Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

5 May, 2014

Call of Duty

Una escena del episodio de arranque de House of Cards muestra a Kevin Spacey  intepretando al congresista Francis Underwood con unos audífonos puestos mientras tira ráfaga virtual por medio del juego Killzone 3 en su PlayStation 3. Lo hace para relajarse, según confiesa su personaje en un capítulo posterior. Ahora, el histrión de moda está del otro lado de la pantalla, transformado él mismo en pixeles.

Con el mismo tono de voz tenebroso que le imprime al ficticio legislador demócrata en la serie de Netflix (pero con los movimientos toscos y la mirada perdida de zombie propia de los protagonistas de The Sims), Spacey aparece en el trailer promocional de Call of Duty: Advanced Warfare, el nuevo capítulo de la exitosa saga de juegos bélicos que saldrá a la venta en noviembre próximo, y cuyos detalles fueron revelados en días recientes por Activision.

Al igual que Underwood, la versión cibernética de la estrella hollywoodense se regodea en su maldad mientras pronuncia frases perturbadoras: “La democracia no es lo que estas personas necesitan ni siquiera lo que quieren es el infierno (...) Las personas no quieren libertad. Quieren límites, reglas que los protejan de los invasores y de ellos mismos”. ¿Habrá leído la encuesta difundida la semana pasada por The Wall Street Journal y NBC que revela que 47% de estadunidenses pide que Washington tenga un rol menos activo en asuntos internacionales?

En la vida real, Estados Unidos está a punto de ser rebasado por China como potencia comercial, sin ceder ese mismo liderazgo en el plano militar. Esto último tampoco le sirve de mucho, incapaz como es de retomar su clásico papel de guardián del orden mundial en conflictos como el de Ucrania (qué difícil debe ser para el políticamente correcto Obama ser Nobel de la Paz). Un escenario así no inspira mucho a los desarrolladores de juegos, que por definición requieren de enemigos fuertes que sean abatidos por guerreros épicos.

Este factor explica que la trama del nuevo Call of Duty se traslade al año 2052, en el que el nuevo adversario global son las compañías militares privadas. De acuerdo con las pistas que fue soltando en días previos la revista especializada Game Informer (que lleva el tema en su portada de junio), Spacey encarna a Jonathan Irons, presidente de Atlas Corporation, una empresa cuyos soldados no defienden ideales ni países, sino al que mejor pague.

Para dotar a esta intriga de una solemnidad ad hoc, Activision circuló en YouTube un documental de casi cuatro minutos elaborado por la edición estadunidense de VICE, revista hipster fundada hace 20 años en Canadá, la cual presenta datos duros acerca de este modelo de carrera armamentista, con entrevistas a Peter Warren Singer, integrante del think tank Brookings Institution y uno de los más reputados analistas sobre estrategias contemporáneas de guerra (de hecho asesoró al candidato Obama en su campaña de 2008), así como a Erick Prince, fundador en 1997 de la firma Blackwater, calificada hace años como ejército mercenario por sus detractores y que sigue ofreciendo servicios como proveedor de seguridad bajo el nombre de Academi. 

“¿Qué pasa cuando el mejor postor se transforma en la próxima superpotencia global”, dice el corto en referencia a estas firmas que igual sirven a organizaciones humanitarias que a cárteles de la droga. Muy diferente al original Call of Duty, lanzado originalmente para computadoras personales en octubre de 2003 y creado por Infinity Ward, estudio integrado por desarrolladores que previamente trabajaron en una secuela de Medal of Honor, título pionero lanzado cuatro años antes por Electronic Arts.

Medal of Honor surgió de la inspiración de Steven Spielberg, quien tuvo la idea de crear un juego basado en la Segunda Guerra Mundial y la promovió aun en contra de los desarrolladores de Dreamworks Interactive, que consideraron ese tema como pasado de moda, según cuenta Jamie Russell en el libro Generation Xbox.

Aquel inicial Call of Duty, también ambientado en el conflicto bélico de mediados del siglo pasado, retomaba en la parte final de los créditos el agradecimiento del presidente Franklin D. Roosevelt a aquellos que murieron para que las nuevas generaciones gozaran de privilegios (y que también aclaraba con humor que ninguna vaca fue dañada en la elaboración del juego). Qué contraste con el chiste involuntario del Call of Duty: Black Ops 2 de incluir en un cameo al general David Petraeus, quien renunció a la CIA tras revelarse que le fue infiel a su esposa. Y es que en esta época no sobran los héroes que atiendan el llamado del deber.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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