Para hablar de crecimiento…

En el pasado he escrito —supongo que varias veces— que la inversión es precondición del crecimiento y que, en lo general, se habla más de éste que de aquélla. En alguna forma, parece que se tiende a disociar a estos elementos, cuando en realidad uno es consecuencia de la otra.

Ayer, el INEGI publicó las cifras de la Inversión Fija Bruta (IFB) de nuestra economía al mes de diciembre del año pasado y fue hasta ese mes que se tuvo un dato positivo, después de  siete meses con resultados negativos. Para fines prácticos, si consideramos a todo 2013, el comportamiento cayó 1.8% en promedio, respecto de 2012.

El problema con lo anterior es que en estos temas de economía, el orden de los factores sí altera el producto. Me refiero a que para aspirar a tener un resultado positivo en el crecimiento, se requiere tener un resultado previo, igualmente positivo, en la inversión.

Y el ritmo de la IFB ha venido decreciendo en los años recientes. En 2011 fue 7.9%; en 2012, 4.7% y en 2013, el mencionado -1.8%. Además, es claro que no basta el volumen y el ritmo, se necesita que la inversión sea bien hecha para aspirar a buenos resultados en el crecimiento.

La IFB es la suma de lo invertido en maquinaria y equipo, tanto de origen nacional como importado, más lo que se realizó en construcción residencial y no residencial. En el ramo de maquinaria y equipo, el resultado es similar en su comportamiento al del total de la IFB, es decir, fue hasta diciembre cuando se tuvo un dato de crecimiento positivo, 8.9 por ciento.

Pero en el lado de la construcción, los datos fueron negativos a lo largo de todo 2012. Lo mejor que se puede decir es que el ritmo de la caída en la construcción fue descendiendo hacia finales del año. La caída anual fue de 5%, es decir, casi tres veces el ritmo de caída del total de la IFB. De sobra sabemos acerca de los problemas que se han tenido en el campo de las empresas desarrolladoras de vivienda y que hubo un muy pobre desempeño en la inversión y en el gasto del sector público durante 2013. Ambos factores explican el resultado de la construcción, como componente de la IFB.

La cuestión ahora es cómo se puede reactivar el crecimiento si el proceso de inversión precedente ha tenido un desempeño tan pobre. Como otras veces he escrito, hay condiciones del comportamiento de la economía que tienen un componente físico muy importante, de tal manera que no son únicamente los recursos financieros los que determinan el resultado. Son condición necesaria, pero no suficiente.

Me preocupa que cuando se habla de crecimiento, se hable poco de la inversión que requiere. Me preocupa más cuando veo las cifras de la IFB del año pasado y, desde luego, me preocupa que por parte del gobierno se sostenga que el PIB crecerá este 2014 en casi 4%, sin una explicación clara para esto (me refiero sólo a la estimación, no si ésta se convierte en realidad o no), a la luz de lo que ocurrió el año pasado entre sus pronósticos y el 1.1% que creció el PIB, y cuando los cálculos de todos —fuera del gobierno— los que seguimos a la economía están en la zona del 3.2% y disminuyendo hasta febrero, en lo que refiere a las expectativas de crecimiento para este año.

Mire usted, amigo lector, a estas alturas del partido, todos hemos aprendido que el crecimiento no surge por generación espontánea y que, además, no basta decir que se crece más que el año anterior o que estamos en mejor condición que los países de la región o del grupo de economías emergentes, o que el mercado nos ve con ojos diferentes a los demás o…, usted sabe todo lo que se dice.

También sabemos que el crecimiento y el bienestar no se consiguen por decreto y menos porque algún político benevolente decide que así sea. Lo menos que merecemos son explicaciones claras y acciones en la dirección correcta. Sobre todo cuando la experiencia reciente no ha sido la mejor y la credibilidad está en juego. De otra forma, es difícil mejorar las expectativas y la confianza, en consecuencia. Ya nadie compra ofertas de felicidad gratis. Suerte.