Manuel Somoza

Inversión inteligente

Manuel Somoza

30 May, 2013

Cambio en las expectativas

Después de un primer trimestre donde los ánimos eran muy positivos, resulta que ahora ese sentimiento ha cambiado hacia uno de pesimismo generalizado.

En México, como quizás en muchos países del mundo, tendemos a exagerar tanto las buenas como las malas noticias y nuestra manera de pensar se adecua a las que estamos recibiendo momento a momento pensando siempre en el pasado, pero muy pocas veces viendo hacia adelante.

El optimismo que se vivió en el primer trimestre tenía aspectos racionales como un cambio de gobierno, y hay que recordar que los cambios de viento, a veces, como en este caso, mejoran los ánimos; asimismo, se debe reconocer que en este periodo se dio un giro de 180 grados en los aspectos políticos.

En primer lugar se habló mucho menos de la inseguridad y de la guerra contra el narco, no tanto porque esta situación se haya revertido, sino que simplemente el manejo que el propio gobierno ha hecho de ella, hablando de la información, ha sido más adecuado.

Tanto la inseguridad como los problemas que nos trae el narcotráfico siguen en los mismos niveles, solamente que hoy se habla menos de ello. Por otro lado, la idea genial de la creación del “Pacto por México” probablemente es lo que más afectó en forma positiva el ánimo de los mexicanos; después de muchos años de gritos y sombrerazos, nos percatamos de que sí era posible que se sentaran a dialogar los tres partidos políticos más importantes del país PRI, PAN y PRD y con esto se lograron sacar adelante algunas reformas de las llamadas estructurales que llevaban años en el tintero.

Entre dichas reformas destacan la laboral, la de telecomunicaciones, la educativa (aunque faltan las reglas para su implementación) y la financiera, entre otras. Todo esto contribuyó al ánimo del primer trimestre; sin embargo, el cambio de percepciones se da cuando se anuncian datos económicos bastante malos para el primer trimestre del año, los cuales eran totalmente predecibles y esperados.

Sabíamos que el crecimiento del PIB iba a ser muy raquítico en el primer trimestre de 2013 porque lo habíamos venido viendo declinar en los dos últimos trimestres de 2012 y además sabíamos que la causa era la desaceleración en el crecimiento de la industria manufacturera en Estados Unidos; por eso, a mí me llama la atención que ese dato lleve al desánimo cuando ya estaba proyectado desde muchos meses atrás.

A esto se agrega un repunte de la inflación totalmente provocado por un incremento en precios de productos agrícolas, atribuible 100% a condiciones climatológicas adversas y después un rebote del peso que se había fortalecido hasta romper la barrera de los 12 por dólar, para ponerse en niveles más cercanos a los 13 pesos.

Yo no comparto el pesimismo que se ha sentido en el segundo trimestre porque me gusta ver hacia adelante y no hacia atrás; lo que puedo ver en el futuro próximo es que la economía mexicana en lugar de seguir cayendo va a tener una recuperación importante, sobre todo en el tercer y cuarto trimestre de este año y por lo tanto el crecimiento del producto que se ubicó en 0.8% de enero a marzo, irá subiendo hasta 3%, que es lo que veremos como crecimiento al final del presente año.

Además, me quiero atrever a anticipar que las proyecciones que se empezarán a hacer sobre México para 2014 empezarán a mostrarnos crecimientos estimados de alrededor de cuatro por ciento. En relación a la inflación empezaremos a verla declinar a partir de mayo, para que  el anualizado se reduzca de 4.65% actual a niveles de 3.8% que será la inflación medida enero/diciembre.

Por lo que corresponde al tipo de cambio, seguramente el peso se revaluará un poco más para cerrar en niveles de entre 12.20 y 12.40 por dólar a fin de año.

Como conclusión de todo lo anterior, yo me pongo en el grupo de los optimistas moderados y mi ánimo podrá o no cambiar, dependiendo de si se van a lograr las dos reformas estructurales más importantes que son: la energética y la hacendaria; ambas tienen que ir juntas porque para que se pueda hacer una reforma energética de fondo, la hacendaria tiene que dar las garantías de que el gobierno se financiará de otras fuentes y ya no se recargará en Petróleos Mexicanos para conformar su presupuesto; y la energética, me atrevo a decir que si tiene el nivel adecuado podría provocar flujos de inversión extranjera directa de más de 70 mil millones de dólares en los próximos seis años.

Esto por sí solo cambiaría la fachada del país y nos permitiría crecer a tasas por arriba de cinco por ciento.

Para finalizar, si las reformas mencionadas se llevan a cabo, sería muy optimista; y si no es el caso, el desánimo sería importante.