Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

21 Nov, 2011

Mapaches

El personaje del momento saltó a la escena pública hace 20 años. Surgió desde abajo, sorteando todo tipo de obstáculos para llegar a la cima, uno de ellos gigante y monstruoso. Cuando logró su objetivo, se le escamoteó el crédito; ya cuando lo obtuvo, tuvo que recorrer las cañerías para conseguir nuevos reconocimientos. Hoy, que su nombre es símbolo de liderazgo gracias al trabajo de años, se pretende ensuciarlo, so pretexto de la corrección política.

Se trata, obviamente, de Super Mario. No Mario Monti, el flamante primer ministro de Italia, que hace dos décadas apenas iba construyendo su prestigio como economista en las aulas de la Universidad de Turín, famoso por imponer una millonaria multa a Microsoft en 2001 y que hoy tiene sobre sus hombros la titánica tarea de restablecer la estabilidad de su patria, tras el desastre de la era Berlusconi.

Monti, de ascendencia argentina, debe su mote a otro héroe de nacionalidad italiana, pero nacido en Japón. En 1981, en pleno apogeo de los llamados arcade (las maquinitas tragamonedas de las farmacias), el desarrollador Shigeru Miyamoto diseñó un juego de triángulo amoroso tipo La Bella y la Bestia, inspirado en la fábula de King Kong, con un gorila, una princesa y un carpintero dispuesto a rescatarla. La versión estadunidense, llamada Donkey Kong, se convirtió en un éxito. Pero fue el héroe de tirantes y mostacho, llamado inicialmente Jumpman, quien catapultaría a Nintendo durante muchos años como una de las principales industrias del entretenimiento casero.

Mario —bautizado así por su parecido físico con el empresario Mario Segale, arrendador de las oficinas de Nintendo en Estados Unidos— reúne todas las características que en el drama definirían a un personaje complejo: pasó de héroe a villano en Donkey Kong Jr.; cambió de oficio de carpintero a plomero en la serie Mario Brothers, donde él y su hermano Luigi se la pasaban pateando tortugas y recolectando monedas; y adquirió toda suerte de poderes mágicos —entre ellos volar— en la saga Super Mario Brothers (se le acusó incluso de recurrir a hongos alucinógenos). Fue personificado en la pantalla grande por el muy competente actor inglés Bob Hoskins, aunque ni éste ni su antagonista —el legendario Dennis Hopper— lograron salvar a aquella película, de 1993, del desastre.

Con excepción de las versiones que elaboró Coleco para el Atari 2600, Mario ha sido emblema exclusivo de Nintendo y sus consolas, y su carisma es el factor para que la firma japonesa continúe dando batalla en el reñido mercado de los videojuegos. Recientemente volvió a ser noticia por el lanzamiento del juego Super Mario 3D Land, objeto de la crítica de la ONG internacional Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por sus siglas en inglés).

Esta organización, célebre por sus rudas campañas y performances, colocó la semana pasada en su sitio web un video en el que cuestiona a Mario por vestirse con piel de tanuki —una variante asiática de mapache—, acompañado de imágenes crudas de cómo se caza a estos animales para ser desollados vivos. También incluye un juego online estilo gore, en el que Mario vuela envuelto en una piel ensangrentada.

Si lo que quiso PETA era llamar la atención, lo logró. Si pretendía concientizar a los niños y jóvenes sobre la cruel caza de tanukis, es muy probable que hayan conseguido lo contrario, a juzgar por la airada reacción en redes sociales y blogs. Y es que, sin contar su desconocimiento de la narrativa ficticia de los videojuegos, la corrección política parece más preocupada por una piel mágica que brinda poderes especiales que por la violencia gráfica de juegos como Mortal Kombat, Grand Theft Auto y Call of Duty, donde la sangre que corre a chorros sí alude a la de humanos reales.

Ante las críticas por su campaña y la propia respuesta de Nintendo, PETA ha dicho que se trata de una simple broma. Ardid propagandístico o no, quien haya tomado en serio sus argumentos ahora tendrá motivos de sobra para considerarlos cosa de juego, sin opción a vida extra.

marco.gonsen@nuevoexcelsior.com.mx