Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

12 Nov, 2012

Ralph el pionero

¿Le suena conocido el argumento de esta película? Primer acto: los niños juegan con un grupo de personajes ficticios que cobran vida cuando no están a la vista de los humanos.

Segundo acto: dos de estos personajes pelean entre sí, movidos por sentimientos de animadversión o envidia.

Tercer acto: surge un enemigo común que terminará convirtiendo en amigos a quienes hasta ese momento se comportaban como rivales.

Si pensó en Toy Story (1995), tuvo razón. Pero en realidad este guión ajusta perfectamente con la más reciente producción de los estudios Disney, Wreck-it Ralph (Ralph el Demoledor), que podría considerarse como una actualización de aquella entrañable historia de juguetes, pero dirigida esta vez a la generación de gamers cuya niñez y adolescencia ochenteras estuvieron marcadas por los viejos locales de maquinitas tragamonedas (conocidas en inglés como arcades) y en las primeras consolas de cartuchos, como el Atari 2600, Intellivision, Colecovision, Sega y Nintendo.

El punto en común entre ambas películas es John
Lasseter
, fundador de Pixar, donde dirigió Toy Story, y que hoy, ya instalado en Disney como director creativo, produjo e imprimió su sello a Wreck-it Ralph, una historia que rinde culto a viejos juegos en 8 bits como Q*bert y que curiosamente también está en deuda con otra cinta igual de emblemática, Who framed Roger Rabbit, producida por Touchstone Pictures, otra subsidiaria de Disney.

Así como Roger Rabbit reúne en una sola película a personajes del cine clásico animado del Hollywood de los años 40, aun provenientes de diferentes estudios, en Wreck-it Ralph conviven lo mismo el villano Bowser y la princesa Daisy de Super Mario Bros. (pertenecientes a Nintendo) que el elenco casi completo de Street Fighter II, de Capcom.

Kano y Smoke, de Mortal Kombat, representan a Midway, mientras Sonic the Hedgehog hace lo propio por Sega. Pacman y los fantasmas corren por cortesía de Namco, en tanto que la rana Frogger funge como embajadora de Konami. Pocas veces tantas marcas han convivido en un mismo crossover.

Pero, con todo, es poco probable que los nostálgicos de aquella época dorada reparen en que el nombre del protagonista principal alude inconfundiblemente a Ralph Baer, un ingeniero estadunidense de origen alemán que en marzo pasado cumplió 90 años y a quien se le conoce como el padre de los videojuegos, al haber diseñado la primera consola casera comercial llamada Magnavox Odyssey, cuyo primer prototipo se exhibe actualmente en el Museo Smithsonian de Washington.

El invento de Baer, cuyo aportación más notable era una simple versión electrónica de ping-pong, salió a la venta en agosto de 1972 y fue víctima de una mala publicidad que hizo creer a muchos consumidores que sólo funcionaba en televisores Magnavox.

Atari lanzó el 29 de noviembre de ese año un juego idéntico llamado Pong, el cual, aunque perdió al final la batalla legal por la patente con los fabricantes de la Odyssey, prevaleció en el imaginario popular como el primer videojuego doméstico de la historia.

El tiempo hizo justicia a Ralph Baer, quien recibió el 13 de febrero de 2006 la Medalla Nacional de Tecnología de manos del presidente George W. Bush y el primero de abril de 2010 ingresó al Salón de la Fama de Inventores Estadunidenses, uniendo su nombre al de 500 innovadores que han transformado la vida cotidiana en los últimos tres siglos.

Y lo mejor es que, al igual que su tocayo animado, Ralph Baer es ya personaje de una película de próximo estreno. Se trata del documental independiente titulado The King of Arcades, actualmente en fase de posproducción, financiado con un modesto presupuesto de 175 mil dólares por el sitio web Kirkstarter y dirigido por un entusiasta y apasionado Sean Tiedeman. Su proyecto pretende documentar el impacto de una cultura a la que Disney rindió homenaje en su más reciente y espléndido blockbuster

The King of Arcades, cuyo estreno está previsto para 2013, hurga en los secretos del antiguo taller de Baer, quien además de aparecer en el trailer promocional del documental, ha dado entrevistas a diversos medios en las que lamenta el giro violento que adoptó su invento en las últimas décadas.

Con una vitalidad que envidiarían muchos que tienen la mitad de su edad, este nonagenario Ralph aún sigue demoliendo y ganando muchas medallas y vidas extras.

marco.gonsen@gimm.com.mx