México, ¿la séptima economía del mundo?

La semana pasada, una importante casa de inversión norteamericana opinó que en 2020 México podría ser la séptima economía del mundo; si no me equivoco, actualmente es la número 13. Después de leer la noticia, me quedé pensando si era un escenario realista o únicamente eran buenos deseos; finalmente llegué a la siguiente conclusión, la cual me gustaría compartir con ustedes.

Por supuesto que este país cuenta con todo lo necesario para que nuestra economía llegue a ser la séptima del mundo. Sin embargo, desde mi punto de vista tienen que suceder dos cosas: en primer lugar, dada la estructura económica que tenemos, para que lo anterior sea posible, la economía de Estados Unidos tendría que mantener en los próximos ocho años un crecimiento satisfactorio; es decir, mantener un PIB desarrollándose a niveles de 3% por año. Lo anterior es de vital importancia, porque somos muy dependientes de la economía norteamericana; es más, me atrevo a decir que a partir de 1993, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, México se empezó a convertir en una potencia exportadora y creo firmemente que actualmente eso somos, una potencia exportadora; esto se ha logrado entre otras cosas gracias al TLCAN y, por supuesto, a nuestra vecindad con la nación más poderosa del mundo.

Estoy cierto que esta condición, para llegar a ser el séptimo país del mundo, sí se va a dar; tengo plena confianza en que la economía estadunidense se va a recuperar de la enorme crisis económico-financiera de 2009, la cual hasta la fecha ha impedido que EU logre crecimientos de 3% a 3.5%, que es lo que ha logrado esa nación hacer en forma permanente en las últimas décadas.

La segunda situación que se tiene que dar para que México alcance tan apreciable objetivo, es que lográramos fortalecer nuestro mercado interno. Es muy claro que si vemos a nuestro país hacia adentro, las cosas simplemente no se están dando, debido a que no hemos llevado a cabo las tan traídas y llevadas reformas estructurales.

El gobierno en sus tres niveles (federal, estatal y municipal) no cuenta con recursos suficientes para hacer las inversiones que se requieren en educación, salud, infraestructura y, por qué no decirlo, ahora en seguridad. Esta falta de recursos es consecuencia de no haber hecho una reforma fiscal integral; del mismo modo, no se ha llevado a cabo una reforma energética que atraería decenas de millones de dólares en inversión directa y, por supuesto, sigue estancada una reforma laboral que aliente la creación de empleos.

Los salarios de los mexicanos son bajos y nos son suficientes para incrementar el consumo; en México ha prevalecido la idea de que para apoyar el crecimiento, uno de los pilares tiene que ser el pagar salarios ínfimos, en lugar de promover mejores ingresos fundamentados en productividad. En fin, si lleváramos a cabo las reformas estructurales que tienen secuestradas los legisladores mexicanos, y la economía de EU se desarrolla en forma satisfactoria, por supuesto que México podría ocupar el lugar número siete en la economía mundial.

Ojalá y los candidatos tuvieran el objetivo de llevar a México a ese lugar; asimismo, en forma paralela, disminuir cuando menos en 10% el número de pobres en seis años, pero claro, esto no sólo ponerlo como objetivo sino establecer qué harían para lograrlo; ya es tiempo de que les exijamos a los políticos que nos digan claramente qué es lo que tienen que hacer para cumplir sus promesas. Basta de decir qué queremos obtener, es hora de precisar cómo le vamos a hacer.

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