Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

21 Ene, 2011

El buen deudor

Doktor Dinero: No pretendo quejarme, pero estoy en un grave aprieto económico: Hace seis meses me quedé sin empleo y, por más que he buscado, no he encontrado nada. A pesar de que nos hemos apretado el cinturón los ahorros que teníamos están prácticamente agotados y hay gastos importantes (como la colegiatura de la escuela de los niños y pagos de ciertos préstamos personales) que ya no voy a poder solventar ¿Qué hago?

Todos estamos expuestos a enfrentar épocas de “vacas flacas” de las que, aun con la mejor antelación en la planeación financiera (tener ahorros o cuentas de emergencia), no podemos salir adelante ya sea por su severidad o por el tiempo que toma resolverla.

El problema es cuando, al llegarnos el agua al cuello empezamos a actuar de manera desesperada, la actitud más común que adoptamos es el dejar de pagar nuestras deudas o compromisos y escondernos de nuestros acreedores, en gran parte porque estamos acostumbrados a vivir en una cultura de “debo y no pago ¿y qué?” Esto no sólo es un problema ético (realmente ¿a quién le importa la ética en situaciones desesperadas?), puede tener graves repercusiones económicas como boletinaje en tu expediente de crédito, pérdida de bienes o servicios necesarios e incluso cargos mercantiles o penales.

Ante la posibilidad de empezar a deber (o aun cuando ya estás rodeado de deudas) lo que debes hacer es algo muy simple: empezar por dar la cara a tus acreedores. Aunque no lo creas, según todos los expertos y responsables de áreas de crédito y cobranza que consulté, la mejor manera de encontrar una solución a tus problemas es sentarte cara a cara con la gente a la que le debes, explicarles la situación por la que atraviesas y pactar un nuevo trato. Ciertamente ésta es una táctica que no te va a servir en todos los casos (hay gente que te va a cerrar las puertas ¡o pagas o te vas!) pero, en la gran mayoría tus acreedores van a trabajar contigo, no por ser hermanitas de la caridad sino para encontrar un camino conveniente para ambos.

Empieza por hacer una cita con cada uno de tus deudores (el director de la escuela de tus hijos, por ejemplo) y sigue los siguientes pasos. Recuerda que tu posición no debe ser ni de víctima (¡pobrecito de mí!) ni de victimario (¡o de mi modo o de ningún modo!) sino de disposición al diálogo:

1. Prepárate: Antes de sentarte con tus acreedores analiza bien “los números” (tus activos, tus deudas, tus compromisos) para que puedas tener un panorama claro de la situación que enfrentas; también haz una lista de todas las medidas y recortes de gasto que estás haciendo para enfrentar la situación.

2. Sé claro y verdadero: Empieza por plantear la situación sin rollo y en pesos y centavos, deja en claro que tu situación actual te orilla a dejar de pagar o a necesitar una reducción en los pagos pero que tu intención es arreglar las cosas para incumplir lo menos posible. No exageres tu situación plantea las cosas tal y como son; explica las medidas adicionales que estás tomando para demostrar tu seriedad y compromiso.

3. Lleva una idea de lo que quieres… Sé claro con lo que vienes a pedir. Por ejemplo para el caso de la escuela de tus hijos que es lo que necesitas ¿atrasarte en la colegiatura un par de meses o una reducción de cuotas por un año? Entre más claro seas en tu planteamiento mejor vas a poder obtener lo que requieres.

4. … pero sé flexible. No asumas que vas a conseguir exactamente lo que estás pidiendo, lo mejor que puedes esperar es que exista un compromiso de ambas partes para ayudarte a salir adelante; el mejor arreglo, el único sostenible, es el que es mutuamente benéfico.

5. No te comprometas a lo que no puedes. Si después del diálogo no consigas lo que quieres, jamás pactes un acuerdo que de antemano sabes que tampoco vas a poder solventar, aun cuando te lo presenten como tú “última opción”. Las consecuencias de no cumplir una renegociación pueden ser graves para tu patrimonio y tu persona.

6. Y después… Si eres exitoso en la negociación (consigues que te reduzcan la colegiatura o una prórroga en los pagos), mantén tu palabra a lo largo del acuerdo. Nunca busques aprovecharte del trato y procura siempre manejar la relación con seriedad. Periódicamente siéntate con tus acreedores y plantéales como va desenvolviéndose tu situación.

7. Resarce el favor. Tan pronto como tu situación mejore tu prioridad debe ser regularizar la situación. Y en el momento en que tu estés en la situación de ayudar a alguien que enfrente una época de “vacas flacas” debes recordar las atenciones que tus acreedores alguna vez tuvieron por ti.