mercado— que se mueven en los espacios mediáticos es “elaborar pronósticos económicos”. Sin mediar pregunta expresa, esos expertos Nescafé en el uso de modelos econométricos sueltan “pronósticos” acerca del comportamiento de algunas variables macroeconómicas, las cuales son, simplemente, ocurrencias sin sustento y, en no pocos casos, simples buenos deseos.

Ese ejercicio —insustancial e inútil— propio de ociosos más que de estudiosos serios de la economía, debería estar prohibido para los que tienen responsabilidades públicas porque sus “pronósticos” —o el tomar como válidos los que otros elaboran por así convenir a sus objetivos políticos— pueden inducir a los agentes económicos a decisiones las cuales, dada la falta de soporte de las cifras y porcentaje expresados, podrían traducirse en pérdidas o inversiones no rentables.

Hoy, México depende —como nunca antes—, para regresar a la senda de los crecimientos mediocres (crecimientos más allá del 4.5 o 5.00% son un imposible debido a nuestras limitaciones estructurales), de la recuperación de la economía de Estados Unidos. Sin embargo, la enorme deuda pública de este país y los problemas estructurales que la recesión hizo aflorar, permiten deducir que al menos en este año no se dará una recuperación sostenida que “jalare” a nuestra economía.

La objetividad en el análisis y una comunicación clara con la sociedad —en particular con los agentes económicos privados— deberían estar despojadas de lo que pudiere dar una idea equivocada de lo que enfrentaremos los meses siguientes para no esperar un crecimiento que la falta de reformas hace hoy imposible de concretar.

En modo alguno estoy en contra de los ejercicios de modelaje econométrico; lo único que señalo es que los funcionarios no deben caer en la práctica irresponsable arriba mencionada. Una gobernación responsable los obligaría a emitir declaraciones objetivas producto, éstas, de la deducción soportada en los datos duros del comportamiento de las variables clave de la economía. Diferente es el caso de las empresas de consultoría o los particulares; elaborar y dar “pronósticos” es su trabajo, allá el que los crea.

Por el contrario, una gobernación responsable —no la que practican los demagogos e irresponsables— no debería permitir vaguedades como ésta: “Para 2011, las previsiones del gobierno federal, del Banco de México y de los principales analistas privados, nos indican que nuestra economía continuará en la ruta del desarrollo y de crecimiento; podemos esperar un año de consolidación para seguir avanzando en la agenda pendiente”.

O como esta otra: “… de manera que nosotros estamos optimistas de que vamos a tener un muy buen año,… que nosotros en este momento pensamos que la economía mexicana en este momento va a crecer alrededor de 4% para el año 2011”.

¿Dónde están, en sus declaraciones, los problemas que enfrentaremos? En ellas nada hay que empañe el panorama idílico que pinta un gobierno que sólo busca votos y “ser popular”; proceden igual que Chávez, Ortega y Evo Morales. Son diferentes en la envoltura, pero en lo que se refiere al triunfalismo son iguales.