Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

14 Feb, 2014

De actores, temporadas y teatro

Si bien los mercados emergentes empezaron a bajar después del máximo alcanzado a finales de octubre de 2013, si medimos su comportamiento a partir del índice de mercados emergentes de Morgan Stanley, fue hasta hace pocas semanas —a finales de enero pasado— cuando aparentemente todos volteamos a ver a estas economías y decidimos en conjunto que algo malo estaba ocurriendo.

Desde luego, el antecedente de la baja es lo que ocurre en mayo del año pasado, cuando la Fed hizo su primer pronunciamiento acerca de su intención de reducir sus estímulos monetarios, cosa que como sabemos afectó a todo el mundo ante la sospecha de  una reducción en la liquidez global, alza de las tasas de interés, eventual impacto negativo en el crecimiento, etc., y a partir de las conjeturas anteriores —y otras más— se decide que las economías emergentes son el eslabón más débil de la cadena global.

En mi caso, mi primera reacción fue preocuparme, pero no tanto; al menos al principio. El pasado 28 de enero, la “cabeza” de la Consejería de ese día fue: “Crisis, como tal, no creo que sea el caso” y en el paso de los siguientes días, si bien me fui topando con datos e información de todo tipo que acababan por darle más volatilidad a los mercados —aumentando el riesgo de operar—, la idea mencionada siempre se mantuvo en mi trabajo.

De tal modo, aunque los actores de la obra siempre son más o menos los mismos —de tiempo en tiempo aparecen nuevas estrellas en el reparto, que pueden o no pasar a formar parte permanente del elenco— es claro que no siempre ocupan los papeles protagónicas de la obra (que por cierto nunca para). Su importancia la define el público, como siempre.

Así que en las últimas semanas vimos cambiar la historia y con ello, la importancia de los actores. En este caso, queda claro que las economías emergentes son actores y actrices secundarios que de tiempo en tiempo toman el rol principal, pero que no sostienen por sí mismos a la obra.

En general, las temporadas protagonizadas por estos actores, son cortas. Y si son más largas que lo habitual, como a veces ocurre, terminan alejándose del gusto del respetable que no sabe si lo que está viendo es comedia, drama, tragicomedia o teatro de lo absurdo; entre otras cosas, se cae la obra por falta de producción y por lo disparejo de los actores.

De lo que hemos visto en las semanas recientes, la impresión que me queda es que fue una puesta en escena que trató de vender una obra macabra que en principio espantó al público, pero que este se dio cuenta que en la cartelera había otras ofertas más atractivas. La obra de los emergentes se mantendrá en cartelera, de tiempo en tiempo y probablemente por la rotación de los actores, captará la atención del mercado, pero creo que pasará a formar parte de lo que se llama el género de “culto”. Es decir, algo que sólo interesa a unos pocos o bien a muchos, pero por poco tiempo.

Más allá de lo anterior, para fines prácticos la pregunta que me hago es: ¿Terminó el riesgo emergente? La respuesta que me doy y que comparto con usted, amigo lector, es que no. Pero creo que lo tendremos mejor medido para próximas puestas en escena.

Que hayamos tenido una “temporada corta” sirvió para que viéramos nuevamente a los principales actores de este rango, recordáramos sus capacidades y atestiguáramos sus alcances en el teatro global. También sirvió para que supiéramos si hay algunos nuevos desarrollos o algún miembro de esta zona del reparto que nos haga pensar que está próximo a pasar a la categoría de “primeros actores”. También sirve para identificar lo contrario. Como dice el dicho: “El que nace pa’maceta, no pasa del corredor”.

Supongo que en el futuro tendremos nuevas puestas en escena de este tipo. Cada quién sabrá si compra boletos para ir al teatro y cuántos. También habrá que evaluar el precio que hay que pagar para ver la obra. Fue un buen  “divertimento”. Habrá quien piense que fue un drama. Yo no, aunque sí vi la obra varias veces y se la platiqué a usted. Espero no haberle aburrido. Suerte.

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