Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

27 Sep, 2013

Lo aprendí en el kínder

Hace varios años hubo un mega- bestseller escrito por Robert Fulghum llamado Todo lo que necesito saber lo aprendí en el kínder. Una serie de ensayos y poemas sobre cómo las lecciones más importantes, ésas que te llevan al éxito, están en las reglas más básicas de la vida.

A mí, mujer de poca fe y menos cursilería, me encanta leer este poema y siento que aplica en todas las aristas de la vida. Una vez escribí cómo “Todo lo que necesitas saber de finanzas personales lo aprendí en el kínder”, hoy hago lo mismo con el emprendimiento.

De nuevo me tomo la libertad de tomar el texto original (que pueden leer aquí: http://www.scrapbook.com/poems/doc/842.html) y adecuarlo a los negocios que inician.

Todo lo que necesito saber sobre el emprendimiento lo aprendí en el kínder.

La mayor parte de lo que realmente necesito saber,

Sobre cómo emprender un negocio,

Sobre qué hacer y cómo actuar,

Lo aprendí en el jardín de niños.

La sabiduría no estaba en la maestría de negocios o en los grandes consultores,

Sino en el arenero de la escuela.

Estas son las cosas que aprendí:

Comparte todo. A tus empleados y colaboradores compárteles todos tus conocimientos y planes para poderles delegar, poco a poco, responsabilidades. Crea una cultura en donde ellos compartan, también, contigo todas sus ideas.

Juega limpio. En tus tratos con clientes, con tus empleados, con tus proveedores. Lo más importante que tienes al iniciar un nuevo negocio es tu nombre y reputación.

No pegues. El sol sale para todos. Si quieres ganarle a un competidor, hazlo de la manera adecuada, con inteligencia y siendo el mejor.

Deja las cosas en su lugar.  Recoge tu tiradero. Lleva orden en tu trabajo, tanto orden físico en tus oficinas como en las órdenes y procesos que sigues. Sé limpio y ordenado. Orden externo promueve el orden interno.

No tomes cosas que no son tuyas. Dale crédito a la gente que te rodea por sus ideas. Un buen jefe ¡jamás! se apropia de las ideas de los demás. Lo que hace a un buen líder es saberse rodear de la gente adecuada y saber motivarlos y darles un lugar de crecimiento.

Pide perdón cuando lastimas a alguien. Si te equivocas en tu actuar (ante un colaborador, un cliente…) acéptalo y resuélvelo. Arregla lo que se pueda arreglar y pide una disculpa con la cabeza en alto y humildad.

Lávate las manos antes de comer. Usa hilo dental. El por favor y el gracias, el saludo con la mano firme y extendida, el ver a la gente a los ojos y todos los pequeños detalles de educación que tu mamá te recordaba siguen siendo válidos y necesarios para demostrar tu “educación” y buenos modales (que nunca pasan de moda en el mundo de los negocios).

Vive una vida balanceada. Aprende un poco, piensa un poco, pinta y colorea un poco, canta y baila y juega y trabaja un poco cada día. Dedícale tiempo al trabajo, pero no olvides dedicárselo (sin estar pegado al celular) a tu familia, a tus amigos y a las actividades personales que te hacen sentir bien.

Tómate una siesta cada tarde. No te descuides como persona. Tu salud es el activo más importante que tienes: el dormir bien, comer sanamente, ejercitarte y atender tus problemas de salud a tiempo te hacen más productivo y un mejor trabajador.

Cuando salgas a la calle, cuídate de los coches. Y de la competencia. Siempre tienes que estar un paso delante de ella, sea en los productos que ofreces y/o en el servicio que le das a tu cliente.

Toma las manos de tus compañeros. Aprende a hacer equipos fuertes y colaborativos en el trabajo. Dos cabezas piensan mejor que una.

Nunca pierdas la emoción. La pasión con la que vives tu trabajo es la piedra angular del éxito que vas a tener. Nunca la pierdas, aun ante las circunstancias más adversas y los problemas más difíciles.

adinachel@gmail.com
@AdinaChel

 

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