Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

30 Ene, 2012

Amistades

 “Yo quiero tener un millón de amigos...” Esta frase de la vieja canción del brasileño Roberto Carlos encarna la filosofía de los usuarios de Facebook y Twitter que, poco a poco, le agarraron sabor a la acumulación de contactos como si fueran estampillas. Se trata de uno de los más fascinantes atributos de las redes sociales: de ser una vía más para comunicarse y expresar estados de ánimo con familiares y conocidos, se convirtieron en canales de comunicación para compartir noticias, fotos, videos, enlaces, ligas y comentarios con cientos e incluso miles de amigos o seguidores. La posibilidad de ser líder de opinión nunca estuvo tan al alcance de cualquier persona como ahora. Basta una computadora, un smartphone, una cuenta gratuita, y listo.

La posibilidad de “tener voz” y no sólo ser testigo del acontecer cotidiano generó un uso político de las redes del cual se han escrito millones de cuartillas y del que poco nuevo hay que decir, salvo las expresiones de lamento o repudio que miles de cibernautas emitieron tras el anuncio, el pasado jueves, de que Twitter retirará contenidos en determinados países si se determina que contravienen leyes locales.

Si bien los tuits que encuadren en este supuesto sólo se retendrán en las naciones donde se generen o infrinjan normas —y por tanto podrán ser leídos en el resto del mundo—, los gritos de “censura” no se hicieron esperar. No los hubo, al menos en esa magnitud, cuando otros sitios como YouTube comenzaron a aplicar políticas parecidas. De hecho, ya casi nadie pone el grito en el cielo si un video es retirado por las razones que el propio portal considere pertinente.

Más allá de este debate ideológico y comercial, existen miles de usuarios que acceden a redes sociales sin mayor pretensión que la de comunicarse con sus allegados. Son frecuentes los reencuentros entre compañeros de aula y de trabajo gracias a Facebook, MySpace o el viejo Hi5 (un privilegio que aún no puede presumir Google+, con dificultades aún para generar arraigo entre sus inscritos). En este contexto de utilidad, no extraña que de unos meses para acá comience a cobrar auge un nuevo modelo de red social en el que claramente se subordina la cantidad a la calidad.

Este modelo se llama Path, y de entrada no se presenta como una red social, sino como un diario inteligente. Es una aplicación disponible sólo para iPhone y Android, con un diseño muy atractivo que permite compartir textos (como Twitter y Facebook), fotografías con filtro (como Instagram), música (como Soundtracking) y ubicación (como Foursquare). Su aportación nueva es divulgar en qué momento está uno despierto o dormido (una suerte de tweetoff, pero de una forma más elegante), así como un reloj que marca en qué momento se realiza cada actividad.

Otra de sus cualidades únicas es que sólo se puede consultar mediante smartphone, estando pendientes aún las versiones para BlackBerry y Windows Phone. Es posible ver quién revisa tus contenidos e incluye mayor variedad de emoticons para expresar algo más que un “me gusta”. Pero la más revolucionaria aportación de Path es que limita a 150 el número de amigos con que se puede contar, inspirado en los estudios de Robin Dunbar, profesor de la Universidad de Oxford. De acuerdo con sus teorías, los seres humanos tendemos a tener en la vida cinco mejores amigos, 50 personas cercanas y familiares, y 150 amigos-conocidos en total. Se trata, en síntesis, de compartir con las personas que realmente importan. Las que uno invitaría a una fiesta.

Creada en noviembre de 2010 por Dave Morin, ex ejecutivo de Facebook, y Shawn Fanning, desarrollador de Napster, Path es una aplicación gratuita que aún no ha definido su vía para generar ganancias, salvo la venta de filtros fotográficos tipo Instagram. Sin embargo, ha contado con buenos amigos patrocinadores: una nota de Forbes revela que entre sus inversionistas iniciales está Ron Conway, conocida figura empresarial de Silicon Valley, y el actor hollywoodense Ashton Kutcher, quienes probablemente confían en que hacer amigos y negocios no pasa necesariamente por tirar gobiernos.

marco.gonsen@nuevoexcelsior.com.mx