Estructuralismo: Otro enfoque para abordar la desigualdad

El estructuralismo latinoamericano se ha enfocado explícitamente en explicar las causas del binomio pobreza-desigualdad dentro del contexto de las economías en desarrollo
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La desigualdad y la pobreza originadas en la estructura productiva pueden ser reducidas mediante políticas públicas. Foto: Especial
La desigualdad y la pobreza originadas en la estructura productiva pueden ser reducidas mediante políticas públicas. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- Desde la publicación de la traducción al inglés del libro “El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty (del cual pueden encontrar una muy buena reseña aquí) el tema de la desigualdad del ingreso ha ganado tracción dentro del debate público, principalmente en Estados Unidos en donde el propio gobierno ha comenzado a hablar sobre el tema. No deja de resultar curioso pues que el tema no haya aún permeado en México (salvo valiosas excepciones como este texto de Mario Arriagada, éste de Enrique Castro y este otro de Tlacaélel Díaz), que es un país con altos niveles de desigualdad y que además se encuentra en la región más desigual del mundo: América Latina.

Sin embargo, esto no debe de confundirse con que no se ha pensado sobre el tema en la región. Al contrario, se trata de uno de los temas centrales dentro de la agenda de investigación de múltiples economistas latinoamericanos. A nivel institucional, se trata de un tema que desde su origen ha ocupado un lugar central dentro de las preocupaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y en buena medida es el que ha motivado parte de las más relevantes propuestas teóricas del estructuralismo latinoamericano.

A diferencia del enfoque de Piketty, mucho más general, el estructuralismo latinoamericano se ha enfocado explícitamente en explicar las causas del binomio pobreza-desigualdad dentro del contexto de las economías en desarrollo, particularmente de las economías latinoamericanas. Para la Cepal ambos fenómenos se encuentran íntimamente relacionados pues su existencia depende tanto de la estructura de la economía como del tipo de políticas públicas instrumentadas.

El concepto articulador del enfoque estructuralista es el de la heterogeneidad estructural. Como ya se dijo en un artículo anterior, la heterogeneidad estructural se puede definir como el que el nivel de productividad de los distintos sectores de la economía es muy diverso (un análisis sobre el tema para México se encuentra aquí). Si bien ese hecho está presente en la mayoría de las economías, en el caso latinoamericano es más acuciante. El impacto redistributivo de esta situación es que hay sectores de la economía de muy baja productividad y de ingresos muy bajos en los que se ubica una parte importante de la población trabajadora. Es decir, quienes trabajan en estos sectores pueden no estar recibiendo un ingreso suficiente como para estar por encima de la línea de pobreza. Al mismo tiempo, hay un grupo de sectores con niveles de productividad y de remuneraciones muy por encima de la media en donde se ubica una parte reducida de la población ocupada. De esta forma, la estructura de la economía determina en primera instancia, la distribución del ingreso y la incidencia de la pobreza (un análisis para todo el continente latinoamericano desde esta perspectiva se puede ver aquí).

La desigualdad y la pobreza originadas en la estructura productiva pueden ser reducidas mediante políticas públicas diseñadas para transferir recursos hacia los sectores más pobres de una sociedad (como muestra este estudio reciente) y financiar dichos recursos mediante un esquema tributario altamente progresivo. Sin embargo, en el caso latinoamericano las políticas públicas no siempre actúan en esa dirección y México es un claro ejemplo de que las políticas públicas no necesariamente son progresivas.

Un rasgo importante que siempre ha estado presente en el enfoque estructuralista es que no restringe el  concepto de desigualdad al campo de los ingresos monetarios, sino que expande su análisis a la desigualdad en el acceso a servicios públicos, a educación, a la desigualdad regional, por tan sólo mencionar algunos. Esto pues la estructura de una economía  no se encuentra sostenida en el vacío, sino que tiene un marco territorial específico y está enmarcada en  instituciones sociales y políticas.

Por ejemplo, desde los primeros estudios sobre la heterogeneidad estructural se señaló que no sólo la divergencia en los niveles de productividad se trasladaban a niveles de ingresos muy diferentes sino que la distribución geográfica de los centros industriales también afectaba el tipo de empleo que existía en distintas regiones de un país y de esa forma también impactaba sobre la distribución de los ingresos. Otro ejemplo es que Cepal señaló desde el principio que una sociedad más igualitaria requería necesariamente de un régimen democrático, pues la reducción en la pobreza es una forma de empoderar a sectores de la población que habían sido relegados. Dicho proceso entonces debía de ser acompañado por una transformación de las instituciones políticas que permita incluir a esos sectores en la toma de decisiones.

Cepal no sólo se ha restringido a teorizar respecto a la pobreza y la desigualdad en la región sino que también ha formulado propuestas de política económica para resolver ambos factores. Cepal plantea una batería de políticas con el fin de modificar las estructuras productivas de la región con el fin de que las economías crezcan más rápido y a la par logren disminuir la desigualdad originada desde la estructura económica (esto en el documento Cambio estructural para la igualdad). En su documento más reciente, Pactos para la Igualdad, Cepal propone abrir la discusión de las políticas económicas y sociales a la discusión de todos los interesados, con el fin de lograr que dichas políticas constituyan pactos entre los distintos agentes sociales y de esa forma logren tener un enfoque de largo plazo.

Es imprescindible que en México y  en América Latina se integren al debate público los temas de la desigualdad y la pobreza, estando conscientes de las características específicas que tienen las economías en desarrollo. Al igual que el texto de Piketty llevó a recuperar literatura sobre el tema de la desigualdad que había sido ignorada por mucho tiempo, es necesario que hoy en día recuperamos el enfoque cepalino en la discusión pública. 

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