Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

27 Sep, 2013

¿Y si se les acaba el dinero en la Casa Blanca?

En días pasados escribí que uno de los temas de preocupación para los mercados sería la situación fiscal de Estados Unidos que de tiempo en tiempo ocupa el lugar de honor en la lista de “preocupaciones”. Y no es para menos, pues de lo que estamos hablando en este caso es que en las próximas semanas, de no alcanzarse una negociación política, el gobierno de ese país alcanzará su límite de capacidad para hacer frente a sus compromisos financieros.

Lo anterior no es cosa menor, pues estamos hablando de, además del incumplimiento de una amplia gama de pagos que el gobierno estadunidense dejaría de hacer con las consecuencias obvias para empresas y personas afectadas, de caer en un ámbito de incertidumbre en una economía la más importante del mundo que hace esfuerzos por recuperarse.

De hecho, ésta fue una de las causas que influyeron en la decisión de no iniciar la reducción de apoyos monetarios por parte de la Fed, el 18 de septiembre pasado, como comenté el día siguiente a ese evento. Es evidente que la Fed no quiere correr el riesgo que su tarea de apoyar a la economía, se vea complicado si los asuntos fiscales no se arreglan en tiempo y forma.

Al límite de endeudamiento se llegó el pasado 19 de mayo y a partir de entonces el Departamento del Tesoro estadunidense empezó a utilizar una serie de “medidas extraordinarias” todas ellas conocidas y lícitas, para que el gobierno continuara cumpliendo sus compromisos, hasta ahora.  Hasta donde he podido investigar, contaba en la fecha mencionada con 303 mmdd para seguir operando y al 31 de agosto pasado, ya sólo restaban 108 mmdd.

No hacen falta precisiones para pensar que los fondos mencionados se agotarán más o menos pronto y han sido útiles básicamente para comprar tiempo, durante el cual se suponía que las negociaciones entre demócratas y republicanos podían fructificar en una solución adecuada. Pero es claro que eso no ha sucedido (lo que no significa que no pueda ocurrir).

Por eso es que en los días recientes hemos visto ocupar nuevamente un lugar importante en los medios el programa de salud propuesto por el presidente Obama, que tendría que entrar en vigor el próximo 1 de octubre, cuando inicia el nuevo año fiscal en EU. El Obamacare, como se le llama a la propuesta de salud del presidente, ha encontrado fuerte oposición para ser aprobada y los republicanos presionan con no aprobar el nuevo presupuesto –que supondría un mayor límite de endeudamiento- a menos que la propuesta sea modificada o postergada por una año, a lo que el presidente se niega. Es al final un tema presupuestal, con una solución de negociación política. En todas partes, se cuecen habas, dice el dicho.

Si no llegan a un acuerdo en los próximos días, el nuevo presupuesto –Obamacare incluido entrará en vigor el 1 de octubre sin un mayor techo de endeudamiento y el gobierno en unas semanas más empezará a incumplir sus compromisos. Pase lo que pase, el asunto es serio.

Hay quienes hablan del próximo 17 de octubre, pero en realidad hasta donde alcanzo a entender, lo más apropiado sería hablar de un periodo en el cual la condición de los impagos gubernamentales puede ocurrir. Tal periodo que puede iniciarse el 17 de octubre mencionado, puede extenderse hasta el 5 de noviembre, pero no mucho más. Los fondos, sí tienen límite; como mencioné, hasta ahora han servido para comprar tiempo, pero no compraron intenciones de negociación.

Si no llegan a un acuerdo entre ahora y el día en que el gobierno se quede sin fondos, éste sólo podrá operar con los flujos de ingreso diario que tenga y por tanto un buen tramo de sus obligaciones quedará sin cumplirse. Se estima que un tercio de sus pagos podría suspenderse. Sí es un problema grande.

Así que este fin de semana habrá que estar pendiente de lo que ocurra en Washington, sabiendo que no hay “ases bajo la manga”. Es decir, si no hay incremento en el límite de deuda, el gobierno no podrá pagar todo lo que debe; tendrá necesariamente qué fijar prioridades. Valga decir que no hay antecedente de una situación de impago. Suerte.

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