Los pobres datos de México y las revisiones al PIB

Sin duda, el principal argumento para justificar el mal inicio de año ha sido Estados Unidos, el clima y su impacto en el sector manufacturero de nuestro país; no obstante, su comportamiento ha mejorado
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Foto: Getty Images
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CIUDAD DE MÉXICO.- El primer año del mandato de Enrique Peña Nieto fue de éxitos en el terreno de las reformas estructurales, pero de decepciones en el ámbito de crecimiento económico y generación de rentas. El Producto Interno Bruto (PIB) de México, durante 2013, apenas creció 1.1%, lejos del crecimiento tendencial que traía la economía en los dos años previos cercano a cuatro por ciento y su peor desempeño desde la profunda recesión de 2009.

Fue un resultado insospechado, muy alejado de los pronósticos de las autoridades y de los analistas privados que al inicio de 2013 estimaban una expansión de la economía de entre 3.5 y cuatro por ciento. Pero la tozudez de los indicadores fue torturando, dato con dato, los optimistas pronósticos iniciales hasta obligar, en el caso de Hacienda, a revisar las estimaciones oficiales en hasta tres ocasiones.

Sin embargo, como Octavio Paz diría “quien ha visto la esperanza, no la olvida”. Y este 2014, al igual que su precedente, inició con pronósticos de crecimiento económico halagüeños, con cierta simpatía hacia el prometedor crecimiento del país.

Expectativa oficial

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) proyectó que este año la economía se expandiría 3.9 por ciento, Banco de México (Banxico) ubicó su pronóstico entre tres y cuatro por ciento y los analistas privados, al final del año pasado, calculaban un crecimiento para el 2014 de en torno a 3.4 por ciento. En cualquiera de los casos implicaba una sustancial recuperación respecto a 1.1 por ciento de 2013.

Estas proyecciones estaban fundadas en la premisa básica de que la economía no estaría tan acomplejada por los factores que torpedearon el crecimiento económico en 2013, en especial la desaceleración económica en Estados Unidos, sobre todo de su componente manufacturero, el rezago en la ejecución del gasto público y el derrumbe del sector de construcción ante el cambio de modelo de vivienda propugnado por Peña Nieto. Además, se esperaba que se notara más el impacto inicial de la puesta en marcha de las reformas estructurales, unas reformas que según las propias estimaciones del gobierno podrían elevar el crecimiento potencial de México a una tasa superior a cinco por ciento.

Sin embargo, ya en los primeros compases de 2014 se han puesto en entredicho esas estimaciones. Hasta ahora el principal argumento que se ha expuesto es que el inclemente invierno de Estados Unidos socavó la recuperación económica de nuestro principal socio comercial durante el primer trimestre del año, lo que también pasó factura al ritmo de actividad en México. 

Debilidad industrial

Así, el viernes pasado el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que la actividad industrial del país tuvo una expansión parca durante febrero de 0.7 por ciento respecto al mismo mes de 2013, debido en gran parte al pobre desempeño de la construcción, con una retroceso de 2.4 por ciento, y la minería, que apenas creció 0.2 por ciento debido a la caída anual de 1.3 por ciento del componente de extracción de petróleo y gas. Sin embargo, la manufactura fue el componente de mejor desempeño con un crecimiento a tasa anual de 2.3 por ciento.

En efecto, pese a que el principal argumento para justificar el mal inicio de año ha sido Estados Unidos, el clima y su impacto en el sector manufacturero de México, lo cierto es que su comportamiento ha mejorado: en los meses de enero y febrero la manufactura mexicana creció a una tasa acumulada de 2.6 por ciento, comparado con 1.9 por ciento en el cuarto trimestre de 2015. Y eso pese a que la actividad manufacturera en Estados Unidos se desaceleró a dos por ciento en ese período comparado con el alza de 3.2 por ciento en el cuarto trimestre.

Más peso pudo tener la construcción. Aunque su peso es de alrededor de nueve por ciento del PIB total del país, su desempeño tiene efectos colaterales en más de 60 ramas de la economía, como es el comercio, el crédito, la creación de empleos e incluso las propias manufacturas (vía insumos de madera, cemento, metales y derivados). Al mes de febrero, el sector acumuló 14 meses seguidos en contracción, lo que prácticamente está impidiendo a la economía tomar un mayor dinamismo.

A ello hay que sumarle que las condiciones favorables del crédito inmobiliario pueden estar cerca de encontrar su punto de inflexión conforme la política monetaria de Estados Unidos se va normalizando.

A su vez, el componente de la obra civil, por su parte, lleva una contracción de siete por ciento en el año, y está principalmente ofuscado por la falta de proyectos grandes de infraestructura del país (una falla muy similar a lo que agudizó la desaceleración económica de 2013).

Consumo, sin impulso

Por otro lado, las actividades relacionadas al consumo no están teniendo un buen inicio de año. Derivado del aumento de impuestos que generó la aplicación de la Reforma Hacendaria, la confianza de los consumidores durante los primeros meses del año bajó a niveles similares a los de mayo de 2010, mientras que las ventas publicadas por la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicios y Departamentales (ANTAD) sumaron una contracción de 1.5 por ciento en el primer trimestre del año, auspiciando una dinámica del consumo sin mucho ímpetu.

El próximo 25 de abril conoceremos el dato del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de febrero, y nuestra estimación es que se confirme un crecimiento en torno a 0.9 por ciento por la moderación del sector industrial y el bajo dinamismo del consumo y la inversión privada. En marzo, la cifra podría mejorar algo, en consonancia con el mayor ritmo de actividad en Estados Unidos.  Pero para el primer trimestre, el PIB estaría rondado uno por ciento comparado con 0.7 por ciento en el cuarto trimestre del año pasado, lo que hace prácticamente inviable el pronóstico actual de la SHCP de 3.9% para todo 2014.

Los primeros en reaccionar han sido los analistas privados. Ya en la encuesta de marzo de Banxico, el sector privado estimaba un crecimiento del PIB de 3.1 por ciento comparado con 3.4 por ciento al principio de año.

Organismos externos

También estas susceptibilidades ya han hecho pestañear inquietantemente a las grandes instituciones internacionales. La semana pasada, incluso antes de conocer el dato de la producción industrial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantuvo su pronóstico del PIB de tres por ciento para 2014, estimación que traía desde enero. Pero el Banco Mundial (BM) no dudó en rebajarlo de 3.7 a tres por ciento.

De hecho, el Banxico tampoco ha sido inmune a los datos. En su minuta de Decisión de política monetaria del 21 de marzo, señaló que “la mayoría de los miembros concordó que será necesario revisar a la baja el intervalo de pronóstico de crecimiento para el país”, debido a la permanencia de condiciones de holgura en la economía. Esa amenaza posiblemente se materialice en su informe trimestral de inflación que se publicará durante la primera quincena de mayo.

Distinto es el caso de la SHCP, que permanece impasible y se resiste a revisar sus números. Su titular, Luis Videgaray, se ha negado repetidamente a realizar alguna modificación en las estimaciones de crecimiento y ha caracterizado de “prematuro” el decir que México no puede llegar a crecer 3.9 por ciento este año. Y parece ser que se puede resistir a cambiarlo hasta que se conozco la cifra oficial del PIB para el primer trimestre el 23 de mayo.

La proyección oficial quedará probablemente cerca de 3.2 por ciento para 2014, lo cual pudiese ser un escenario oportuno desde el cual se puede observar la evolución de los datos. Pero incluso bajo esta primera corrección el telescopio de Hacienda estará anclado a un escenario bastante optimista.

Nosotros somos más pesimistas, y tememos que con las actuales condiciones económicas el PIB crecerá menos de tres por ciento este año, en especial mientras el sector terciario se encuentre rezagado al ciclo de la industria, y la construcción tenga escaso margen para repuntar.

Octavio Paz sentenciaba ácidamente en una ocasión: “Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos se resignan”, y aunque Hacienda va diciendo “tiempo al tiempo” y mantiene alegre la mirada en el futuro, tal parece que 2014 hará homenaje a Paz en más de un sentido, y seguiremos resignados con otro año de débil crecimiento, menor al que nos habían prometido.

* Analista de llamadinero.com
www.llamadiner.com

 

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