Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

15 May, 2014

Del MeMo a “no estamos en recesión”

Ayer el INEGI publicó —por tercera vez— el Indicador del Consumo Privado en el Mercado Interior, que me parece da una idea bastante clara de lo que está pasando en nuestra economía. Lo digo así, porque sin duda el consumo interno es casi el total del consumo privado, pues poco de esta actividad se lleva a cabo en el mercado exterior.

En la publicación se hace ver que es un indicador casi absoluto, pues lo que los mexicanos en el sector privado consumimos en el exterior, es a lo más uno por ciento de nuestro consumo total. Además que, desde el lado de la demanda, el consumo debe ser el componente más importante del PIB nacional.

El crecimiento del consumo privado en el primer bimestre de este año fue de 1.1% (0.8% en enero y 1.3%, en febrero) y la comparación con los dos años previos es reveladora: en 2012 el consumo privado crecía 9.1% en los dos primeros meses de ese año y desde entonces, la tasa de crecimiento se desplomó hasta 1.1% que mencioné.

Se mida como se mida, la caída es muy importante y significativa. Considerando la estadística en términos anuales (promediando las tasas mensuales de crecimiento), en 2012 el consumo privado creció 4.6%, en 2013 en 2.3% y en 2014, la cifra que mencioné en el párrafo anterior. Es decir, que se ha partido por la mitad, cada año.

Y mire usted, amigo lector, hago las mediciones que puedo, para que no me quede duda de lo que digo. Para que no haya mala interpretación de la información, hasta donde sea posible. Y en este caso, creo que los datos no dejan lugar a mucha especulación. Por eso es que en general sentimos que las cosas en la economía nacional no han venido caminando como quisiéramos.

La información que hoy disponemos contrasta con la postura que hemos visto en los últimos días por parte del gobierno: la economía va por buen camino. Y puede que así sea, pero es una afirmación que no es fácil de admitir. Hace un par de días escribí en este espacio que quizá estamos en presencia de un menor deterioro de nuestro desempeño económico, pero si así es, me parece que no basta para que en conjunto pensemos que, efectivamente, las cosas van por buen camino.

Pero en realidad pienso que el tema es otro. Durante la semana pasada, cuando estuve fuera del país, se desató una especie de polémica sobre si la economía mexicana está en recesión o no. Desde luego el gobierno salió a decir que no —obviamente— pues los datos que se tienen y los que se dicen ellos tienen, señalan en dirección contraria. La economía está creciendo, generando empleos, las manufacturas crecieron 6.8% en marzo, etc.

Y no voy a meterme en la discusión, pues me parece que no viene al caso. Ignoro quién fue el que dijo lo de la recesión y no tengo tiempo para investigar el origen de tal postura, pero me queda claro que la respuesta del gobierno, encabezada por el Presidente de la República, hace ver que el pobre desempeño de la economía ha pasado a ser un tema que les preocupa, más allá de los datos. Más bien les preocupa en los votos.

Resulta que los mexicanos no percibimos que las cosas estén ocurriendo como se supone que debería ser, al menos en la visión que se trató de difundir desde el inicio de la presente administración. Los analistas del sector privado estimamos  que el crecimiento en 2014 puede ser 3% y no 3.9%, como dice el gobierno, pero también el FMI y la OCDE piensan en la misma línea.

Pero insisto el tema es otro. Resulta que hace un par de años se hablaba del Mexican Moment, el famoso MeMo y hoy se trata de convencer al respetable que la economía mexicana no está en recesión. ¡Vaya viraje! El tema es tan importante que hubo que poner al Presidente al frente de la comunicación. Y al “líder”, no se le arriesga nunca, a menos que sea indispensable. Porque si las cosas no salen bien… 

Alguien se equivocó —y mucho— en la forma de manejar las cosas. Las de la economía y las de la comunicación política. La “sobreventa” de lo que sea, en este caso de las reformas estructurales, tiene consecuencias. De hecho, acorta los plazos en los que se espera que los resultados se vean. Y ahora hay que reformular la idea: no va a ser tan pronto la obtención de resultados. No hay remedio, la realidad se impone. Siempre. Suerte.

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