Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

28 Ene, 2014

Crisis, como tal, no creo que sea el caso

Como era de esperarse la debilidad de los mercados continuó ayer y la explicación más generalizada siguió siendo el riesgo que deriva de la situación de las economías emergentes, cualesquiera que este sea y en las diferentes versiones que corren en los mercados.

Lo cierto es que el embate contra las divisas disminuyó y en su caso, la nuestra  mostró una apreciación, que en la gráfica del precio del dólar —en términos de pesos— que uso habitualmente, se ve como una corrección más que normal de la más reciente aceleración (en las últimas dos semanas) que tuvo la trayectoria alcista que arrancó en mayo del año pasado, cuando la Fed tuvo a bien insinuar que la época del dinero barato iba a terminar pronto.

Y es justo ahora, cuando se acerca la fecha en que suponemos iniciará de hecho la instrumentación de esta decisión, cuando los mercados se ponen nerviosos y rápido encuentran a la presa más fácil de atacar y esos son los mercados de las economías emergentes. ¿Qué casualidad, no?

Como escribí ayer, los que se sienten más vulnerables tratan de establecer diferencias e incluso instrumentar alguna acción defensiva, que en principio tiene qué ver con elevar las tasas de interés, cosa que no sé si es eficaz ahora y aún más, no sé si es necesaria. Desde luego, no estoy en los zapatos de quienes son responsables de esos temas en los países que se ven bajo presión, pero tengo la tendencia a no reaccionar de inmediato cuando se presenta una situación que me suena más irracional a lo habitual (siempre hay un grado de irracionalidad en los mercados y cada quién fija su límite de tolerancia) y éste es el caso.

Es cierto, la posición de varias economías emergentes —empezando por los BRIC— se ha debilitado respecto de lo que era hace algunos años, pero eso ya lo sabíamos desde hace un buen rato, como también sabíamos que las divisas de estas economías, incluida la nuestra, registraron apreciaciones al recibir durante mucho tiempo flujos financieros derivados de la creación de liquidez en países desarrollados —los apoyos de la Fed, los más importantes— que atraídos por los diferenciales entre las tasas de interés, se colocaron en buena parte en nuestros países y generaron apreciaciones en las divisas respectivas. Y desde mayo de 2012 empezó a revertirse el proceso, que en el caso del peso mexicano, ha sido razonablemente ordenado.

Como sea, y admitiendo las excepciones en ambos lados de la curva de distribución de estos eventos (las condiciones de las economías emergentes), la cosa no me parece tan grave como para pensar, como una parte de la opinión ha sugerido, en una crisis generalizada de divisas y economías emergentes; algo así como lo que vimos en la crisis de los llamados “tigres asiáticos” en la segunda mitad de los años 90 del siglo pasado, precedida por la crisis del “tequila”, con lo que nos tocó el dudoso honor de inaugurar la era de las crisis globales, en 1994.

Insisto en que hay excepciones y distintos grados de afectación y en relativamente poco tiempo, cuando el nivel del agua de la alberca se estabilice, veremos quienes estaban nadando sin traje de baño y que tanto se les castiga. Por lo pronto, ayer los mercados dieron algunas señales de no estar convencidos de estar al borde de un colapso.

En nuestro caso, como mencioné el peso tuvo una apreciación de 0.7% contra el nivel del viernes pasado, con relativa poca volatilidad, considerando épocas recientes (digamos mayo-junio de 2012) y los elementos fundamentales del sector externo, siguen en el mismo y con el mismo comportamiento que conocemos (me refiero a las reservas internacionales, las cifras del comercio exterior y la cuenta corriente, la deuda externa, el acceso a los mercados, etc.).

Por su parte, la Bolsa abrió bajando con buen ritmo, pues llegó hasta 40,316, muy cerca de línea de tendencia primaria que indica el alza “leve” que he mencionado en Consejerías recientes y que según yo, arrancó a mediados de junio del año pasado. Pero a eso de las 11:00 horas se estabilizó y el IPC terminó bajando 0.28% e incluso cerca del cierre rebasó ligeramente los 41,000 puntos. Varias acciones subieron respecto del viernes, lo que indica que más de uno piensa en el sentido que afirmé al final de la Consejería de ayer (escrita el domingo): hay de rendimientos en el corto plazo, a los que añado ahora el calificativo de interesantes. Suerte.

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