Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

17 Feb, 2014

Smartphones

Al menos en mi niñez, la idea de un teléfono móvil sonaba a utopía. Ni siquiera formaba parte del imaginario de las películas o series de televisión de la época, más pródiga en inventar transportes supersónicos o fantasear sobre la vida en el espacio. Sólo cabría una excepción: la hoy casi cincuentona comedia Get Smart (conocida en México como El Superagente 86),  parodia de espías en la que el torpe protagonista, Maxwell Smart, se comunicaba por medio de un zapatófono, con todo y marcador de disco.

El programa televisivo lanzado por la NBC en 1965 no sólo fue más visionario que la saga de James Bond —el agente 007 tuvo que esperar hasta 1997 para tener su primer teléfono portátil en la película Tomorrow Never Dies; un Ericsson JB988, por cierto— sino que, en algún sentido, su propio título fue involuntariamente profético del tipo de comunicación móvil que terminaría por hacerse popular: el smartphone, cuya presencia es mayoritaria incluso hoy en los llamados “países emergentes”.

Así se desprende del estudio publicado el pasado jueves por el Pew Research Center, que documenta cómo la telefonía celular se ha vuelto omnipresente en 24 naciones, incluida México, que por cierto figura en el lugar 22. De acuerdo con la encuesta del conocido think tank estadunidense, en nuestro país sólo 63% de la población usa teléfono celular y, como parte de este segmento, 21% tiene smartphone.

Aunque no extraña que China encabece el estudio con 95% de su población poseedora de celulares y 37% que usan éstos con conexión a internet, llama la atención que superen a México naciones como Jordania (95% y 38%) y Egipto (88% y 23%). El país latinoamericano mejor ubicado es Chile (91% y 31%, respectivamente), y de todos, Líbano es el de mayor empleo de aparatos inteligentes, con 45 por ciento.

Destacando sólo el dato de propietarios de celulares, también es notorio que México es superado en la lista por Túnez (88%), Kenia (82%), Bolivia (81%), Senegal (81%), El Salvador (79%), Ghana (79%), Nigeria (78%), Indonesia (78%) y Filipinas (71%). Antes de que más de un patriota se rasgue las vestiduras, es pertinente resaltar que, según Pew Research Center, en varios países en desarrollo la población carece de  teléfonos con conexiones fijas: en Ghana y Kenia, por ejemplo, sólo uno por ciento goza de ese privilegio. De entrada, muchas naciones en desarrollo se brincaron la etapa del teléfono fijo y se saltaron directamente al portátil, anota el estudio. Una circunstancia que puede parecer exótica a los mexicanos más jóvenes, a quienes no les tocó vivir lo que se sufría en las década de los 80 y anteriores para conseguir una línea (y aun así el porcentaje de México es sólo de 41%). 

Suena lógico que mientras uno sea más joven es más propenso a volverse dueño de una BlackBerry, un iPhone o un aparato con sistema Android. Así lo confirman las cifras de China: 69% de su población entre 18 y 29 años cuenta con alguno de estos dispositivos, y el porcentaje baja a 34% entre las personas entre 30 y 49 años. Sin embargo, al hablar de México, la brecha se cierra: sólo 31% de los jóvenes que no han cumplido las tres décadas se han podido hacer de un smartphone, mientras que el porcentaje es de 23% entre los que, pasando esa edad, no han llegado a los 50 años.

El estudio, basado en entrevistas que se realizaron entre marzo y abril de 2013, revela que los propietarios de móviles los usan mayoritariamente para enviar textos. Así pasa en México en 82% de los casos; 62% los usan también para tomar fotos; 30%, para acceder a redes sociales; 24%, para leer noticias de política; 17%, para consultar precios y disponibilidad de productos para consumo, y 18%, para buscar información sobre salud. Los mexicanos no suelen utilizar el celular para hacer o recibir pagos (11%), a diferencia de los países africanos, donde no parece prevalecer la desconfianza para estas transacciones: en Uganda lo usan la mitad de los usuarios, mientras que en Kenya el porcentaje sube a 68 por ciento.

El estudio considera que la posesión de tecnologías sofisticadas está asociada con una mayor educación universitaria: quienes tienen un mayor grado son más proclives a comprar uno. Aunque la cantidad de memes y selfies que circulan a través de ellos revela que, al igual que con el Superagente 86, no siempre smart es sinónimo de inteligencia.          

 marco.gonsen@gimm.com.mx

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