Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

26 Jun, 2014

¿Todo lo lograremos si triunfamos en el futbol? ¿En serio, así de fácil?

Las opiniones que he leído y escuchado estos días —en relación con el ambiente que ha generado el desempeño de la Selección grande en Brasil—, me han hecho recordar lo que hace años decíamos del nopal; cada día se le descubría una nueva virtud, o capacidad para curar esta o aquella enfermedad.

En lo futbolístico, las cualidades o poderes casi mágicos que sesudos opinantes —no se diga ya de dos o tres merolicos y panegiristas interesados que saturan los espacios mediáticos con la ilusión de vendernos el futbol como el boleto al paraíso terrenal— le adjudican a dicho espectáculo, van de lo simple y cursi —crea un ambiente positivo— a lo estructural: nada hay que el pueblo mexicano no pueda lograr, basta con que se lo proponga.

Los dos triunfos y el empate logrados en Brasil, bastan nos dicen —dado el ambiente positivo que han generado entre la población—, para que con sólo proponérnoslo enfrentemos y resolvamos cualquier problema, sin importar su índole y magnitud. Agregan también —quienes han contribuido al embrutecimiento colectivo de millones, y convencidos de su sapiencia en materia futbolística—, dos o tres aseveraciones que las podemos resumir en este axioma: “Tenemos todos los elementos y recursos para lograrlo”. Esta frase explica la arenga voluntarista: Sólo se requiere proponérnoslo.

Las declaraciones y expresiones de júbilo —hechas a grito abierto por opinantes y merolicos por igual—, exhiben lo que pudiéremos llamar la ley del ya la hicimos; lo que se requeriría entonces sería mencionar el problema y echarle —como dicen también— la buena vibra (cualquier cosa que esto signifique), y ya está; venga el siguiente problema.

Al escuchar este rosario interminable de tonterías, salpicadas con frases propias de esa baratija que es la  autoayuda, no puedo menos que preguntarme por qué los que uno considera cuerdos, que de vez en cuando muestran objetividad en sus análisis, caen en afirmaciones como aquellas que rayan, más que en lo pueril, en lo estúpido.

¿Qué se opera en la mente de no pocos, que los lleva a afirmar que para resolver un problema, basta y sobra con proponérnoslo? Esto, afirman con una seriedad que lo hace a uno dudar de su cordura, podríamos alcanzarlo como consecuencia, indudablemente, del ambiente positivo creado por los dos triunfos y el empate de la Selección grande.

Veamos ahora las cosas desde el lado del destinatario del mensaje; del que oye, ve o lee aquellas paparruchadas (noticia falsa y desatinada; tontería, estupidez).

¿Qué explica la aceptación acrítica por parte de decenas de millones de mexicanos, de tonterías como éstas: “Hay que echarle ganas”; “Hay que pensar positivamente”; “Nada hay que el pueblo mexicano no pueda lograr, si se lo propone”, y otras por el estilo?

¿Dónde quedó la educación recibida, dónde la capacidad analítica para discernir lo correcto de lo que no lo es? ¿Acaso durante estos últimos 70 años, nuestra capacidad de entendimiento desapareció? ¿Es verdad entonces la eficacia de la caja idiota, que nos lleva a creer todo aquello, y aun más?

Por favor, no haga caso de semejantes tonterías; los problemas de un país no se resuelven sólo con proponérnoslo, se requiere algo más. ¿Hablamos de eso el martes? Aquí lo espero.

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