Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

1 Abr, 2013

Big Bang

Como el título lo sugiere, esta colaboración trata sobre el humor, el humor del bueno.

No se refiere, en principio, al título de la popular comedia televisiva The Big Bang Theory, que desde 2007 satiriza por igual la ciencia ficción y la ciencia real, que el culto a los cómics, la cibernética, los videojuegos y los gadgets.

Curiosamente, hay un punto de conexión entre el humor de este sitcom —que tendrá una séptima temporada, según anunció el miércoles la cadena CBS en su sitio web— y el origen de uno de los textos científicos más influyentes sobre la creación del universo, publicado hoy hace 65 años.

Se trata del artículo El origen de los elementos químicos, que apareció en la prestigiosa revista científica estadunidense Physical Review el 1 de abril de 1948, bajo la firma de los físicos Ralph Asher Alpher, Hans Bethe y George Gamow, continuadores de las teorías iniciadas dos décadas antes por Georges Lemaître y Edwin Hubble acerca de la creación del universo a partir de un momento específico, presumiblemente la explosión de un átomo primigenio que dio lugar a su posterior expansión y enfriamiento.

En realidad, el texto fue escrito sólo por Alpher y Gamow, quien decidió incluir en la autoría a Bethe —Premio Nobel de Física en 1967— con el único fin de bromear en el sentido de que el artículo fue escrito por Alfa-Beta-Gama, por la semejanza de sus apellidos con las primeras tres letras del alfabeto griego.

Con el tiempo, el artículo se volvió un clásico y llegó a ser más conocido por el apodo The Alpher-Bethe-Gamow paper. Su historia fue investigada y divulgada por el periodista británico Simon Singh en el libro Big Bang: The Origin of the Universe (2005), en el que narra sobre todo los esfuerzos de Alpher por profundizar en las teorías del belga Lemaître, quien nunca usó las palabras Big Bang, pero sí creía en la existencia de “un día sin un ayer”.

Tanto Alpher, en ese momento estudiante de posgrado, como su profesor y asesor Gamow, nacido en Ucrania y nacionalizado estadunidense, estaban convencidos de que las teorías de Lemaître también podrían explicar la abundancia en la naturaleza de elementos ligeros (como el hidrógeno y el helio) y la escasez de elementos pesados (como la plata y el oro), de acuerdo con el relato de Singh.

A sus 27 años, Alpher se convirtió en una celebridad al defender su tesis doctoral en aquella primavera de 1948, durante una sesión pública que contó incluso con la presencia de periodistas, movidos por el rumor de que ese día se daría a conocer una noticia espectacular. “El universo comenzó en cinco minutos”, cabeceó al día siguiente The Washington Post.

Sin embargo, la ocurrencia del profesor Gamow de poner a Bethe como coautor condenó a Alpher al olvido, pues éste era apenas un estudiante brillante mientras los dos primeros ya tenían un sólido prestigio ganado en el campo de la ciencia. Tan es así que muchos atribuyen la teoría del Big Bang sólo a Gamow.

Otra curiosidad —que puede verse como una broma pesada del destino— es que las palabras Big Bang tampoco fueron empleadas por ninguno de los tres coautores, sino que fueron acuñadas por el astrónomo británico Fred  Hoyle, feroz opositor a las ideas de Lemaître y Hubble, durante un programa de la radio de la BBC.

Con el tiempo, los avances tecnológicos contribuyeron a fortalecer la teoría del Big Bang. En enero pasado, gracias al poderoso radiotelescopio australiano Compact Array, un grupo de científicos analizó el gas de una galaxia para refrendar sus hipótesis sobre el enfriamiento paulatino del universo. Más recientemente, el 21 de marzo, fue presentada una imagen tomada por el satélite Planck, de la Agencia Espacial Europea, un óvalo colorido mediante el cual se determinó que la edad del universo es de 13 mil 810 millones de años. 

Y en un contexto en el que la ciencia y la tecnología han dejado de ser aburridas materias escolares, para integrarse de lleno a la cultura pop, no es casual que una serie televisiva que lleva el nombre de la teoría del Big Bang haya contribuido a aumentar la matrícula de estudiantes de física en los años recientes, de acuerdo con una nota de 2011 de The Guardian.

Si ser nerd o geek está de moda, que tampoco nos extrañe que el antiguo grito de “eureka” de Arquímedes sea reemplazado por el más contemporáneo “bazinga” de Sheldon.

marco.gonsen@gimm.com.mx