Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

5 Jun, 2014

¿Qué explica nuestro interés por aliarnos con el actual gobierno de China Popular?

Ayer se cumplió el XXV aniversario de la masacre llevada a cabo —por instrucciones directas de Deng Xiaoping— por miles de soldados del Ejército Popular de Liberación, cientos de elementos de la Policía Popular y decenas de tanques con el objetivo único de tener despejada la Plaza de Tiananmen, a más tardar a las 6:00 horas del 4 de junio de 1989.

Desde la noche anterior, soldados y policías dispararon en contra de miles de estudiantes que mantenían —desde siete semanas antes— un campamento en la Plaza de Tienanmen como medida de presión para exigir se cumplieran demandas que consideraban justas pero, la dirigencia del Partido Comunista Chino —controlada por Deng Xiaoping—, juzgó que eran grupos de contrarrevolucionarios que querían acabar con el sistema socialista.

Las demandas, juzgadas al igual que en México en los años sesenta como producto de “ideas exóticas”, obtuvieron por respuesta una masacre y la represión posterior la cual, 25 años después, no sólo se mantiene sino que se ha exacerbado y extendido a familiares de los dirigentes del movimiento.

Los actuales dirigentes son, para decirlo claro, los herederos de aquella visión dictatorial de hace 25 años; difieren de los que los antecedieron, no porque sean buenos o mejores, sino porque son peores.

Los éxitos económicos de un modelo basado en el control político e ideológico que nos recuerda las peores épocas de Stalin, Hitler y Mao, no son suficientes para cubrir la realidad política que vive la República Popular China. La masacre de la Plaza de Tienanmen es un eslabón de una larga cadena que comienza —por poner una fecha—, el 1 de octubre de 1949.

Dados esos elementos, y muchos otros que demuestran de manera fehaciente el verdadero carácter de la dirigencia china, ¿por qué el interés de nuestro gobierno y de buena parte de la clase política en establecer con ella, algo tan general y peligroso como una “Alianza Integral Estratégica”?

¿Acaso lo que los seduce, es la eficacia de la dirigencia china para controlar todos los aspectos de la vida política e ideológica de aquel país? ¿O será que al no tener que rendir cuentas a los ciudadanos ni explicar sus decisiones, los nuestros quieren saber cómo le hicieron para replicar esos métodos en México?

Si las motivaciones fueren económicas, andarían totalmente errados en sus apreciaciones; simplemente es cuestión de revisar las cifras de nuestros intercambios con aquel país para darnos cuenta que el déficit actual no sólo no se verá reducido sino que al paso del tiempo, será mayor. Con tequila y carne de cerdo jamás equilibraremos las cuentas con ellos. ¿Tan ingenuos somos, o sólo lo parecemos?

Los intereses geopolíticos actuales de los dirigentes chinos reflejan su visión de “nuevos mandarines”, cuyo modelo a seguir es el de los viejos emperadores. Hoy se alían con uno de sus viejos enemigos, el revisionismo soviético; éste, con el nuevo zar al frente, Vladimir Putin, les ha llenado el ojo en su sueño de repartirse el mundo con él y vencer a Estados Unidos, el segundo de sus dos viejos enemigos.

Mucho bien nos haría ver las relaciones con China Popular con sumo cuidado; dada la visión que tienen hoy sus actuales dirigentes, podríamos ir por lana y salir trasquilados.

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