Manuel Somoza

Inversión inteligente

Manuel Somoza

5 Ene, 2012

Perspectiva para 2012

No cabe duda de que el año pasado fue particularmente difícil para los mercados financieros del mundo. La falta de decisión política en Estados Unidos para resolver su déficit, y al mismo tiempo instrumentar dispositivos que permitan retomar un crecimiento sostenido, fue uno de los factores que más afectaron a los mercados; el otro problema, sin lugar a dudas, fue la incapacidad de los países de la eurozona para resolver la crisis de la deuda soberana en la que están metidos.

A pesar de que al día de hoy estos dos problemas aún están vigentes, mantengo un optimismo moderado para 2012, fundamentado en que los estadunidenses se verán forzados a definirse debido a que los ciudadanos de ese país castigarán con su voto la falta de diálogo que ha existido entre demócratas y republicanos. Por lo que se refiere a Europa, aunque con mecanismos poco ortodoxos, el Banco Central Europeo inyectará a los mercados los euros suficientes para empezar a reestructurar los balances de los países más endeudados.

En 2011, aunque parezca paradójico, el activo que más rindió fueron los dólares, ya que con excepción del yen y del yuan, prácticamente todas las monedas se devaluaron contra el dólar, y digo que es paradójico porque Estados Unidos está en uno de los peores momentos financieros de su historia; sin embargo, para los inversionistas sigue siendo el lugar que les da mayor seguridad cuando el panorama mundial es tan confuso. El euro se devaluó 3% contra el dólar, pero las monedas de los países en desarrollo sufrieron más: El peso mexicano se devaluó 13% con respecto al dólar; el real brasileño, 12%; casi igual que el peso chileno. Por eso el ganador fue el dólar; además de que el efecto de este fenómeno de comprar dólares cuando hay miedo, provocó que el precio de sus bonos de largo plazo subiera en forma muy importante, con lo cual los treasury bills emitidos a 10, 20 y 30 años rindieron más que sus propias Bolsas de Valores. El rendimiento del Dow Jones y del S&P500, sumados los dividendos, dieron 8% y 2%, respectivamente, en tanto que los treasuries de largo plazo tuvieron rendimientos por encima de 10 por ciento.

Mi expectativa es que el peso se mantenga en un rango de 12.90-13.50 por dólar a lo largo del año y que la Bolsa Mexicana de Valores, al igual que las Bolsas estadunidenese, ofrezcan ganancias de dos dígitos; por supuesto que en este planteamiento no espero que los bonos de largo plazo vuelvan a ser los ganadores. Creo que el crecimiento del PIB en México podrá ser de 3.8% y el de Estados Unidos de 2.5%; Europa entrará en una recesión ligera (probablemente ya está ahí) y China e India lograrán avanzar a tasas de 9% y 8%, respectivamente, con lo que su contribución al crecimiento mundial será muy importante.

En virtud de que los graves conflictos aún no se han resuelto, los inversionistas deberán protegerse buscando activos bien diversificados; por ejemplo, me gustan las inversiones en pesos a largo plazo, sustentadas en valores gubernamentales que son los que ofrecen la mayor liquidez; esto para poder entrar y salir conforme se vayan moviendo las tasas de interés. También me gustan las inversiones en Bolsa, tanto en la mexicana como en las estadunidenses, porque aunque no creo que las utilidades de las empresas crezcan al nivel que lo hicieron el año pasado, presiento que lo que se va a modificar hacia arriba, son los múltiplos de los mercados que están históricamente bajos. Asimismo, me gustan las inversiones en bienes raíces en México, porque los precios están muy por debajo de los niveles internacionales, y en Estados Unidos, porque la construcción que ha estado parada ya casi tres años, empezará a animarse.

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