David Páramo

Análisis superior

David Páramo

20 Ene, 2011

Voto por voto

Los miembros de la ABM tienen miedo de que se les salga de las manos el proceso de sucesión y están tratando de generar negociaciones en el Club de Industriales y no frente a la opinión pública.

Les preocupa no sólo una posible escisión sino que el gobierno meta la mano en el procedimiento.

Hay un terrible teléfono descompuesto entre los banqueros. En una esquina están quienes aseguran que en 2009 acordaron que una vez terminado el periodo de Ignacio Deschamps y Luis Robles el siguiente presidente provendría de “los bancos mexicanos”, otros niegan la existencia de ese convenio.

En aquella época se llegó a decir que la creación del a Unifin tenía como objeto separar a un grupo de bancos de la ABM; sin embargo, en el mismo Acapulco poco después de que Deschamps y Robles asumieran la representación gremial, Luis Niño de Rivera les dejó claro cuáles eran los principios y los alcances de la unión. Tienen un acuerdo claro con la ABM y las autoridades financieras.

En el lado contrario están los que aseguran que el acuerdo no escrito es que los bancos grandes se rotan la presidencia porque tienen la infraestructura para operar la ABM (que como tal es muy limitada en recursos) y, otros más, que Bancomer, Banamex, Santander y HSBC no quieren ceder el control porque representan más de 70% de las cuotas.

Entre los bancos de menor tamaño están los que aseguran que el proceso fue muy mal manejado, pues Deschamps prácticamente ordenó que apoyaran a Luis Peña y no se oyó la voz de quienes no estaban de acuerdo.

Factor de veto

Aunque no tienen el tamaño de los grandes bancos extranjeros algunos mexicanos como Inbursa de Carlos Slim, Multiva de Olegario Vázquez Aldir, Banorte de Roberto González Barrera y Azteca de Ricardo Salinas, tienen el poder de veto.

Entre los chismes que van y vienen entre los banqueros el más socorrido es que González Barrera se opone al nombramiento de Peña por cuestiones estrictamente personales. Sin embargo, esta versión no es cierta. Banorte se opone, por principio, a que el presidente de la ABM no sea de “un banco mexicano”. Dicen que si se apellidara Arrigunaga, Zorrilla, Martínez o hasta Reich, también estarían en desacuerdo.

En Banorte les irrita que se les haga ver como victimarios o factor de desunión del gremio.

Algún ejecutivo de ese banco explica que es secundaria la opinión que pueda tener González Barrera de un hombre a quien despidió hace dos años, se trata de un tema de principios y hasta dice que verían bien a Peña si antes hay un presidente que venga de “los bancos mexicanos”.

Esta versión ha catalizado el malestar que existe entre un gran número de bancos quienes buscarían un acuerdo diferente en el cual se tomen decisiones voto por voto y no voto por cuota. Quizá, dicen, las reglas estaban bien cuando había 25 bancos y no ahora que hay 41 miembros de la ABM. Se menciona que la posición de estos tres bancos mexicanos empata con la de Roberto González Barrera.

Es un hecho que Jaime Ruiz Sacristán tiene hoy más bancos que lo apoyan como Afirme, Bajío y Ve por Más (Bx+), por mencionar algunos y los antes mencionados, como Inbursa, Multiva, Banorte y Azteca.

Por cierto, quienes están muy acelerados buscando una revolución deberían estar muy pendientes de la posición de Azteca, Inbursa y Multiva. Estos poderosísimos bancos abiertamente están a favor de una solución negociada en la que se mantenga la unidad gremial y se respeten acuerdos.

La institución que preside Luis Niño de Rivera está buscando un acuerdo en el cual se reconozca la realidad bancaria y que se establezcan procedimientos que garanticen la representatividad del gremio.

Alternativas

La oposición en contra de Peña ha generado una serie de escenarios que se han venido analizando aceleradamente en los últimos días.

Se llegó a proponer la reelección de quienes hoy representan a la Ve por Más (Bx+). El acuerdo simplemente no vuela porque los dos ejecutivos de Bancomer no están dispuestos.

Banorte ha dejado claro que no están interesados en que ni Guillermo Ortiz (quien asumirá la presidencia del banco en marzo) ni Alejandro Valenzuela presidan el gremio.

Hace dos semanas Banorte llegó a considerar la posibilidad de que Niño de Rivera surgiera como un candidato de unidad, puesto que tiene el apoyo de todos ya que es un banquero con gran capacidad política; sin embargo, parecería que esta posibilidad no le gustó al gobierno. Malo que el presidente de un gremio privado tenga que tener “bendición” del Presidente o el secretario de Hacienda.

Desde el viernes, Deshcamps y Robles están buscando una solución concertada a través de la cual nadie quede resentido y, como es el deseo de todos, se mantenga unido al gremio.

Hace poco menos de dos años señalamos en esta columna que el reto de Deschamps era mantener la unidad del gremio. Tras una labor que es aplaudida por muchos, el fantasma está de regreso y hay quienes no vislumbran una salida parecida.

Lo mejor que le puede pasar es que se enfríen los ánimos y se tome una decisión en la que se resuelva de fondo la ecuación: Voto por voto. En cualquiera de los escenarios se debe reconocer que “los bancos mexicanos” requieren de una voz más fuerte.