Lo que dejó ver el informe presidencial

A primera vista el Primer Informe del presidente Enrique Peña Nieto me pareció simplemente como un trámite que debía cubrirse. Encontré en él una descriptiva seria y sin triunfalismo de las iniciativas que ha presentado al Congreso desde que tomó posesión y también algunos números favorables de sectores económicos.  Desde mi punto de vista el Informe cumplió su cometido; sin embargo, muchos como yo, nos quedamos esperando alguna noticia importante en relación con la muy clara declinación de la actividad económica que se está sufriendo en este 2013.  Pero ese anuncio no se dio; no se mencionó ningún programa para afrontar el bajo crecimiento de la economía, ni ninguna noticia que cambiara el ánimo y las expectativas de muchos mexicanos, que dicho sea de paso dieron un vuelco de 180 grados del primer trimestre del año a lo que se está viviendo hoy.  Del primero de diciembre al 31 de marzo las expectativas de los mexicanos eran sumamente favorables, en torno al estado de la economía y hasta se llegó a hablar de “el momento de México” y quizá por eso hoy hay un gran desánimo y desencanto cuando sabemos que el crecimiento del primer semestre fue muy pequeño y a lo más que vamos aspirar es a ver un incremento de 1.8% en el PIB durante este año.

Lo que sí quedó para mí muy claro fue que el Presidente reconoció entre líneas la debilidad de la estructura económica nacional, que es altamente dependiente de lo que sucede en el exterior y en forma muy concreta de lo que pasa en Estados Unidos. Este reconocimiento no explícito, obedece a que durante muchísimos años, cuando menos 15, el país sufrió una parálisis legislativa que no permitió llevar a cabo cambios en la estructura económica, que nos hicieran más eficientes y competitivos y menos dependientes  de la economía de Estados Unidos. El Presidente dejó claro y estoy de acuerdo que en los próximos 120 días, serán claves para el futuro de nuestra nación y que él (el Presidente) pondrá toda la carne en el asador para sacar adelante la reforma financiera, la energética y la hacendaria, ya que éstas son las que nos darán la posibilidad en el futuro próximo de ser más competitivos y por supuesto menos dependientes de lo que pasa afuera.

 Lo que no se dijo, pero yo sí lo quiero resaltar es que estas reformas pendientes serán un parteaguas para el futuro de los mexicanos, si salen bien, si son serias y tienen profundidad, México podrá crecer a tasas por arriba de 5.5% a partir de 2015, lo cual nos dará la posibilidad de generar alrededor de un millón de empleos por año y de esta forma empezar a disminuir los vergonzosos índices de pobreza que actualmente tenemos.

En caso de no lograrse las multicitadas reformas, nos  tendríamos que conformar con crecimientos promedios de 2.5% anuales, con lo cual se mantendrían los niveles de pobreza y estaríamos estancados en la mediocridad y seguiremos siendo una fábrica de pobres.

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