Manuel Somoza

Inversión inteligente

Manuel Somoza

10 Abr, 2014

Los bancos centrales del mundo tienen más fuerza que nunca

Es notable cómo los bancos centrales autónomos han crecido en importancia, por lo que se refiere a influencia económica, en los países en donde operan.

Por supuesto el instituto central más influyente del mundo es la Reserva Federal en Estados Unidos (Fed), ya que sus decisiones no sólo tienen impacto en su propia nación, sino que éstas repercuten prácticamente en todos los países —que en mayor o menor medida— están dentro de la economía global.

Lo que la Fed implementó, en materia de política monetaria a partir de 2010 como respuesta a la crisis de 2008, es inédito y muy audaz.

Sin poder  “echar las campanas al vuelo”, es un programa que ha funcionado y ha provocado que la economía de Estados Unidos haya empezado a crecer antes que muchas economías desarrolladas, a tal grado que el programa expansivo de política monetaria que se implementó esté ahora en la fase de salida; es decir que los estímulos están disminuyendo hasta agotarse con objeto de que la economía funcione sola, por sus propios méritos y sin “muletas”.

El mundo está pendiente de este proceso que tiene muchos riesgos aún, siendo el principal el que las tasas de interés se puedan subir en forma desmedida, lastimando el crecimiento y pudiendo desatar una nueva crisis.

El banco de Inglaterra también ha tenido una influencia positiva, determinante en la economía de Gran Bretaña, al grado que es el país que más crecerá este año en Europa.

Al igual que en Estados Unidos, el programa expansivo llegó a su límite y se espera que pronto empiecen, en forma paulatina por supuesto, a subir las tasas de interés.

El banco central de Japón se tardó en reaccionar, y no lo  hizo hasta que prácticamente fue obligado a ello por el nuevo primer ministro.

Los primeros resultados han sido satisfactorios, pero éste es un programa al que aún le falta tiempo para madurar.

Ahora lo más novedoso es que el Banco Central Europeo está pensando seriamente en implementar un programa de política monetaria expansivo, para evitar la deflación; y por supuesto, para imprimirle crecimiento a la economía del Viejo Continente.

Alemania, que es el más influyente en las decisiones del Banco Central Europeo (BCE), siempre se había opuesto a cualquier programa que no fuera ortodoxo; sin embargo, parece ser que ya cedió a la presión del resto de los países de Europa y está dispuesto a considerar algo no ortodoxo.

De lo que se decida, dependerá el futuro inmediato de la economía europea.

En México, el banco central ha jugado un papel fundamental en la estabilidad financiera, logrando que este país en los pasados años haya tenido inflación controlada, tasas de interés acordes a las necesidades tanto de esa región como del entorno internacional; el tipo de cambio se ha mantenido sin sobresaltos.

Todo lo anterior no hubiera sido posible sin un banco con autonomía.

En resumen, los bancos centrales autónomos han crecido en influencia; y qué bueno, porque en términos generales, están manejados por unidades de técnicos en lugar de por equipos de políticos.

Aunque siempre existe el peligro de que los personajes que operan estos bancos, se politicen.

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