Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

9 Ene, 2012

Primaveras

Una fotografía que circuló en redes sociales se convirtió en uno de los íconos del rol que desempeñó la tecnología en la gestación de la Primavera Árabe. En una de las múltiples manifestaciones en la plaza Tahrir, de El Cairo, un hombre sostiene un cartel en el que los logotipos de Explorer, Google, Yahoo!, PayPal y Twitter forman la palabra Egypt (Egipto). Una ingeniosa pancarta que, en realidad, hacía honor al papel que jugaron Facebook y otros portales para convocar a la primera gran concentración multitudinaria que el 25 de enero de 2011 exigió la salida del dictador Hosni Mubarak. El resto ya es historia conocida.

Casi un año después, cuatro de las firmas que con su letra inicial formaron el singular acróstico del cartelón egipcio podrían convertirse en protagonistas, a escala global, de otro peculiar activismo cibernético. El motivo: oponerse a los proyectos de ley Protect IP Act (PIPA) y Stop Online Piracy Act (SOPA), que constituyen una sola iniciativa de protección a los derechos de autor, cuya discusión y probable votación en el Senado estadunidense está prevista para el próximo 24 de enero.

Se trata de un debate de posturas radicales que podría cobrar fuerza en medio de la actual efervescencia electoral estadunidense, en el que ya se experimentó el peso de las redes sociales, como lo demostró la elección del presidente Barack Obama. Presentada el último octubre por el congresista republicano Lamar S. Smith, la ley SOPA pretende combatir la piratería en línea mediante el otorgamiento de mayores facultades al gobierno de EU contra sitios que comercialicen ilegalmente productos o contenidos protegidos por las leyes de propiedad intelectual, incluso si éstos están fuera de la Unión Americana.

Entre los poderes con que contarían las autoridades de justicia de EU estaría el de solicitar a buscadores como Google que impidan el acceso a páginas web sospechosas de infringir el copyright, sin importar su ubicación o nacionalidad, así como bloquear ciertas operaciones financieras y de cobro de servicios como las que facilitan sitios tipo PayPal. Proveedores de dominios, que en su mayoría están radicados en Estados Unidos, también estarían obligados a inhabilitar portales nacionales y extranjeros que estuvieran en la mira de Washington por la presunción de que se roban contenidos.

Este es precisamente uno de los puntos que más ha desatado la oposición de las grandes firmas de internet, preocupadas por lo que consideran lagunas en la redacción de la ley que, a su juicio, podrían convertirse en pretexto para vulnerar la libertad de expresión y expondrían incluso a simples usuarios a ser objeto de persecución judicial. Advierten incluso que se abre la puerta a un monitoreo a internet omnipresente y totalitario, semejante al que ocurre en China, y con esa bandera han desplegado en la red una propaganda cuyo punto más cuestionable ha sido el maniqueísmo.

Más allá de la corrección política, lo que parece subyacer es una batalla entre dos industrias gigantes del entretenimiento y la información. Una, representada por la música, el cine y la televisión, que tradicionalmente ha estado sometida a estrictos y farragosos controles jurídicos, y otra, la del ciberespacio, cuyos principales protagonistas crecieron mientras no sintieron el rigor de un andamiaje legal complejo.

Por lo pronto, representantes de sitios como AOL, Facebook, eBay, Wikipedia, Twitter y LinkedIn se han aglutinado en la iniciativa NetCoalition.com, desde donde difunden su oposición a los proyectos de ley referidos, tomando como argumento de autoridad a activistas como Al Gore y, según versiones difundidas por el sitio ExtremeTech, planean una especie de apagón en sus servicios el próximo día 23, en la víspera de la sesión camaral que debatirá su futuro. Aunque se trata de una idea preliminar, la propaganda los hace ver como actores de una nueva primavera global de pretensión libertaria. Y acorde con esta visión, del lado de los malos están quienes apoyan la ley SOPA, entre ellos las cámaras de comercio, los estudios de cine, las cadenas de televisión y el sindicato de actores de Hollywood, a quienes, si la justicia les asiste, les urge un giro en el guión.

 

                                      marco.gonsen@nuevoexcelsior.com.mx*