Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

29 May, 2014

Reconozco mi error; México adora al futuro, y vive para él. ¿El pasado, qué es eso?

De entrada, debo reconocer un error mantenido desde hace años: pensar en México como un país anclado en el pasado, que se regodea en él y hace todo por repetirlo sin reparar en las consecuencias negativas y costosas de ello, fue mi error. 

Me equivoqué; lo acepto y pago por ello; las críticas y no pocos insultos, serán aceptados con un estoicismo digno de mejor causa. Veamos ahora, si le parece, por qué mi aceptación autocrítica del error tan grande en el que viví estos últimos 25 o 30 años.

¿Qué me hizo dejar la posición aquélla, defendida por años? ¿Qué vi, que me llevó a darme cuenta del error? ¿Qué explica este cambio, el cual casi adquiere el nivel de una conversión?

No es otra cosa que lo sucedido estos últimos días; esas manifestaciones de fe en el futuro (el segundo semestre será mejor; el crecimiento que merecemos llegará a partir del año 2016; el precio de las gasolinas bajará el año 2020) me llevaron a darme cuenta de mi error.

¿El pasado? ¿Qué es eso, me pregunté? Nada que merezca ser recordado; nada en él hay que debamos tomar en cuenta, menos errores garrafales que deban ser evitados. ¿El antepasado? ¡Calla, irreverente! ¿Qué no te das cuenta que estamos todos a la espera del futuro, así esté tan cercano como el próximo semestre?

Hemos, no tengo duda —de ahí el reconocimiento de mi error—, dado un giro de 180 grados en esto de “ver”; el telescopio con el cual oteamos el horizonte, hoy apunta al polo opuesto; apunta al 2020, no a 1938.

¿Qué harán los que a voz en cuello gritaban que lo mejor estaba en el pasado, en los años treinta del siglo XX? ¿Se adaptarán a este salto cuántico, personajes como Cárdenas el menor, López, Zambrano y Barbosa junto con Bejarano, Padierna y Batres? ¿Qué baratijas venderán ahora Bartlett, Monreal y Sansores? ¿Acaso Anaya y uno que otro de sus mentores, se atreverán a loar ese mítico pasado, que nos recetaban una y otra vez sin la menor misericordia?

¿Acaso cantarán todos ellos —tomados de las manos y rítmicamente—, los versos que compuso Juan Gabriel, “Ya lo pasado pasado, no me interesa”? ¿Todos estaremos entonces, viendo al futuro? ¡Qué chulada!

¿Qué implicaciones tendrá este profundo cambio cultural? ¿Cómo serán nuestras relaciones con los países hermanos del Cono Sur cuando se den cuenta que crecimos más que ellos, y que Estados Unidos?

Empecemos a prepararnos, pues las reacciones de nuestros hermanos latinoamericanos, si bien algunos las ven positivas, es muy posible que estén del lado negativo. Las envidias de Chile, Colombia, Perú y Panamá —que hoy se piensan líderes por el crecimiento alcanzado estos últimos años y sobre todo, por el futuro que pensaban tener asegurado—, es algo que deberemos tomar muy en cuenta en el frente diplomático. 

Sin duda, el funcionario que deberá trabajar más será nuestro secretario de Relaciones Exteriores; calmar a tanto envidioso y a no pocos gobernantes celosos por perder un liderazgo que ya veían en sus manos, no será tarea fácil.

Sin embargo, no hay dificultad que no podamos enfrentar y resolver exitosamente porque, no lo olvide, México es ya el país del futuro y éste, grábeselo, empieza el segundo semestre de este año durante el cual, incluso traeremos la copa.

(Perdón, ya desperté).

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