Colegio de Contadores Públicos de México A.C.

Colegio de Contadores Públicos de México A.C.

Colegio de Contadores Públicos de México A.C.

25 Mar, 2012

Democracia hoy

Las democracias no mejoran su calidad porque sus ciudadanos no se educan y no participan, y no lo hacen porque el demos término en griego es precario ¿Cómo romper el círculo vicioso?

 

Al atisbar las democracias en el mundo de hoy, no es difícil concluir que no hay una perfecta. También se facilita deducir que algunas están más avanzadas que otras en cuanto a su propósito central: que los poderes constituidos representen, en la realidad práctica, los intereses del demos, del pueblo, de la mayoría.

En cuanto al grado de calidad de estas democracias, éste sólo puede medirse al sopesar la verdadera representatividad de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales. En este sentido, cuando se analizan las democracias de los países con mayor peso económico en el mundo y se mapean los intereses dominantes, tanto legales como de facto, y sus procedimientos de cabildeo (que es la manera práctica de influir en la toma de decisiones), es evidente que los intereses económicos, familiares, de grupo o gremiales mejor organizados han logrado secuestrar en su beneficio, a congresos y parlamentos, así como a instancias de decisión del Ejecutivo. Todo ello dentro de la legalidad.

Dichos intereses logran por esta vía, por ejemplo, prebendas tributarias que prácticamente legalizan la evasión fiscal o accesos a privilegios legislativos que propician la configuración legal —difícilmente legítima— de oligopolios del más diverso tipo. Esta realidad plantea, desde hace décadas, serias dudas sobre la calidad de esas democracias, por más perfeccionados que tengan sus procesos electorales y por más legales que sean sus prácticas de cabildeo.

Este fenómeno general, porque también la globalización mundializó a los cabilderos, ha puesto cada vez mayor énfasis en mecanismos de democracia directa, que permitan la participación ciudadana en los gobiernos (referéndum, plebiscito, iniciativa popular, revocación del mandato, etcétera).

Por otro lado, y para que el análisis sea completo, es pertinente medir la calidad del ciudadano. La democracia siempre lo ha supuesto como actor central. Éste debe saber leer, escribir, conocer del mundo, discutir, participar. Si el ciudadano aprecia la libertad, requiere responsabilidad, y educarse es parte de ella. Las democracias precarias tienen, por lo general, ciudadanos no preparados y no participativos, dispuestos a que alguien les diga qué hacer y a que otros tomen decisiones por ellos.

Epílogo

Es un círculo vicioso: las democracias no mejoran su calidad porque sus ciudadanos no se educan y no participan y no lo hacen porque las democracias son precarias ¿Cómo romper el círculo vicioso? Participando más, informándose mejor, influyendo y discutiendo con fundamento y tolerancia, y respetando la ley por convicción, no por compulsión o coerción. Mundialmente, la participación es creciente y cada vez más intensa, incluso contestataria. Asimismo, cada vez son más transparentes los intereses (legítimos y abusivos) a quienes favorecen las decisiones.

Este artículo refleja la opinión del autor y no necesariamente del colegio.
*Columnista de la revista
Veritas del Colegio de Contadores Públicos de México y ex presidente del IMCP

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.