Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

24 Mar, 2014

Más visiones sobre la debilidad del crecimiento mexicano

Además de la decisión de mantener la tasa de referencia (Tasa de Interés Interbancaria, a un día) en 3.5%, el Banco de México hace ver en su anuncio de política monetaria del viernes pasado que el balance de riesgos para la inflación ha mejorado y que las presiones que se observaron a principios del año han empezado a ceder, como era esperado.

Dos son los factores que destaca Banxico en su panorama de evolución de la inflación para este año. Uno tiene que ver con lo que ocurra en Estados Unidos y su política monetaria (por el efecto “expansivo” que ésta tiene alrededor del mundo) y el grado de “holgura” de la economía nacional, que no termina por mostrar cambio.

Lo anterior, en pocas palabras, confirma la apreciación que muchos tenemos sobre la debilidad de la economía mexicana. En particular, me tranquiliza la observación, no por lo que implica, sino porque nuestro banco central comparte lo que muchos vemos, decimos, por lo que nos preocupamos y algo más.

Con usted, amigo lector, he compartido varias veces en los tiempos recientes que, como no hay señales evidentes de alguna mejoría en la actividad económica, mis expectativas sobre el crecimiento y, en consecuencia, sobre el comportamiento del mercado accionario mexicano, por lo que este elemento aporta para esto, las he disminuido hasta nuevo y mejor —espero— aviso. Pero como esto no ocurre aún, me mantengo en esta postura conservadora.

Quizá las claras observaciones que Banxico hace sobre el crecimiento nacional y puestas éstas en el contexto de lo que ocurre en las economías emergentes (caída en el ritmo de crecimiento, debilidad de la demanda interna, problemas en sus mercados financieros por sus vulnerabilidades macroeconómicas, más lo que los chinos y los gringos aporten para esta “causa”), de las que formamos parte, por más que tratemos de diferenciarnos, sean leídas como un mensaje directo para los hacedores de política económica en la esfera del Poder Ejecutivo, que por más que se les dice, no acusan recibo y mantienen su pronóstico de crecimiento de 3.9% para el Producto Interno Bruto (PIB) mexicano de 2014.

Y el asunto importante de los pronósticos no son su nivel o su precisión. Todos sabemos que son inventos, unos más “educados” que otros. El punto es que deben tener una utilidad práctica y fundamentalmente se sirve de guía para las decisiones de los agentes económicos de toda especie, por lo que los pronósticos sirven, en tanto se les haga caso, y esto depende en buena medida de la credibilidad que tengan entre el público usuario y la sociedad, en general, lo que se consigue en el tiempo y cuando la comparación de lo que se dice tiene un parecido cercano a lo que ocurre y con lo que parece que ocurre. A la credibilidad también contribuyen las bases técnicas con que se construyen los pronósticos, la calidad de las explicaciones del comportamiento y las correcciones oportunas de las fallas, a las que todos estamos expuestos. Todo es importante, pero la realidad manda.

El viernes pasado los mercados cumplieron bien. El S&P 500 efectivamente trató de rebasar el máximo histórico de mil 883 puntos, adonde llegó al principio de la jornada y a partir de ahí inició un descenso que terminó con una baja de 0.29%, en el nivel de mil 866.52. Lo anterior, digamos que ocurrió de manera ordenada y cumpliendo con los parámetros técnicos esperados. A eso me refiero cuando digo que los mercados cumplieron bien, no tanto a sí subieron o bajaron.

Para el caso del IPC mexicano, el comentario anterior es válido también. Se aventuró hacia el nivel de 40 mil puntos, al que rebasó por casi 100 unidades al principio del día. Después, y hasta el final, tuvo un comportamiento lateral con fluctuaciones ligeras.

Esta zona —de 40 mil puntos— es la resistencia que había visto y mencionado desde hace días. El IPC ha subido aceleradamente (6%, de mínimo a máximo de la semana) y quizá le quede algo de impulso. Sería deseable una corrección para tener un mejor sustento del alza y pueda proyectarle a aquellos niveles de 44 mil puntos que pensé podían ser posibles en el primer trimestre, que está por terminar, pero que descarté —en cuanto al plazo— en las Consejerías del 10 y el 11 de febrero pasados, cuando dije que “algo muy bueno tendría que ocurrir para que mi pronóstico se cumpliese". Pero como no ha ocurrido algo 'muy bueno', pues me alegro de haber corregido mi expectativa. Suerte”.

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