Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

21 Feb, 2014

La marca eres tú

Hay un dicho popular que reza: "eres lo que comes..." En el mundo de los negocios debiera ser: "vendes lo que eres".

Cuando crecemos, o en las diferentes instituciones educativas o de preparación (incluso en cursos de emprendedurismo) nos enseñan a pensar que en la vida profesional existen diversas labores.

Algunas personas son vendedores, otras son científicos, otras son profesionistas, otras son artistas, otras son empresarios y cada quien se tiene que especializar en su área de trabajo. Cada quien usa el sombrero que le toca ponerse.

Esto es una falacia. No importa cuál sea la profesión que elijas en la vida, todos tenemos que ponernos el sombrero de vendedor. Podremos o no vender algún producto o servicio, eso es secundario.

Podemos tener nuestro propio negocio o ser empleados…

En la profesión de la vida, todos tenemos que vender un producto mucho más valioso e importante: a nosotros mismos.

Esto es particularmente importante para los nuevos empresarios.

El producto más importante que tienes como emprendedor o como empresario eres tú mismo y es, sabiéndolo aprovechar, el arma de ventaja competitiva más importante que existe.

En un mercado como el de hoy, en donde casi todos los productos y servicios están muy competidos por productos similares el poder distinguirse a uno mismo, como cabeza de la empresa o del proyecto, es invaluable en lo que puede representar en ingresos, ventas y oportunidades.

Tenemos que vendernos ante nuestros clientes, ante nuestros proveedores, ante las instituciones financieras e, incluso, ante nuestros empleados. Todos ellos tienen que comprar la marca: “Tú” para estar más comprometidos e involucrados en la relación que vamos a tener en nuestro negocio.

Desde hace poco más de 30 años se ha dado un cambio importante en la relación de director/dueño y el éxito o reconocimiento de la empresa.

Desde las épocas de Lee Iacoca (en Ford) y Jack Welch (en General Electric) hasta los Bezos, Jobs, Gates y Zuckerberg de hoy en día, en todos los tamaños de negocios, el director general (su presencia tanto dentro y fuera de la compañía) juega un papel fundamental en el éxito del negocio.

Y no, no todos los negocios exitosos tienen “CEO superstars”, pero aun entre los empresarios más discretos, el arte de saberse vender es cada vez más necesario.

Así como invertimos tiempo y dinero para diseñar estrategias de imagen para nuestros productos o servicios (sea el empaquetado, el web site, la presentación a clientes o el logotipo) la cara pública de la empresa (sea una o varias personas) deben tener la misma “enceradita”.

Cierto, y esto es innegable, una parte tiene que ver con apariencia externa. Limpieza, elegancia discreta, adecuación al medio ambiente laboral. Pero esto sólo es una pequeña parte.

Educación en el trato (la etiqueta de negocios es fundamental) tanto a externos como a colaboradores internos, humildad e inteligencia emocional en las relaciones interpersonales y capacidad de hablar en público de una manera fluida e inteligente son algunas de las armas olvidadas al momento de encabezar nuestra propia empresa.

No es cuestión de aprenderse de memoria el uso de los diferentes tenedores, pero sí de afilar los cuchillos empresariales que tenemos a nuestro alcance.

A fin de cuentas parte del producto o servicio que estás vendiendo eres tú mismo…Trata de ser una materia prima de calidad.

                adinachel@gmail.com
                @AdinaChel

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