Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

24 Feb, 2014

Mininos

Gracias a Facebook y Twitter sabemos que el 20 de febrero es el Día Internacional del Gato, una conmemoración sin reconocimiento oficial creada porque en esa fecha del año 2009 murió Socks, la célebre mascota que vivió en la Casa Blanca en la era Clinton, y que no es más que un mero pretexto para compartir fotos y memes de felinos con gestos tiernos (o no siempre, si se recuerda el caso famoso de Grumpy Cat).

Pero así como las redes sociales son el templo para este culto contemporáneo, de igual forma difundieron un rumor que afectó la reputación de una popular felina en vísperas de la celebración. Aunque comenzó a circular hace un año, desde finales de diciembre hasta la semana pasada, recobró fuerza la versión de que el juego de iPhone Talking Angela es un instrumento utilizado por pedófilos para obtener información personal de niños. A pesar de que esta especie ha sido sobradamente desmentida, en las reseñas de la iTunes Store todavía hay advertencias de clientes sobre el riesgo de bajar esta aplicación.

Talking Angela es una de las varias secuelas de Talking Tom, un entretenimiento para dispositivos móviles lanzado en 2010 en el que el personaje principal es otro gato que graba los mensajes que el usuario emite con su voz y los repite como si fuera perico, aunque con una distorsión sonora que los hace sonar chistosos. Ambos títulos fueron desarrollados por Outfit7, compañía que comenzó con no más de 15 integrantes en Eslovenia y que, tras el éxito fenomenal de sus creaciones, cuenta hoy con oficinas generales en Londres y Palo Alto, California.

Outfit7 presume en su sitio web las notas periodísticas que han potenciado su fama, entre ellas una entrevista del USA Today con el productor cinematográfico Jeffrey Katzenberg, director de los estudios de animación DreamWorks, quien en mayo de 2013 confesó que Talking Tom era su aplicación favorita, incluso más que Angry Birds.

Ya para esa fecha había sido lanzado el juego de Angela, que consiste en coquetear con una gatita en un café parisino, “conversando” en inglés de diversos temas mientras se le brindan regalos y se le invitan bebidas. Para estas dos últimas acciones se requieren monedas de oro, las cuales se consiguen dando likes a la página de Facebook, o comprándolas dentro de la aplicación, al más puro estilo Farmville o Candy Crush.

Angela pregunta a su interlocutor datos básicos como nombre y edad, un requisito indispensable según Outfit7 para mejorar la experiencia de juego. Además, mediante el uso de la cámara, la minina lee los gestos de los usuarios, de tal forma que puede devolver una sonrisa o un bostezo.  Aunque es obvio que se trata de la charla con un bot, estos dos atributos desataron la alarma entre padres de familia, que esparcieron por la red acusaciones anónimas de que sí se trataba de una plática real y que quienes estaban detrás de Angela eran en realidad hackers con intenciones perversas.

Desde la primera vez que surgieron estos señalamientos, a principios de 2013, se estableció que eran infundados y que la aplicación cuenta con modo para niños que desactiva el chat y convierte a Angela en una simple repetidora de lo que le dicen, tal como hace Tom. Aun así, The Guardian publicó el pasado viernes en su sitio web una amplia entrevista con Samo Login y Randeep Sidhu, directivos de Outfit7, quienes calificaron las acusaciones de ridículas, al plantear que se requeriría un inmenso ejército de pedófilos para recolectar y procesar en tiempo real los datos de 57 millones de usuarios que han descargado la aplicación.

Sin embargo, como diría el refrán, difama, que algo queda. Los llamados hoax dejaron de ser virales en el correo electrónico gracias a las herramientas para detectar spam, pero hallaron en las redes sociales nuevo pasto para causar incendios. Si alguien duda de su poder, simplemente preguntémonos cuándo fue la última vez que la gente pegó en sus muros de Facebook o difundió por WhatsApp la advertencia de que ambas marcas pronto van a cobrar por sus servicios. Esperemos que los 19 mil millones de dólares que pagará la red social por el sistema de mensajería sirvan para inventar un buen filtro que se deshaga de la basura que los usuarios aún no son capaces de eliminar empleando el más elemental sentido común.

Mientras tanto, es de esperarse que Angela no sufra una inmerecida mala fama como la que ha perseguido toda una eternidad a los gatos negros.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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