Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

15 May, 2014

Cuidado con matar al Mensajero; el INEGI sólo pone en blanco y negro la realidad

Uno de los efectos que se advierten ya —como consecuencia de que las cosas en la economía no salen como éste o aquél quisiere—, es la campaña que busca que la responsabilidad de los crecimientos mediocres o nulos (como consecuencia natural de añejos problemas estructurales, que por decenios nos hemos negado a enfrentar y resolver) recaiga en el Mensajero el cual, simplemente, pone en blanco y negro la molesta realidad, para algunos.

Ahora resulta que una discusión aparentemente teórica por parte de quienes prefieren concentrarse en los efectos en vez de ir a las causas y enfrentarlas y eliminarlas para crecer, ha derivado en la pretensión de culpar al INEGI y uno de sus reportes (Sistema de Indicadores Cíclicos) de la muy discutida recesión que algunos dan por hecho, y otros  niegan casi con un exorcismo, además de querer desaparecer el concepto mismo que parece causarles una molesta urticaria.

En nuestro quehacer político, no es infrecuente que los responsables de ésta o aquélla situación prefieran, en vez de analizar si los señalamientos tienen méritos y lo que procede es ir a las causas de los mismos para eliminarlas, lanzar todo el desprestigio al Mensajero. Para decirlo llanamente, actúan como el paciente que le da un balazo a su médico por informarle que ha contraído una vergonzosa enfermedad.

¿Qué exhibe de nosotros esa conducta? ¿Desesperación ante la falta casi total de resultados positivos? ¿Molestia por no haber hecho lo correcto, e insistido en lo incorrecto? ¿Añoranza de épocas pasadas, cuando la manipulación de las cifras era regla?

Por lo demás, ¿acaso enfocar las baterías abiertamente en contra del INEGI y veladamente en contra de su presidente, el doctor Eduardo Sojo, debido a una supuesta intención de desacreditar a éste o aquel funcionario, haría caer a esa institución en las prácticas que hace no mucho era práctica común? ¿En verdad alguien piensa que la economía crecería a tasas altas por un periodo prolongado, si matáremos al Mensajero? ¿Tan ingenuos y soberbios somos?

A estas alturas, es ocioso defender la labor del INEGI; esta institución tiene la mejor de las defensas en su labor, y en los productos que entrega a los interesados en la marcha del país. ¿Qué procede entonces ante la falta de resultados, y el estancamiento ya peligroso? ¿Usar datos fuera de contexto, y luego asignarles poderes de los que a todas luces carecen? ¿Acaso resaltar un porcentaje haría que centenas de ordenamientos jurídicos se pusieren al día, como fueren el abracadabra?

La economía, por fortuna, no funciona de esa manera; las reglas a seguir y los requisitos a cumplir para lograr que una economía crezca a tasas altas por períodos prolongados, atraiga inversión, estimule la creación de fuentes de empleo y el número de empleos formales permanentes aumente de manera sostenida, fueron definidos hace muchos años. Además, entre ellos, no está eliminar al Mensajero que hoy, sólo cumple con las tareas que la ley le asignó.

Por qué no hacer un alto en el camino, serenarnos y dar muestras de madurez y capacidad autocrítica; eliminemos lo que no funcionó, y fortalezcamos lo que sí.

Hagamos caso a Kalimán, que nos recomendó: “Serenidad y paciencia, amigo Solím”, (sabia enseñanza).

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