Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

7 Abr, 2014

Vloggers

Mordaz espejo de la sociedad estadunidense, la serie animada South Park ha tenido entre sus virtudes la de ser profética.

El 2 de abril de 2008 se transmitió en el canal Comedy Central el capítulo titulado Canadá en huelga, que originalmente estuvo destinado a satirizar el paro de labores realizado durante más de tres meses por los sindicatos de escritores y guionistas de cine y televisión en la Unión Americana, quienes exigían, entre otros puntos, mayores regalías por la venta de series y películas en DVD y —novedad en aquella época— un pago por la difusión de esos productos en internet. Aunque ya había pasado más de un lustro de que explotara la burbuja de las empresas punto com, aún permeaba en el imaginario colectivo la idea de que la red era una fábrica de billetes.

En el capítulo referido, Canadá está harto de ser objeto de burlas y de que el mundo nunca lo tome en serio, por lo que decide irse a huelga. Los líderes mundiales no saben qué es exactamente lo que demandan los canadienses... y éstos tampoco. Cuando se les pregunta, lo único que atinan a decir es que quieren más dinero, del que se hace en internet.

A los niños protagonistas de la serie —Stan, Kyle, Eric y Kenny— les interesa que la huelga acabe, porque el hermano adoptivo de uno de ellos es canadiense y también lo es su serie de televisión favorita, de la cual sólo se transmiten capítulos repetidos desde que comenzó el movimiento. Para recaudar dinero suben a internet un video en el que su amigo Butters baila al ritmo de una canción procaz, que de inmediato se vuelve viral.

Cuando los niños acuden a cobrar las ganancias que suponen haber conseguido por la difusión del corto, deben tomar un turno y formarse al final de una fila en la que figuran los protagonistas de videos virales reales de ese momento: un cantante de voz cavernosa, un bebé risueño, una ardilla animada que ejecuta una mirada dramática, un panda que tose, un niño que agita un bastón como si fuera espada de la Guerra de las Galaxias, la fallida acrobacia de un ninja, un señor vestido con un ridículo disfraz de Tron y un gordo que se contonea al ritmo de la canción pop Dragostea din tei, conocida como “numa numa” por una de sus estrofas.

La única remuneración posible para todas estas celebridades está cotizada en “dinero de internet”, por lo que sus millones de vistas en la web se traducen tan sólo en “dólares teóricos”, sin ningún valor de cambio en el mundo real, por supuesto (bien se le podría considerar a este concepto como un antecedente del bitcoin).

Como es costumbre en South Park, el episodio cierra con una moraleja pronunciada por uno de los niños, en este caso Kyle, y que vale la pena citar íntegramente: “Aprendí algo hoy: pensábamos que podíamos hacer dinero en la internet, pero aunque la internet es nueva y emocionante, no ha madurado como mecanismo de distribución al punto de que uno deba sustituir oportunidades de ingresos reales e inmediatos por la promesa de ganancias futuras. Pasarán años antes de que la distribución de este medio pueda remunerar al punto de que los productores sientan necesidad de renunciar al valor adecuado en medios de comunicación tradicionales”.

Uno de los personajes parodiados en Canadá en huelga es Chris Crocker, quien construyó su fama grabándose a sí mismo en video en monólogos con ademanes exagerados, sobre todo uno en el que defiende al borde de las lágrimas a la cantante Britney Spears. Es uno de los precursores de una nueva generación de celebridades a las que se les conoce como videobloggers (o vloggers, para abreviar), que abundan hoy en día gracias a que, a diferencia de hace seis años, sus producciones ahora sí ya generan dinero de a de veras.

En el contexto del escándalo que actualmente involucra al popular vlogger mexicano Werevertumorro, quien acusa a su representante de no haberle pagado ganancias durante el año pasado y de pretender quedarse con los derechos de autor que genera ese nombre, una portavoz de Google explicó al sitio CNET en Español los mecanismos con que cuentan ahora los vloggers para “monetizar” sus videos. Uno de ellos consiste en volverse socio del Centro para Creadores de YouTube y aceptar sus cláusulas y condiciones para la inclusión de publicidad; si el público le da clic a los anuncios, el creador del video se queda con 60% de los ingresos y YouTube con el resto, de acuerdo con CNET.

Esto significaría que internet ya maduró como mecanismo de distribución de ingresos reales e inmediatos. Lamentablemente no puede decirse lo mismo aún de la calidad de los contenidos.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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